Novak Djokovic llegó a Londres rodeado de dudas, apenas 18 días después de la operación a la que se sometió en la rodilla derecha, tras sufrir un desgarro en el menisco medial durante el duelo que le ganó a Francisco Cerúndolo en Roland Garros. Cuando hizo público su paso por el quirófano, imaginarlo compitiendo en Wimbledon sonaba a utopía. Pero el serbio le ganó otra vez la carrera al tiempo y este jueves, en un intenso entrenamiento ante Jannik Sinner, pareció sacarse todas las dudas. «Me siento bien», aseguró. Y consultado por un grupo de periodistas sobre si su nombre aparecería en el sorteo de cuadro este viernes, respondió con una enorme sonrisa y el pulgar levantado.
La cancha central del All England abrió sus puertas, como ocurre en cada edición, para que los mejores del mundo prueben el césped y aclimaten la superficie para el inicio del torneo, que se pondrá en marcha el lunes. Carlos Alcaraz y Daniil Medvedev fueron los primeros en pisar la impecable cancha y luego aparecieron en escena Djokovic y Sinner, de punta en blanco y con gorras para protegerse del fuerte sol.
Todos los ojos estaban puestos en el serbio, que en los primeros días de la semana había entrenado con Federico Coria y Frances Tiafoe. Pero el peloteo ante el tenis potente del italiano, número uno del mundo y quien viene de gritar campeón en Halle, iba a ser la prueba final para ver si la rodilla estaba lista para el desafío que implican las batallas a cinco sets en el Grand Slam británico. Y es que Nole había avisado hace unos días: «No vine para pasar unas rondas. Solo voy a jugar si puedo hacerlo al máximo. Si siento que estoy en posición de llegar lejos y luchar por el título».
Lo que se vio durante los 45 minutos de práctica pareció dejarlo muy conforme. Sinner, que se llevó por 6-3 un parcial de algo más de 30 minutos jugado a intensidad de partido, no se guardó nada. Y el serbio, con una rodillera gris para proteger la zona lesionada, se movió con mucha fluidez, corrió todas las pelotas que llegaban del otro lado de la red y no dio muestras de sentir dolor o alguna molestia.
No llegaron a completar un segundo set, en el que Nole había quebrado para el 2-1, porque se acabó el tiempo estipulado para la práctica. El número dos del mundo, igual, se quedó un rato más en cancha, donde inspeccionó una máquina para cortar el pasto y hasta posó para una foto con los «cancheros», a los que felicitó por el «asombroso y perfecto» estado de la superficie. Y cuando se iba, saludó a los periodistas con un «Nos vemos, muchachos». ¿En el sorteo del cuadro? Sonrisa y pulgar levantado.
Djokovic quiere sumar, a los 37 años, su 25° título «grande», con el que rompería el empate con Margaret Court y se transformaría en el máximo ganador de Majors de la historia.
Esa inédita conquista se le escapó en Australia, donde perdió en semifinales ante Sinner, en el arranque de la que se convertiría en una temporada rara y demasiado irregular para sus estándares. También en Roland Garros, porque la lesión que sufrió ante Cerúndolo lo forzó luego a abandonar el torneo antes del choque de cuartos que debía jugar con Casper Ruud. Y parecía que en Wimbledon ni siquiera iba a tener la chance de buscarlo. Pero, contra todo pronóstico, el serbio desafío los tiempos médicos y se dio la oportunidad.
Menos de dos semanas después de la operación del 5 de junio, se mostró en las redes haciendo trabajo físico en césped y peloteando en una cancha de cemento. El domingo desembarcó en Londres y empezó a probar su tenis en cancha. Y ahora aprobó una durísima prueba ante Sinner.
Djokovic no confirmó verbalmente que jugará en el All England, donde levantó el trofeo en siete ocasiones. Sin embargo, la sensación que dejó el entrenamiento en la central fue que la rodilla está ya lo suficientemente fuerte como para aguantar la exigencia de unos de los certámenes más duros del calendario.
Alcaraz, listo y Murray, a la espera
Antes de esa sesión que protagonizaron Djokovic y Sinner -quien, sin nada que probar, dejó claro que arrancará como uno de los grandes candidatos a levantar el trofeo-, Alcaraz y Medvedev «estrenaron» el césped del escenario principal del All England. Y el murciano, número tres del mundo y campeón defensor, también despejó las dudas que quizás había generado su fallido paso por Queen’s, donde perdió en segunda ronda con Jack Draper, no pudo defender el título y cedió puntos que le permitieron a Nole desplazarlo del segundo escalón.
Ya sin la «manga» con la que había jugado en la gira de polvo, tras recuperarse de una lesión en el pronador redondo del brazo derecho, fue claramente superior a Medvedev y se impuso por 6-2 y 1-0 (el reloj cortó también la práctica en el arranque del segundo set), en su regreso a la cancha central desde su victoria en la final del año pasado ante Djokovic.
De cara al sorteo de este viernes, parece que la única incógnita que queda es Andy Murray. Y habrá que esperar hasta el domingo para saber si el escocés, campeón del Major británico en 2013 y 2016, jugará o no por última vez en su casa. Él mismo aseguró que no tomará la decisión hasta último minuto.
«Quizá es mi ego, pero creo que me he ganado el derecho de darme hasta el último momento para tomar una decisión. Es complicado y se complicó más debido a que quiero disputar Wimbledon una vez más… entonces me tomaré lo más que pueda para ver cómo me he recuperado”, comentó.
Sir Andy se retiró hace ocho días tras jugar apenas cinco games en la segunda ronda de Queen’s por problemas en la pierna derecha provocados por una persistente molestia en la espalda. Según informó el domingo The Telegraph, se sometido a una cirugía por un quiste espinal en la columna, que dejó en vilo su participación en el grande inglés. Y aunque el miércoles volvió a entrenar tenis, no hay certezas sobre su participación.
«Me han preguntado ‘¿Te vas a retirar antes del sorteo a las 10 a.m. del viernes?’. No, me esperaré hasta el último minuto», aseguró. Y dejó en el aire una posibilidad diferente: «Diría que lo más probable es que no pueda jugar en singles ahora mismo. Jugar el dobles con Jamie (su hermano) es algo que nunca hice acá. Eso puede ser especial también. Quizás es lo que estaba destinado a pasar».
«Por todo lo que le dediqué a este deporte durante los últimos años, me gustaría despedirme jugando un buen partido, en el que al menos pueda ser competitivo, no lo que pasó en Queen’s», agregó quien planea colgar la raqueta en los próximos meses, quizás en Wimbledon o tal vez en los Juegos Olímpicos de París.