“Ese día, de repente, me di cuenta de que ya no conducía el auto de forma consciente. Lo conducía por una especie de instinto, estaba en una dimensión diferente. El circuito era para mí como un túnel, solo avanzaba y avanzaba. Estaba por encima del límite, pero era capaz de encontrar más».
La frase con la que Ayrton Senna repasó su increíble pole del Gran Premio de Mónaco de 1988, que aún hoy se mantiene como la mayor diferencia entre el primero y el segundo de una clasificación en Monte Carlo en la era moderna de la categoría, también refleja lo que el brasileño logró en el Principado, superando los límites de la realidad con sus inalcanzables seis victorias -cinco de ellas consecutivas-, que pudieron haber sido siete. O no.
Es contrafáctico decir que hubiera ganado una vez más, sobre todo en un circuito donde cada muro es una amenaza. Pero cuando la aventura comenzó en 1984, un joven e inexperimentado Ayrton -de 24 años y en su quinto GP en la Fórmula 1- largó 13° y amenazó a Alain Prost bajo la lluvia en las estrechas callecitas de Mónaco. Un dato sirve para dimensionarlo: en los cuatro giros previos a la bandera roja que detuvo la carrera en la vuelta 31 había recortado con su débil Toleman a siete la ventaja de 21 segundos que el francés le había hecho con el imparable McLaren.
Senna se subió a un podio de F1 por primera vez en su carrera pero recibió el trofeo de segundo visiblemente enojado. De alguna forma, los gestos de un Prost apremiado por los frenos defectuosos de su auto a los comisarios deportivos habrían ayudado a tomar la decisión de frenar la competencia y darle al francés, luego tetracampeón del mundo (1985, 1986, 1989, 1993), la primera de sus cuatro victorias en Mónaco.
Senna tuvo que esperar para tener revancha: al año siguiente volvió a Mónaco e hizo la pole con el Lotus 97T pero abandonó tras 13 vueltas por una falla en el motor; y en 1986 su Lotus no era rival de los McLaren y solo le alcanzó para ser el mejor del resto, por lo que terminó en la misma posición en la que largó (tercero, detrás de Prost y Keke Rosberg).
El día de su primer triunfo, finalmente, llegó el 31 de mayo de 1987, cuando largó segundo y no desaprovechó el abandono del líder Nigel Mansell en el giro 29 por el turbo dañado. En una mini revancha de lo ocurrido en 1984, también le puso fin a una racha de tres victorias al hilo de Prost, que se retiró a tres vueltas del final. «Es algo fantástico ganar aquí. Es el lugar más prestigioso para triunfar y me siento muy feliz», resumió el brasileño.
El episodio místico de 1988: de la mejor vuelta de la historia al llanto en el departamento
Mientras en Argentina la noticia pasaba porque Oscar Larrauri se había clasificado a su primera carrera de Fórmula 1 (el GP de Brasil no lo había disputado por un problema eléctrico), el mundo hablaba asombrado de la impresionante vuelta de Ayrton Senna. Con un tiempo de 1m23s998 con el McLaren-Honda, el brasileño había sido 1s4 más rápido que Prost para quedarse con su segunda pole en Mónaco.
«Fue una experiencia espantosa. De repente me di cuenta de que aquello era demasiado. Fui despacio hacia los boxes y me dije a mí mismo que aquel día no regresaría a la pista. Fue una experiencia que nunca más se repitió con tanta intensidad, y deliberadamente, no volví a permitirme llegar tan lejos«, analizó después sobre aquel giro, ya con el diario del lunes.
Es que el domingo ganaba con comodidad; incluso, tenía la vuelta rápida con un tiempo de 1m26s321 y más de 50 segundos de ventaja sobre Prost. Pero un error de concentración -esos que tanto odiaba- en la vuelta 66, a 11 del final, lo sacó de la carrera: su alerón delantero tocó la pared interior de la curva Portier, esa misma donde en cada giro previo había ido al límite, y rompió la suspensión delantera izquierda, dejándole servido el cuarto triunfo a Prost en Mónaco.
Ayrton Senna crashes his MP4/4 at Portier(Monaco GP 88). He was almost 50 seconds ahead of second place, McLaren team-mate Alain Prost. Years later he admitted that he wanted to put Prost one lap down. pic.twitter.com/MXdWDomwHz
— Senna (@sennatheking) January 14, 2019
Al bajarse del auto, sumido en su bronca, no se fue al box de McLaren sino que caminó hacia su departamento de 200 metros cuadrados, ubicado a unas pocas cuadras, en la curva del puerto. Allí, su asistenta no lo esperaba tan pronto.
Según dice el libro «Senna, historias desconocidas, 25 años más tarde», Ayrton, parado en la puerta con el mono, el casco y el resto de su atuendo de piloto, llamó y llamó durante media hora sin que le abrieran hasta que la mujer se atrevió a ver quién llamaba a esas horas.
En una época sin redes sociales y escasas comunicaciones, por lo que era más fácil recluirse, el teléfono recién lo atendió el domingo a las 21. Quien lo llamaba era Jo Ramírez, jefe de McLaren, y Ayrton, simplemente, no paraba de llorar.
