Si sos entrenador de Argentina, te tenés que animar a hacer tres cambios juntos. Esa parece la enseñanza de la necesaria victoria 3-1 del Sub-23 en Lyon ante Irak, que había ganado en el debut. Unas semanas atrás, Lionel Scaloni mandó a la cancha a Leandro Paredes, Giovani Lo Celso y Lautaro Martínez, quienes terminaron definiendo la Copa América contra Colombia en Estados Unidos. Acá Javier Mascherano apostó por Luciano Gondou, Kevin Zenón y Gonzalo Luján, y los primeros dos se conectaron para salir del peligroso empate 1-1. Ahora, la Selección buscará la clasificación a los cuartos del final del torneo olímpico el próximo martes frente a Ucrania.

Después del escándalo en el primer partido contra Marruecos, no quedaba otra que corregir. Hizo retoques el Comité Olímpico Internacional y colocó un vallado en todo el estadio para que no se sucedan las invasiones. También metió mano Mascherano: el ingreso del recuperado Ezequiel Fernández no fue por Santiago Hezze, sino por Zenón, de flojo rendimiento ante los africanos. Y mejoró bastante la Selección, aunque anda con poca suerte: Irak le empató en el minuto cuatro de adición de la etapa inicial, en lo que fue la única aproximación al arco defendido por Gerónimo Rulli.

Hubo otras modificaciones de posiciones porque Thiago Almada se paró por izquierda y Cristian Medina por derecha. Y tal como se presumía, Argentina tuvo el dominio de balón. Los pases y las conexiones fueron buenas, rápidas, ofensivas, y por eso el elenco nacional de movida jugó cerca del arco de Hussein Hasan. Ahí hay una diferencia respecto al duelo anterior, donde Marruecos fue más protagonista.

No sufrió atrás la Selección y generó varias situaciones. Un par de paredes en campo rival provocaron el asombro de algunos de los muchos iraquíes que llegaron al Groupama Stadium de Lyon. Thiago Almada culminó una linda jugada colectiva que contó con un pase de pecho de Julián Álvarez. Iban apenas 9 minutos y Argentina estaba arriba.

En lo que siguió, el equipo jugó suelto. Permaneció acumulando buenos y fuertes pases, casi siempre con la conducción de Ezequiel Fernández. Julián tuvo un par que se le fueron cerca; Almada casi grita el segundo con un disparo cruzado de zurda. Hubo muchas encuentros entre los volantes retrasados (Equi y Hezze) con los más adelantados (Almada y Medina).

Todo hasta que Julio Soler intentó un cambio de frente y provocó una contra del rival. Se levantó el público de Irak, que se plantó a jugar más adelante. Encima, el muy participativo Lucas Beltrán sintió un dolor en la espalda y no pudo continuar. Falló ahí Mascherano porque no quiso realizar la modificación que le pidieron. El Vikingo no se podía mover. Hasta Nicolás Otamendi se acercó a Masche para consultarle. ¿Qué pretendía el DT? Llegar hasta el entretiempo (largos 10 minutos) para no agotar ventana e para intentar recuperarlo. Toda esa incertidumbre descolocó al equipo. Giuliano Simeone se metió a la fuerza cuando quedaban solo el adicional. Y en la única, Aymen Hussein anticipó a Otamendi y conectó de gran modo un centro de Ahmed Hasan. Un golazo, un golpe inmerecido y demasiado duro.

Pero el fútbol es un deporte maravilloso porque puede variar en cuestión de segundos. El Yin y el Yan en un pestañeo. Porque Mascherano realizó un triple cambio a lo Scaloni y dos de los ingresados se juntaron para el gol 120 segundos después: centro de Kevin Zenón y gol de cabeza de Luciano Gondou.

También Otamendi puede dar fe de lo eléctrico que puede ser los partidos: así como perdió la marca en el empate de Hussein, realizó un cruce milagroso cuando Muntadher Mohammed dispara al gol desde adentro del área.

Se plantó un poco más de contra Argentina, con tres centrales y dos laterales volantes como Simeone y Zenón. Debió haber marcado un par de goles. Fueron buenas las atajadas de Hasan.

La tranquilidad llegó a los 40 minutos. Después de una jugada colectiva, Equi la colgó del ángulo en un gol que de inmediato hizo recordar al de Diego Maradona a Grecia en el Mundial 1994.

Ganó Argentina, jugó mejor y demostró que está viva. El triple cambio de Mascherano hizo efecto, como aquel de Scaloni en Miami. El sueño olímpico continúa encendido.



Fuente Clarin

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