Diego Schwartzman se quedó a un paso de disputar por última vez el cuadro principal de Roland Garros. El porteño, actualmente en el puesto 141° del ranking, dio pelea hasta el tie break del último set, pero no pudo con el francés Quentin Halys (187°) que se impuso por 4-6, 6-4 y 7-6 (10-7) en la segunda ronda de la qualy. El Peque, que le bajará el telón a su carrera en el Argentina Open del año que viene, se despidió entre sus propias lágrimas y una ovación del público de un certamen en el que fue semifinalista en aquella inolvidable edición de 2020.
«Roland Garros es muy especial para mí. Nunca me voy a olvidar de todas las grandes batallas que tuve en estas canchas», comentó con los ojos húmedos y la voz entrecortada, mientras la gente coreaba su nombre.
Vestido de verde y disfrutando cada pelota como pocas veces en el tiempo reciente, Schwartzman por momentos pareció local ante el francés, con el público apoyando respetuosamente la trayectoria de un tenista que siempre fue animador sobre el polvo de ladrillo parisino. Bromeó con el umpire antes del peloteo previo, le dio la mano a un nene que lo saludó en pleno partido y festejó sus puntos como si estuviera jugando entre amigos.
Tras llevarse el primer capítulo por 6-4, el Peque salvó un 0-40 que casi lo pone 2-4 y con el partido cuesta arriba. Concentrado, rememorando sus años dorados cuando llegó a ser la octava raqueta del planeta, se recuperó e igualó las acciones. Sin embargo, se encontró 4-5 abajo, perdió su saque y Halys estiró la historia al tercer set.
Todo se definió en un tercer set que arrancó muy parejo, con los dos cuidando muy bien su saque. Aunque en el sexto game, el Peque cometió un par de errores no forzados y le regaló un quiebre a Halys, que se puso en ventaja 4-2. Parecía que el partido estaba terminado, pero el argentino no se rindió, consciente de lo que estaba en juego en ese capítulo decisivo. En el juego siguiente fue muy agresivo y recuperó el saque, para descontar 3-4.
En el descanso, se lo vio hablando con su banco preguntando adónde ubicar sus tiros. Parecía que no le terminaba de encontrar la vuelta al juego del francés, que había crecido desde el arranque del partido. Y la respuesta que llegaba era que moviera la pelota. Lo hacía, pero su rival le devolvía casi todo.
Así, Schwartzman tuvo que levantar dos break points en el octavo game para igualar el marcador 4-4. Y trabajar mucho también para ponerse 5-5 y darle suspenso al cierre. Hasta tuvo una chance de quiebre en el 11° game, que lo hubiera dejado muy bien posicionado para sellar el match, pero no la pudo aprovechar. Igual, no se rindió y logró llevar el set a un tie break, en el que no pudo con la potencia y la precisión del local, que en su segundo match point selló su triunfo.
Fue el final de la historia del Peque en un torneo que disputó por diez temporadas consecutivas y en el que vivió enormes alegrías. Su debut fue en 2014, cuando tras superar la fase previa (en la que se había quedado el año previo), llegó a segunda ronda y se despidió ante Roger Federer, por entonces cuatro del mundo. Desde entonces, nunca se ausentó.
Sus mejores recuerdos, igual, son los de aquella atípica edición de 2020, que se jugó en septiembre por la pandemia de coronavirus. Ese año derrotó en cuartos a Dominic Thiem (3° y que también se despidió del torneo este miércoles) y cayó en semis ante Rafael Nadal (2°), quien se tomó venganza de la derrota que le había propinado el Peque en los cuartos de Roma unas semanas antes. En el cuadro principal, llegó a disputar 33 partidos, con 23 victorias y diez derrotas.
«Este último partido fue una muestra de cómo jugué toda mi carrera. Hice lo que sé hacer, di pelea, pero él mereció ganar. Felicitaciones. No es fácil jugar contra un jugador francés acá, pero me hicieron sentir como si estuviera en casa», reconoció el Peque.
Y cerró: «Tuve muchas batallas acá, nunca olvidaré ninguna de ellas, incluso la de hoy, aunque la que perdí. Como dijo Dominic Thiem, jugar en la Suzanne Lenglen llena es muy lindo. Es un año especial para mí, muy emotivo y lo voy a recordar para siempre».
