Rafael Nadal convivió a lo largo de su carrera con muchos momentos de gloria deportiva como así también con otros muy difíciles de sobre llevar. Disfrutó sus 22 títulos de Grand Slam, sus dos medallas de oro en Juegos Olímpicos y aquellas batallas contra Roger Federer y Novak Djokovic tanto como padeció con las lesiones. Y este martes, a poco de cumplirse un mes de su retiro jugando Copa Davis para España, el mallorquín se explayó sobre aquel drama.

«Pasé por un momento muy difícil, mentalmente, hace unos años. El dolor físico era algo a lo que estaba muy acostumbrado, pero hubo momentos en la pista en que tenía problemas para controlar la respiración y no podía jugar a mi mejor nivel. No tengo problema en admitirlo ahora. Al fin y al cabo, somos seres humanos, no superhéroes», contó en una carta abierta publicada en The Players Tribune.

La primera y la más grave de las lesiones que sufrió Nadal fue cuando tenía 17 años. Todavía no había ganado el primero de sus 92 títulos ATP y muy pocos se animaban a hablar de él como el nuevo «rey del polvo de ladrillo». Padeció lo que se conoce como Síndrome de Müller-Weiss, una enfermedad crónica que deforma el hueso escafoides del pie. «Me dijeron que probablemente nunca volvería a jugar al tenis. Aprendí que todo puede terminar en un instante. No es sólo una pequeña fisura en el pie; es una enfermedad que no tiene cura, sólo tratamiento (para paliar el dolor)», explicó Rafa.

«Pasaba de la alegría más grande a despertarme a la mañana siguiente casi sin poder caminar. Pasé muchos días en casa llorando, pero fue una gran lección de humildad y tuve la suerte de tener una familia que siempre estuvo ahí y que está muy cerca mío en todo momento», agregó.

Las lesiones fueron una constante en la carrera de Rafael Nadal. Foto: EFE/Philippe PerusseauLas lesiones fueron una constante en la carrera de Rafael Nadal. Foto: EFE/Philippe Perusseau

Siempre se reconoció a Toni, su tío y entrenador, como la mayor influencia que tuvo Nadal en su gloriosa carrera. Sin embargo, en este caso Rafa señaló a Sebastián, su papá, como alguien muy importante no sólo en su crianza, sino también en su recorrido en el tenis. «Fue la verdadera influencia que tuve en mi vida. Siempre fue muy positivo. ‘Encontraremos una solución’, me dijo (en aquellos momentos difíciles con las lesiones). ‘Hay otras cosas en la vida aparte del tenis’. Escuchaba esas palabras y apenas podía procesarlo, pero por fortuna, después de mucho dolor, cirugías, rehabilitación y lágrimas, se encontró una solución y durante todos estos años fui capaz de resistir», detalló.

Fue tal el padecimiento del español con su físico que se animó a contar algo desconocido hasta el momento: «Hubo meses en los que pensé en tomarme un descanso absoluto del tenis para limpiar mi mente. Trabajé en ello cada día para mejorar, lo superé mirando siempre hacia adelante y, poco a poco, volví a ser yo mismo. De lo que estoy más orgulloso, a pesar de haber luchado, es de que nunca me rendí, siempre di el máximo».

«El jugador que se ve en el centro de la pista con un trofeo es una persona agotada, aliviada, feliz, agradecida, pero sólo una persona. Afortunadamente, no llegué al punto de no poder controlar cosas como la ansiedad, pero todos los jugadores pasan por momentos de dificultad para controlar la mente y cuando eso sucede es difícil tener el control total de tu juego», añadió.

Nadal y el el título de Wimbledon 2008, el más importante de su carrera. Foto: EFE/EPA/Vassil DonevNadal y el el título de Wimbledon 2008, el más importante de su carrera. Foto: EFE/EPA/Vassil Donev

También hubo espacio en este carta para las enseñanzas que le dijo Toni, que retrató con una linda anécdota. No sé exactamente a qué edad fue, pero creo que tenía unos 12 años. Me encantaba ir a pescar, me encanta el mar, forma parte de mi vida. La desconexión y la paz que sientes es especial. Un día fui a pescar cuando podía haber estado entrenando y al día siguiente perdí mi partido. Recuerdo que, de vuelta a casa, estaba llorando en el auto y mi tío, que a esa corta edad tuvo una gran influencia en mí y que fue quien hizo que me enamorase del tenis, me dijo: ‘está bien, es solo un partido de tenis. No llores ahora, no tiene sentido. Si querés pescar, podés pescar. No hay problema. Pero entonces vas a perder. ¿Y si querés ganar? Si querés ganar, lo primero es lo primero’. Fue una lección muy importante para mí. Si la gente me ve como un perfeccionista, es también por esa llamada interior que sentí aquel día en el auto de regreso a casa. Esa voz nunca me abandonó», contó Rafa.

