River tuvo un imponente recibimiento, como pocas veces visto en el estadio Monumental, al nivel de la final de la Libertadores 1996. La expectativa, la esperanza por dar vuelta la llave después del 0-3 en Belo Horizonte era enorme y por eso no hubo restricciones con respecto a la pirotecnia. Bengalas, estrellitas y papelitos se repartieron en la previa en los cuatro costados del estadio, colmado por más de 84 mil espectadores. Además, los fuegos artificiales preparados por el club, que ya se tornaron una costumbre en la salida de cada equipo, no solo en los torneos internacionales sino también en el terreno local.
Quedó la sensación que se apuraron los hinchas de River, porque cuando se apagaron las luces del Monumental para el ingreso de los equipos, solo lo iluminaron los fuegos de artificio en las afueras del estadio. Antes, había habido un show impresionante de bengalas en las tribunas.
Hay una imagen icónica que siempre aparece en el recuerdo de los hinchas millonarios pero también del fútbol argentino. Y es la del recibimiento de la final de la Copa ante América de Cali el 26 de junio de 1996. Aquella noche, con un Monumental también explotado (80 mil personas y una recaudación récord que superó los 2 millones de dólares) y por varios minutos no se veía nada, ni el césped, por los papeles y las bombas.
Se sabe que está prohibida la pirotecnia y en especial las bengalas. Pero por esta ocasión, la dirigencia del club aceptó pagar la multa correspondiente por no cumplir con las reglas. Al fin y al cabo, la idea es amedrentar a los jugadores de Atlético Mineiro con el folklore argentino, desde antes del pitazo inicial y como ya ocurrió en el hotel y en el traslado rumbo al Monumental.