Bagnis, Burruchaga y Riera siguen en camino
La contracara de la tristeza del Peque fueron los festejos de los tres argentinos que lograron meterse en la última ronda de la clasificación y siguen soñando con el cuadro principal de Roland Garros.
Facundo Bagnis, 119° del ranking, se impuso en un duelo celeste y blanco ante Juan Manuel Cerúndolo, 178°, por 6-4 y 6-4, y ahora chocará con el japonés Shintaro Mochizuki, 163°.
Román Burruchaga, 145°, derrotó por 6-2 y 6-4 a otro japonés, Yasutaka Uchiyama, 214°, y también avanzó. Su próximo rival será el eslovaco Jozef Kovalik, 146°.
Y, por la qualy femenina, Julia Riera, 93ª del mundo, venció por un sólido 6-3 y 6-2 a la francesa Harmony Tan, 233ª, y buscará meterse por primera vez en el main draw de un Grand Slam ante la filipina Alexandra Eala, 160ª.
Marco Trungelliti no corrió la misma suerte. El santiagueño, 169°, no pudo con el canadiense Gabriel Diallo, 166°, quien le ganó por 7-6 (8-6), 3-6 y 6-4. En tanto, Solana Sierra, 179ª, busca dar un paso más ante la australiana Olivia Gadecki, 165ª, en uno de los últimos partidos de la jornada.
Thiem y otro emotivo adiós
La Suzanne Lenglen, la segunda cancha en importancia del complejo de Bois de Boulogne, vivió un día de muchas emociones. Porque un rato antes de la despedida de Diego Schwartzman, Dominic Thiem también le dijo adiós para siempre al Grand Slam francés.
Dominic Thiem waved goodbye to his Roland-Garros fans on Wednesday after losing his second round qualifying match to Finland’s Otto Virtanen on Court Suzanne-Lenglen 🙏#RolandGarros
— Roland-Garros (@rolandgarros) May 22, 2024
El austríaco, quien colgará la raqueta al término de esta temporada, fue eliminado en la segunda ronda de qualy por el finlandés Otto Virtanen, 156° del ranking, por 6-2, 7-5. Y tras su eliminación, quien fue finalista sobre el polvo de ladrillo parisino en 2018 y 2019 -credenciales que no fueron suficiente para recibir una wild card para la presente edición- se emocionó durante una pequeña ceremonia en su honor.
En medio de la ovación del público, el ex número tres del mundo y campeón del US Open 2020 recibió de manos de la directora del torneo Amélie Mauresmo un trofeo especial: una copa vertical en cristal que contiene diferentes capas con rocas utilizadas para la fabricación de las pistas de Roland Garros.
Visiblemente emocionado, Thiem se hizo un lío durante su breve discurso, afirmando que el «grande» francés era el torneo de Grand Slam en el que había obtenido su mejor resultado… olvidando su victoria en Flushing Meadows hace cuatro temporadas.
«Gracias por este maravilloso adiós, tengo realmente una relación especial con este torneo. Desde el segundo año en el que jugué aquí, he llegado a la final en juniors y luego construí poco a poco un vínculo magnífico con el torneo y el público», comentó.
«Tuve tantos buenos resultados, tantos buenos recuerdos y tantos buenos momentos sobre estas pistas… Disfruté cada una de las ediciones en las que jugué. Gracias por todos estos recuerdos, no los olvidaré nunca», añadió, después de la difusión en las pantallas gigantes del estadio de un video que mostraba algunos de sus grandes momentos en Roland Garros, en especial sus victorias contra el serbio Novak Djokovic, en las semifinales en 2019 y en los cuartos en 2017.
El austríaco tuvo que alejarse de las canchas a mediados de 2021 por un desgarro en los ligamentos de la muñeca derecha y desde entonces no volvió a recuperar nunca su mejor nivel, complicado además por problemas crónicos en sus rodillas y los desafíos mentales tras quedarse «vacío» luego de ese festejo en Nueva York.
No volvió a ganar ningún título (aunque sí jugó una final, en Kitzbuhel el año pasado) y fue cayendo en picada en el ranking. Hoy, con 30 años está 131°, y cansado de pelear sin conseguir buenos resultados, decidió cerrar su carrera a finales de este 2024.