Un tiempo después, por fin, Senna habló y se refirió a lo ocurrido como una experiencia divina, relacionada a lo que había ocurrido en la clasificación: “Aquello no fue sólo un error de pilotaje. Era el resultado de una lucha interna que me paralizaba y me convertía en vulnerable. Tenía un camino hacia Dios y otro hacia el diablo. El accidente sólo fue una señal de que Dios estaba allí esperándome para darme la mano”.
El imbatible Senna: las cinco victorias al hilo para convertirse en rey
Nunca más cometió un error como aquel de 1988. En cambio, fue imbatible. Los primeros tres grandes premios en el Principado los ganó de punta a punta, desde la pole. En 1989, le sacó 52 segundos a Prost; en 1990 sumó su tercera victoria con un Grand Chelem (pole, triunfo y vuelta rápida); y en 1991 aventajó por 18 segundos al Williams de Mansell.
Los últimos dos, en tanto, lo ganó tras largar tercero. En 1992, con Williams rapidísimo, se aprovechó de la última parada en boxes de Mansell para liderar en las dramáticas vueltas finales. En 1993, no partía como favorito; de hecho, tras la clasificación dijo: «Con dos autos más potentes adelante y en un circuito en el que adelantarse es de por sí una difícil maniobra, es poco lo que puedo esperar”. Pero ni Damon Hill (2°) pudo evitar que Senna destronara a su padre, Graham, apodado Mr Monaco por sus éxitos en 1963, 1964, 1965, 1968 y 1969.
«En la conferencia de prensa posterior, pensé que habría sido honorable de mi parte felicitarlo en nombre de mi padre por haber quebrado su record, lo que aceptó con mucha gracia y se estiró para estrechar las manos – escribió el piloto londinense en su autobiografía-. Estoy seguro de que papá habría estado encantado de que un piloto como Ayrton hubiera batido su récord«.
Según relató el diario Clarín hace 31 años, ese 23 de mayo de 1993 en el que Senna entró en la leyenda del automovilismo con su sexto triunfo, el brasileño “no pudo contener las lágrimas tras recibir la copa de campeón de manos del príncipe Raniero y escuchar el himno del Brasil por sexta vez en los últimos siete años”.
El fin de semana no había arrancado bien, ya que el viernes había chocado a más de 200 km/h en la práctica y se había lesionado el pulgar derecho, lo que le dificultaba pasar los cambios. Josef Leberer, su fisioterapista, le vendó bien esa mano para permitirle conducir.
Pero el domingo todo cambió desde la largada, porque el poleman Prost partió antes de que el semáforo cambiara a verde y tuvo una penalización de 10 segundos, que en boxes se tradujo en más tiempo porque por un problema de embrague o, probablemente, a causa de los nervios se le paró el motor y recién en el tercer intento pudo retornar a la carrera en el vigésimo segundo lugar.
Senna, que había empleado la misma táctica que el año anterior de cuidar los neumáticos en la primera parte de la carrera, esperó el momento justo para atacar al nuevo líder, Michael Schumacher, y saltar a la punta para sumar su quinta victoria al hilo, una marca que Lewis Hamilton le empardó en el GP de España, que el inglés ganó consecutivamente entre 2017 y 2021.
Las 10 carreras de Senna en Mónaco
1984: largó 13°, llegó 2° en un Toleman TG184. Bajo la lluvia, la bandera roja le impidió saltar a la punta. Se largó 15 minutos tarde por la lluvia y terminó con apenas 31 de las 76 vueltas disputadas cuando Prost ya tenía problemas con los frenos y lo acechaba la entonces revelación de la F1.
1985: largó 1°, abandonó en la vuelta 13 en un Lotus 97T. Lideró hasta que el motor lo sacó.
1986: largó 3° y llegó 3° en el Lotus 98T. Su auto no era rival para los dos McLaren conducidos por el vencedor Alain Prost y su compañero de equipo, Keke Rosberg. Senna fue el mejor del resto y terminó tercero.
1987: largó 2°, llegó 1° en su primera victoria en Mónaco. Con el Lotus 98T, dominó después de que Nigel Mansell, poleman, se retirara por una falla en el turbo.
1988: largó 1°, abandonó en la vuelta 66 por un despiste. Fue su segundo abandono en su segunda pole, esta vez en el McLaren MP4/4.
1989: largó 1° y ganó. Fue su segunda victoria, primera desde la pole. En el McLaren MP4/5, Senna dominó la carrera, incluso logrando disfrazar su ritmo para protegerse de su compañero de equipo, Alain Prost.
1990: largó 1° con el McLaren MP4/5B. Sumó su tercera victoria en un Grand Chelem sin esfuerzo (pole, victoria de principio a fin y vuelta rápida).
1991: largó 1° con el McLaren MP4/6 y sumó su cuarta victoria. Otro triunfo fácil: 18 segundos por delante de Nigel Mansell.
1992: largó 3° con el McLaren MP4/7 y sumó su quinta victoria. Senna no pudo frenar a los Williams en la clasificación, pero cambió satisfactoriamente la situación en la carrera, aprovechando la última parada en boxes de Mansell para asumir el liderato en las dramáticas vueltas finales.
1993: largó 3° con el McLaren MP4/8 y alcanzó la sexta victoria. En su última aparición en el Principado, destronó a «Mr Monaco» Graham Hill, quien había ganado en 1963, 1964, 1965, 1968 y 1969.