Lo que se presumía que iba a pasar terminó por suceder en el brillante, infernal y colosal Monumental: a River le sobró actitud, pero le faltaron ideas y puntería para batir al serio Atlético Mineiro (no le pudo hacer un gol en 180 minutos), que jugará merecidamente la final de la Copa Libertadores porque en el global fue el mejor de los dos y porque le sacó provechó al 3-0 de la ida e igualó sin gritos en Núñez.

FOTO MARCELO CARROLL - CLARIN FOTO MARCELO CARROLL – CLARIN

Tuvo actitud River, algo que se le reprochó en la ida en Belo Horizonte. Tal vez por eso los hinchas marcaron la cancha desde antes del inicio. «Pongan más huevos/ más corazón», se escuchó en el colmado Monumental. Y ese grito de guerra se trasladó a los futbolistas, quienes salieron encendidos a buscar la heroica. Pero al elenco local le siguieron faltando los argumentos, esos que reclamó Marcelo Gallardo días atrás.

Así, River empujó con una idea que, lógicamente, no lució aceitada. Se paró con un 4-2-3-1 el local, con Facundo Colidio flotando de enganche, con Maximiliano Meza por la izquierda y Pablo Solari por la derecha. Fueron buenos los primeros minutos de Colidio y ahí fue cuando mejor lució el equipo del Muñeco. Los defensores y los volantes centrales pudieron encontrar el pase entrelíneas y la sensación de peligro era constante. Pero corrigió rápido Gabriel Milito con una casi personal de Fausto Vera al atacante y River se quedó sin plan A.

El ‘Millonario’ fue y fue, empujó con el aliento infernal de sus hinchas. Al no encontrar lucidez, se repitió en centros. Estuvo cerca Germán Pezzella con un cabezazo y Solari luego de una peinada en el primer palo. Luego, existieron un par de remates desde afuera del área que no llegaron a inquietar a Everson. Un dato: de los 35 intentos que realizó el local durante el juego, solo 6 fueron al arco.

Otra vez estuvo errático Miguel Borja, desconectado, casi desganado. Pero el colombiano es así: se lo compra o se lo deja. Habrá que ver qué hace Gallardo con el Colibrí el año que viene. Por lo pronto, los hinchas ya lo comenzaron a resistir.

¿Atlético Mineiro? Ajustó piezas respecto a la ida. Milito puso a los mismos titulares, aunque armó un 4-4-2, con Paulinho y Scarpa por las bancas para asistir a los atacantes Hulk y Deyverson. También apostó por los pelotazos el Galo y en una casi la mete el díscolo atacante rubio, pero Franco Armani le ganó el mano a mano.

En el segundo tiempo se pronunció más el dominio del local, que acabó por hacer figura a Everson, que le tapó un mano a mano a Claudio Echeverri, un cabezazo a Meza y otro disparo lejano al Diablito.

Pudo contragolpear el Galo y Armani tuvo un par de buenas atajadas. También el travesaño salvó a los locales luego de un zurdazo de lujo de Scarpa.

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Entró en una contradicción Gallardo en el complemento: mandó a la cancha a Echeverri y a Franco Mastantuono cuando las papas más quemaban. Si los pretendía cuidar, no lo hizo. En ese lapso, el Diablito fue el mejor de River por rebeldía, gambetas y disparos al arco. Gonzalo Pity Martínez también fue un ingreso destacado, por su pegada en los centros al área.

La postal final encontró al Monumental cantando, alegre en la tristeza, aplaudiendo su propia entrega en las tribunas. No jugará River la final que se pensó ideal en Núñez. La mirará desde afuera por todo lo malo que hizo en Belo Horizonte, ahí donde los jugadores fallaron en la actitud y donde el entrenador le erró por mucho en el planteo táctico y en la lectura del juego. Al cabo, River se despidió de la semifinal sin hacer siquiera un gol.



Fuente Clarin

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