Algunos años después de la muerte de Julio Grondona, la Primera División del fútbol argentino se independizó. Los 30 clubes conformaron la Superliga que, bajo la órbita de la Asociación del Fútbol Argentino, generaba sus propios recursos, renegociaba la pantalla y restablecía las pautas que el negocio del fútbol: dinero bancarizado y previsibilidad en el calendario, como punto de partida.

En 2017, en medio de un paro de futbolistas por falta de pago, el fútbol de elite eligió a Mariano Elizondo para presidir la liga que pagaba mensualmente y por transferencia bancaria lo que le correspondía a cada club. Hasta entonces, los dirigentes salían de la AFA con un cheque pos datado que cambiaban al 40 o 50 por ciento en cuevas del microcentro. En ese momento, además, el fixture le ponía día y horario a las fechas el martes anterior al fin de semana.

«Las grandes discusiones venían por el fixture. El calendario se acotaba a viernes, sábado, domingo y lunes. Trabajábamos en la previsibilidad, un mes antes sabías dónde ibas a jugar. Eso permitió la planificación deportiva porque hasta la Superliga los preparadores físicos terminaban el partido y no sabían cuando jugaban por la próxima fecha. Y económica, porque los dirigentes sabían hoy que en dos meses tenían que viajar y podían comprar pasajes más baratos», recordó Elizondo en una entrevista a Futbol Neto.

Por eso la gran novedad parecía un pase de magia: todos los meses en alguna de las reuniones de comité ejecutivo, Elizondo hablaba en el centro de una mesa imperial y detallaba lo que todos veían que se proyectaba en la pantalla: las siguientes cinco fechas con día y horario.

Mariano Elizondo en su oficina de la Superliga. Foto: Andres D'Elia Mariano Elizondo en su oficina de la Superliga. Foto: Andres D’Elia

«El primer semestre tiene una complejidad interesante porque casi la mitad de los equipos compiten también internacionalmente, porque no hay mucho margen para programar y mucho menos para reprogramar», recordó quien presidió la Superliga desde su fundación, hasta 2020 pocos meses antes de la disolución de la entidad.

En una de esas reuniones en las que los dirigentes tomaban nota y agendaban las siguientes fechas, alguien interrumpió a Elizondo, que acababa de mencionar el día y la hora que su equipo debía jugar en el segundo turno de los cuatro en que se repartían los partidos cada fecha. «El sábado me matás», le dijo.

«No voy a decir, por supuesto, ni el dirigente ni el club, pero el tipo me explicó que el sábado festejaba el cumpleaños de 15 de su hija y que el horario lo complicaba y me pidió por favor que lo pase para el domingo. Eso sí, después del mediodía porque se iba a acostar tarde«, reveló Elizondo en la entrevista.

Elizondo en el debut de Mercedes en la Primera D. Foto: MARTIN BONETTO Elizondo en el debut de Mercedes en la Primera D. Foto: MARTIN BONETTO

¿Qué pasó? ¿El presidente debió elegir entre el cumpleaños o el partido? ¿Consiguió jugar el domingo, pero concurrió «amanecido» al estadio? Elizondo no develó el desenlace.

«Cuando se puede, se puede. Y cuando no, no se puede. La verdad que esa fue una de las cosas que quedaron en el fútbol, aunque a la dificultad propia de cada distrito que no permitía programar para el mismo día, por ejemplo a Independiente, Racing, Banfield, Lanús, Arsenal o Defensa y Justicia y en su momento Quilmes, ni que se superpongan los partidos por la televisión… se le sumaban pedidos como el de un cumple de 15″, cerró Elizondo.

Tras la renuncia de Elizondo a la presidencia, acompañada por el entonces vicepresidente primero Brito -actual titular de River-, Marcelo Tinelli -que también era vice- asumió la conducción por dos meses, hasta que los propios dirigentes dieron por terminada la Superliga y le dieron continuidad al fútbol de Primera bajo el formato de la Liga Profesional de Fútbol.

Sin «doble comando», el presidente de la entidad que funciona en Puerto Madero, es también el de la AFA: Claudio Tapia encabeza la pirámide de conducción que tiene por debajo al consejo directivo y el resto de los dirigentes y el CEO Francisco Duarte.



Fuente Clarin

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