Bernard Tomic parecía llamado a ser una de las grandes estrellas del tenis. Ex número dos del mundo y campeón del Australian Open y el US Open en sus años de junior, como profesional llegó a ser el número 17 del mundo y ganó cuatro títulos ATP. Pero tras disfrutar de su mejor temporada en 2016, perdió la motivación y hoy, relegado al 233° escalón del ranking, es competidor habitual en torneos de las categorías menos importantes. Y este domingo, protagonizó una insólita situación, que quedará en la historia, aunque no por una buena razón.

El australiano de 31 años perdió en el duelo por el título del Challenger de Fairfield con el estadounidense Learner Tien, 18 años y 148° de la clasificación mundial, por un contundente 6-0 y 6-1, en una final de 39 minutos, que se transformó en la más corta de la historia de ese circuito. Y para hacer más llamativa su caída, basta señalar que el primer set, en el que el oceánico ganó solo ocho puntos, duró apenas 16 minutos.

Tien metió seis aces, no cometió ninguna doble falta y consiguió cinco quiebres en las nueve chances que tuvo para sellar el triunfo sin muchos problemas y sumar su tercer título en este nivel. Aunque Tomic le hizo las cosas demasiado fáciles, ya que jugó casi todo el partido sin muchas ganas y hubo puntos -como el último del encuentro- en el que ni intentó llegar a la pelota.

No es la primera vez que el australiano sufre una derrota tan rápida. En el Masters 1000 de Miami de 2014, cayó en el debut ante el finlandés Jarkko Nieminen por el mismo marcador 6-0 y 6-1 en 28 minutos. Fue el segundo partido ATP más corto de la Era Abierta. Solo duró menos el que el español Francisco Clavet le ganó en 25 minutos por un doble 6-0 al chino Jiang Shan en Shanghai en 2001.

Tomic, que alguna vez confesó que no eligió jugar al tenis, un deporte que «lo atrapó» y que nunca llegó a «adorar», había tenido también en el pasado algunas actuaciones que dejaron sabor a poco.

Dos años antes, también en el Grand Slam británico, había sido multado con 13 mil euros por asegurar en la conferencia de prensa posterior a su eliminación que se había aburrido y que había fingido una lesión durante su duelo con el alemán Mischa Zverev para llamar al fisio.

«Llevo ya dos años sin motivación. Me da igual llegar a los octavos de final del Abierto de Estados Unidos o perder en primera ronda. Voy a jugar otros diez años y sé que después de retirarme no volveré a trabajar», dijo en ese momento.

Siete años más tarde de aquella confesión, parece no haber vuelto a encontrar las ganas para volver a pelear en serio por las victorias. Y sigue en un sube y baja de resultados y rendimientos, como el que mostró en Fairfield, donde llegó a paso firme a la final, pero terminó firmando una actuación reprochable en el partido más importante.



Fuente Clarin

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