Arrancamos con un flashback. Río de Janeiro, martes 16 de agosto de 2016. Santiago Lange acaba de ganar su tercera medalla olímpica y la primera de oro a los 54 años después de una dramática Medal Race en la clase Nacra 17, con su compañera Cecilia Carranza Saroli. Pero ellos no lo saben.
El entrenador de ambos, Mateo Majdalani, hace cuentas y descubre que la dupla argentina se impuso por apenas un punto a la de Australia (Jason Waterhouse-Lisa Darmanin) y a la de Austria (Tanja Frank-Thomas Zajac) y abraza a los campeones. Es el momento cumbre de una de las grandes estrellas del yachting en Argentina. No sabe que aquella será su última medalla y menos aún se iba a imaginar que quien le pondría fin a su extenso y exitoso recorrido olímpico sería, en parte, aquel joven que le dio una de las mejores noticias de su vida.
Nos acercamos un poco. Majdalani está a horas de disputar sus segundos Juegos Panamericanos junto a Eugenia Bosco. Ya clasificados para representar a la Argentina en los Juegos Olímpicos de París 2024, charlan largo y tendido con Clarín. «Hace siete años que estamos juntos: es un montón. Y es nuestro mejor momento», dice ella sin dudarlo. Él lo explica dándole central importancia al tiempo que estuvo cerca de Lange y especialmente a esa experiencia de Río 2016 que define como «absolutamente clave».
«Estoy convencido de que para hacer una buena campaña olímpica y pelear por una medalla todos necesitamos alguien que nos guíe y nos enseñe. Aprendí con la experiencia de Río 2016 muchas cosas que hoy llevamos a cabo en nuestro equipo. Nos ayudó especialmente para afrontar esos primeros momentos en los que no teníamos entrenador. Fue fundamental para el inicio de nuestra campaña», reflexiona.
Después de esos Juegos en Brasil, Lange y Carranza tuvieron sobrada motivación para seguir adelante. Pero tenían rivales. Majdalani y Bosco comenzaron a navegar juntos a fines de 2016 y se proponían competirles a los campeones olímpicos la plaza argentina para la edición de Tokio 2020.
Sin embargo, llegó un momento en que tomaron la decisión de cambiar de dirección y pensar más a largo plazo. Dar un paso hacia atrás para después dar dos hacia adelante. El acuerdo fue que Lange y Carranza irían a los Juegos Olímpicos y Majdalani-Bosco, a los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
De esta manera, dejaban de ser rivales y pasaban a ser compañeros de equipo. Ya no tenían que competir para ver cuál de las dos tripulaciones iría Tokio y entonces podían entrenar juntos y así se potenciaban. Un «negocio» redondo, especialmente para Mateo y Eugenia, que iban a disputar sus primeros Panamericanos y tenían el enorme privilegio de entrenarse todos los días y crecer a la par de los campeones olímpicos.
«Después del Mundial de 2018, cuando ellos quedaron terceros y nosotros habíamos estado peleando adelante, lograron la clasificación olímpica, que no significaba que ellos estaban seleccionados, pero entendimos que se hacía muy difícil cambiar esa dinámica porque venían de ganar el oro y nosotros éramos los nuevos. Nos parecía que íbamos a tener más posibilidades de ir a Paris si hacíamos ese acuerdo y poníamos toda la energía en la próxima campaña», le contaba Mateo a Clarín.
Sabia decisión con el diario del lunes, aunque fue una movida arriesgada. Nada les aseguraba que saliera bien. Pero salió bien. Ganaron la medalla de plata en Lima 2019 y con el noveno puesto obtenido en el Mundial de La Haya, se aseguraron su lugar en la cita olímpica de París, desplazando de ese lugar a Lange, que en el último ciclo corrió con Victoria Travascio.
Antes llegarán sus segundos Panamericanos. «Lo preparamos con la misma importancia y con las mismas ganas de ganar que unos Juegos Olímpicos. Es muy importante para nuestro deporte», dice Eugenia.
«Obviamente, el nivel y la exigencia no son los mismos, pero cuando estás ahí tenés las mismas ganas de ganar. Sirve mucho este campeonato para nosotros porque son muy parecidos a los Juegos Olímpicos: que sea uno por país, que viaje la delegación argentina y demás. Poder controlar eso y al mismo tiempo estar concentrados en las regatas y no dejarse distraer es muy importante», agrega.
La medalla de oro en Chile era el primer gran objetivo para ellos, no tan solo un sueño. Llegaron subcampeones en la Semana Olímpica Francesa, en Hyeres, y finalizaron en el octavo lugar en el Trofeo Princesa Sofía, en Palma de Mallorca, dos de los campeonatos más importantes que existen en el mundo náutico y así se ganaron el respeto de la flota.
«Estamos entre los seis o siete barcos que tienen chances en los Juegos Olímpicos y estos meses son clave», coincidían ambos, con la satisfacción del camino recorrido. Y así fue, se subieron a lo más alto del podio.
En el camino hacia París 2024, además del acuerdo con Lange, otra importante decisión que los llevó hasta donde están hoy fue la de mudarse a Europa. Después de un tiempo en el que estudiaron y trabajaron a la par de la campaña, hace cuatro años se instalaron en España y están dedicados full time al deporte.
«Hoy, el deporte olímpico, sea cual sea la disciplina, requiere que estés enfocado 100%. En el caso de la vela, con las competencias y el nivel en Europa, es muy difícil hacerlo desde Argentina», reflexionan.
El yachting es un deporte caro. Competir al alto nivel implica viajar por el mundo y eso significa invertir mucho dinero. El apoyo de la Federación Argentina de Yachting aliviana esos costos, pero para llegar a obtener esa ayuda económica se necesita demostrar con resultados. ¿Y cómo se llega a obtener esos resultados? Mayormente, lejos de Argentina: entrenando y compitiendo contra los mejores.
Una cosa depende casi exclusivamente de la otra y por eso es que muchas veces se hace tan difícil para los argentinos competir contra las potencias. Mateo y Eugenia lograron atravesar esos momentos más difíciles, momentos de zozobra en que tuvieron que ser sus propios sponsors para disfrutar ahora de una comodidad que vinieron persiguiendo.
«La tuvimos que remar bastante. Estuvimos muchos años sin entrenador. Hay momentos en que sentís que es muy difícil cortar esa brecha contra equipos que tienen una estructura mucho más fuerte atrás, pero lo logramos y hoy estamos en una muy buena posición», explica Majdalani.
Y vuelve constantemente sobre el aprendizaje que le dejó Lange. «Todos los medallistas argentinos, desde Camau (Carlos Mauricio Espínola) en el 96 hasta Santi en Río, son personas muy trabajadoras y nosotros absorbimos eso», se explaya.
Su entrenador es otro medallista: Javier Conte, bronce en Sydney 2000 junto a Juan de la Fuente en la clase 470.
Ese fue el periplo de Mateo Majdalani y Eugenio Bosco hasta conseguir la flamante medalla de plata en París 2024. Y aunque el camino fue largo y trabajado, hay que seguir navegando. ¿Habrá un segundo capítulo olímpico en Los Ángeles 2028? «La verdad es que lo veo. Hoy no estamos pensando en eso, pero lo natural seria intentar unos Juegos más. La vida del deportista depende de los resultados, pero si se dan las posibilidades y seguimos disfrutando, hay que considerarlo porque no es fácil formar estos equipos y tener posibilidades», reflexiona Mateo.