Para el Mundial Juvenil del 79, César Luis Menotti, que murió este domingo a los 85 años, y su equipo técnico ya no tenían la presión – excesiva- con la que habían encarado el trabajo de selecciones varios años antes. La conquista del título Mundial 78 con los mayores le había dado un margen mayor de acción. Inclusive, podía armar un equipo “a gusto” y que, por los resultados exitosos, fue afín con la idea futbolística que venía desde sus tiempos al frente del Huracán campeón local.
“El equipo campeón mundial del 78 no fue tan menottista como podría suponerse –afirman García y Viacava, autores de la biografía de Menotti- Tenía voracidad en ataque, pero no era tan lujoso. En cambio, mostraba un afán de lucha y un hambre de gloria muy grande. El Juvenil del 79 sí tuvo los rasgos que podríamos esperar de un equipo de Menotti. Jugaba bárbaro y trasladaba claramente a la cancha los conceptos básicos del DT, como las pequeñas sociedades y las triangulaciones en ataque. El seleccionado que ganó el Mundial Juvenil en Japón y el Huracán del 73 son los equipos que seguramente más se acercan al ideal pregonado por el Flaco”.
En aquel Mundial disputado entre el 25 de agosto y 7 de septiembre de 1979, Diego Armando Maradona recibió el Balón de Oro como estrella del torneo y Ramón Díaz fue el goleador. Surgía una sociedad que prometía mucho para el fútbol argentino (“Son Pelé y Coutinho” lanzó alguna vez Menotti) pero que lamentablemente –y por cuestiones personales- se diluyó.
Argentina se adjudicó categóricamente el grupo B con la goleada sobre Indonesia 5-0 y triunfos ante Yugoslavia 1-0 y Polonia 4-1. En cuartos de final, arrolló a Argelia 50 y en semifinales, la dupla Maradona-Ramón anotó para el 2-0 sobre Uruguay, que venía de obtener el título sudamericano como local.
Argentina venció en la final a la Unión Soviética, el 7 de septiembre de 1979 en Tokio. Arrancaron los soviéticos adelante, pero la Argentina remontó con goles de Hugo Alves, Díaz y Maradona de tiro libre.
Aquella noche Menotti perdió su habitual “flema” en el banco y gritó el segundo, el de Ramón. “Porque fue un golazo –explicó- y porque con Ramón y Diego trabajé mucho desde chicos. Ramón era un 10 y lo puse de 9 para que pudiera jugar con Diego. Ese equipo era especial, deleitaba hasta en los entrenamientos; Simón y Rossi eran dos centrales del carajo: salían jugando desde el área chica”. La mayoría de los integrantes de aquella legendaria Selección se reúnen de tanto en tanto, para mantener el legado y la amistad. El propio Diego, hasta poco antes de su muerte, estaba presente con sus mensajes.
El libro “El fútbol del Sol Naciente”, del periodista Guillermo Blanco, describió aquella expedición. Y los protagonistas siempre recordaron la valía de esa experiencia. Gabriel Calderón, en el mismo libro, señala que “allí terminé de comprender lo que era jugar al fútbol, entender el juego y no solo pensar en resolver con toques con los compañeros más cercanos o un pase largo en caso de ser necesario para sorprender. Menotti me enseñó a ampliar mi visión, entender que las medidas de la cancha son mucho más amplias que mi propio entorno, y que el juego se simplifica teniendo más panorama”.
Reunidos dos décadas después en una nota especial de Clarín, lamentaron lo sucedido.
“Nos metieron en un helicóptero en Ezeiza y nos llevaron a la cancha de Atlanta y de ahí a la Casa Rosada, no pudimos saludar ni a nuestros familiares”, contó Juan Barbas.
“Varios estábamos haciendo la colimba, así que después de saludar a Videla, tuvimos que ir a ver a Viola. Yo, que estaba en Rosario, la hice completa: también me citó Galtieri”, dijo Simón.
“Como muchos en el país, no sabíamos lo que estaba pasando. Eramos chicos que jugábamos al fútbol. Con el tiempo nos dimos cuenta que nos usaron”, evocó Alves.
La dictadura ya había intentado, un año antes, utilizar el Mundial como plataforma de propaganda. Pero lo sucedido en el 79 –cuando todavía no se insinuaba ninguna salida política en el país, pero ya comenzaba a percibirse la magnitud de la tragedia- fue peor. Entre el 6 y 20 de septiembre, se realizó la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para investigar la situación de los desaparecidos y los abusos de los militares. El gobierno buscó aprovechar los festejos por el triunfo del Juvenil para ocultar las denuncias.
Videla aprovechó los micrófonos de la radio, apenas concluyó el partido, para intentar un diálogo con Menotti y Maradona, que sólo le respondieron formalidades. “Quiero hacerles llegar en nombre del pueblo argentino, porque está ese pueblo con afecto volcado a las calles gritando Argentina, Argentina, hacerle llegar digo, mi más cordial saludo a usted por la destacadísima actuación que le cupo no solamente en este partido sino en toda su campaña futbolística. (…) Tengan también por seguro que constituyen a través de este evento un claro ejemplo para todos los jóvenes argentino, que más allá del triunfo del partido, ven en ustedes el triunfo de una juventud optimista que quiere mirar hacia el futuro con amor, con esperanza, con fe” dijo el dictador.
Al mismo tiempo, trataban de desacreditar las denuncias bajo el lema de “la campaña antiargentina”.
La dictadura también intentó organizar el regreso y que la celebración deportiva atenuara lo que era, sobre las calles céntricas, la primera manifestación concreta de denuncia y repudio a las desapariciones. No lo consiguió: el informe de la CIDH fue lapidario. Y penoso para nuestra historia.