Murió Salvatore ‘Totó’ Schillaci, goleador de la selección de Italia en el Mundial 1990 organizado en ese país, víctima de un cáncer de colon a los 59 años de edad. El fallecimiento del exdelantero generó un profundo dolor en el ambiente del fútbol, que recordó sus «noches mágicas» en la Copa del Mundo, cuando con la camiseta «azzurra» hizo vibrar al planeta y terminó quedando eliminado por la Argentina de Diego Maradona, Claudio Caniggia y Sergio Goycochea en los penales.
Schillaci sufría desde hace tiempo un cáncer de colon y la semana pasada fue hospitalizado en cuidados intensivos de un hospital de Palermo. «Sus celebraciones de los goles, convertidas en un símbolo de la alegría colectiva, quedarán para siempre como un legado del fútbol italiano», expresó el presidente de la federación italiana, Gabriele Gravina.
La prensa italiana quedó conmocionada por la lamentable noticia, y la Gazzetta dello Sport publicó la última entrevista que le realizó el viejo ídolo, que jugó en Juventus e Inter de Milan pero no se destacó a nivel clubes como sí lo hizo en aquel año inolvidable en que Alemania Federal se consagró campeona en Roma ante el equipo argentino que dirigía Carlos Bilardo.
En marzo de 2023, alejado del fútbol y su ambiente (se retiró en 1999 y luego se volcó a la política y a la actuación), Totó era noticia en Italia por participar en un reality de viajes de origen español llamado Pechino Express (Pekín Exprés), que lo llevó por India, Malasia y Camboya en compañía de Barbara Romano, su segunda esposa, y otras ocho parejas.
«Ese viaje fue una revancha personal», le dijo Schillaci a los medios italianos, para hablar por primera vez de sus problemas de salud.
«Hace un año me descubrieron un cáncer en el colon y en el recto», contó Totó, y siguió: «En febrero me operaron por primera vez, dos meses después volví a pasar por el quirófano. Cuando me dijeron de ir al reality me invadieron las dudas porque sabía que iba a ser duro. Los médicos me dijeron que estaba curado, que tenía que recuperar mi vida. Bárbara me insistió para ir sólo porque ella iba a viajar conmigo», bromeaba con sus ojos saltones y su carisma seductor.
Y agregaba: «Por eso esta aventura fue una revancha contra la enfermedad y todo lo que tiene detrás, depresión y pensamientos de muerte».
Schillaci encontró en los brazos de Barbara la mejor contención para atravesar la enfermedad: «Ella era mi médica personal, estaba en todo, siempre cerca mío. Yo no quería salir, estaba deprimido, sufría, tenía dolores. Y ella estaba allí, me agarraba del pelo y me decía que tenía que recuperarme. Fue una guerrera y me mantuvo en pie», decía el exfutbolista.
El hombre nacido en el sur pero que llenó de ilusión a toda la península con sus 6 goles en Italia 90, también sufrió del racismo del norte cuando jugó en la Juve y pintaron el portón de su casa en Nápoles con la palabra «Sureño» y algunos insultos. «Lo leí y seguí con mi vida. Pensé que si me insultan es porque me temen. Nunca tuve problemas con ningún hincha, incluso ahora donde voy y me reconocen, me celebran», decía Totó.
Hijo de albañil en una familia numerosa, curtido en las calles de Palermo y héroe nacional a los 25 años tras ser figura de la B, pasar al equipo más poderoso de Italia y subirse al podio del Mundial, Schillaci hizo ese último viaje televisado por los países orientales con Barbara llevando en su celular una foto de sus años de esplendor con la selección de Italia.
«El impacto con la India fue devastador: esperaba conocer una India de colores y olores pero encontré mucha pobreza. Tráfico, suciedad, baños al aire libre, hedor por todas partes, niños andrajosos y descalzos…», contó en ese último reportaje con La Gazzetta dello Sport, el año pasado. Y agregaba: «Pero la gente tiene una gran corazón: te acoge, te ofrece comida… Mostré mi foto en la selección, me reconocían y me ayudaban a orientarme».