Años más tarde, agregó, «el tenis pasó de ser sólo una diversión, un juego de niños, a ser un verdadero objetivo». Y pensaba por aquel entonces: «Un día, tal vez, pueda jugar en Roland-Garros…». No fue «un día», sino 116 días los que lo vieron jugar en el cuadro principal del Grand Slam parisino. Ganó 112 de esos partidos y se alzó 14 veces con la Copa de los Mosqueteros, más que ningún otro tenista en toda la historia.

Al escribir para The Players Tribune, Nadal recordó su título de Roland Garros 2005, el primero tras vencer en la final al argentino Mariano Puerta. También se acordó de la Copa Davis del año anterior, cuando tenía 18 años y fue la revelación al vencer en la definición al estadounidense Andy Roddick, el número 2 del mundo. «Tampoco olvido torneos como Madrid y Barcelona en mi país, Indian Wells , Miami o Cincinnati, donde llegué por primera vez al puesto número 1 del Ranking ATP. El hermoso y para mi siempre especial torneo de Montecarlo, la sensación de cercanía de Roma, Shanghái y Pekín con esa increíble afición… Canadá, México, Chile, Brasil, mis primeros días en Buenos Aires… ¡Hay tantos!», agregó.

Más de las primeras declaraciones de Nadal como extenista

Durante 30 años, la imagen que transmití al mundo no siempre fue lo que sentía por dentro

Sinceramente, estuve nervioso antes de cada partido, eso nunca te abandona. Todas las noches antes de un partido, me acostaba sintiendo que podía perder (¡también al despertarme por la mañana!). En el tenis, las diferencias entre jugadores son muy ajustadas y entre rivales aún más. Cuando sales a la pista puede pasar cualquier cosa, por tanto, todos tus sentidos deben estar bien alerta. Esa sensación de fuego interior, los nervios, la adrenalina de salir y ver una pista llena es una sensación muy difícil de describir. Es una sensación que solo unos pocos pueden entender y estoy seguro de que nunca será lo mismo ahora que me estoy retirando como profesional. Todavía habrá momentos de jugar exhibiciones y tal vez también tiempo para otros deportes. Yo siempre competiré e intentaré dar lo mejor de mí, pero no será la misma sensación que salir frente a los aficionados de cualquier estadio y jugar un partido con la presión enorme de la competición y la responsabilidad deportiva.

El tenis es también un maestro de vida

La mayoría de los torneos no se ganan; no importa quién seas. La vida real es igual. Aprendes a convivir con los momentos de alegría y con los momentos de sufrimiento o dolor e intentas llevarlos de la misma manera. En los buenos momentos nunca me creí Superman y en los malos nunca pensé que todo era un desastre. Lo que te hace crecer como persona es la vida misma: las derrotas, los nervios, el dolor, la alegría, el proceso de despertar cada día e intentar ser un poco mejor para alcanzar tus metas.

En el fondo, al fin y al cabo, uno recibe lo que da

Espero que mi legado sea que siempre intenté tratar a los demás con profundo respeto. Esta era la regla de oro de mis padres. De niño, mi padre siempre me decía: “Inventar es difícil. Copiar es mucho más fácil”. No hablaba de tenis, se refería a la vida. Mira a tu alrededor y observa a las personas que admiras, cómo tratan a los demás: Qué te gusta de ellas, compórtate como ellas y seguramente vivas una vida mas feliz. Me llevé esa lección conmigo a todos los partidos que jugué. No me impulsaba el odio hacia mis rivales, sino un profundo respeto y admiración. Simplemente intentaba despertarme cada mañana y mejorar un poco para poder seguirles el ritmo. ¡No siempre funcionaba! Pero lo intentaba… Siempre lo intentaba.

Durante más de 30 años, he dado todo lo que he podido a este deporte. A cambio, recibí alegría y felicidad. Alegría y felicidad, amor y amistad, y mucho más…



Fuente Clarin

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