Ver al Manchester City es una delicia. Gane o pierda, lo que importa son sus señales identitarias. Guardiola ya lo había hecho en Barcelona. Y hasta en el Bayern. Antes de lanzarse como técnico, Pep tuvo cuatro reuniones con Menotti y una con Bielsa. Los más viejos recordarán al Milan de Arrigo Sacchi. Lo mismo. Y hasta se puede ir al Dream Team de Johan Cruyff de principios de los 90. Hay y hubo en esos equipos mucho de lo que se bautizó como “menottismo”. Menotti, si estuviera vivo, se reiría. “Yo no inventé nada, sólo traté de recuperar una forma de jugar”, solía decir. Era cierto. También que esa rasgo de modestia era algo impostado. Al Flaco le encantaba que su obra fuera reconocida. Acaso no por él, sino por el resultado de reinventar” la manera de jugar. Ahí está su legado. Y el reconocimiento mundial de estas horas. El cuerpo del Flaco irá a la tumba, su obra entró a los libros.
“La pelota no es una estrategia, es una necesidad”, frase de cabecera de Menotti. Lo aprendió en los campitos rosarinos y de ver los equipos “grandes” de la década del 40. Amsterdam, donde nació Cruyff, queda muy lejos de Rosario. Cruyff, el otro Flaco, solía decir con su acento catalanizado que “la pelota es todo. Si yo la tengo tú no la tienes y entonces no puedes hacerme daño”.
Para Menotti el fútbol tiene cuatro frases: defender, recuperar, elaborar y definir. Y cada fase tiene su capítulo especial: cómo defender, dónde, con cuantos. Lo mismo para las otras situaciones. De ahí existe un solo paso a aquel famoso “achique” que Menotti impuso en la Selección pero no siempre salió bien en su paso fugaz por Boca. Ese achique puede definirse de otras maneras: pressing, como hacía el Ajax, se trasladó a la Holanda y que Cruyff importó a su Barcelona. O lo que hacía Sacchi, con aquel magnífico Milan. O ahora Guardiola en el City. Los modernos hablan de “presión alta”. Semántica.
La cuestión es sencilla: si recupero (segunda fase) lo más adelantado posible, más cerca estaré del arco adversario. Luego se debe resolver la elaboración (tercera fase), es decir cómo crear juego en menos espacio. Movilidad, engaño, precisión, cambio de ritmo, cuándo y dónde profundizar en ataque. Y por fin, definir (cuarta fase), que no sólo depende del talento individual de los “killers”, sino que consecuencia colectiva de las fases anteriores. No es dificil de entender, lo difícil es hacerlo. Y para eso hay que ensayar, “trabajar”. Contra lo que se piense, contra ese lirismo de “vayan y jueguen” que se le atribuyó al Flaco, los entrenamientos de Menotti rayaban la obsesión por la práctica hasta automatizar movimientos. “Los jueves yo sé si el domingo vamos a jugar bien”, decía.
El fracaso del Mundial de Suecia (1958) provocó una enorme confusión en el fútbol argentino que abarcó desde la conducción de los clubes (nació el “fútbol espectáculo” con la contratación masiva de extranjeros) hasta del juego mismo. El mediocre papel en el Mundial de Chile (1962) mantuvo ese status quo hasta que en 1965 Osvaldo Zubeldía intentó la refundación de la Selección que recién lograría Menotti, una década después. Zubeldía propuso una preselección de 40 jugadores, entrenando de martes a jueves en el Colegio Ward y la competencia internacional. El proyecto se abortó rápidamente cuando la AFA se opuso a otorgarles a Argentino Geronazzo y José Faldutti, quienes acompañaban a Osvaldo, la misma categoría de “directores técnicos”. Zubeldía renunció y así llegó a Estudiantes.
Lo que sigue es bien conocido. El Mundial de Inglaterra (1966) al que se le quiso dar una pátina de epopeya por la expulsión de Rattin. La frustrada clasificación al Mundial de México (1970) y el nuevo y último desaguisado en el Mundial de Alemania (1974) con tres entrenadores en vez de uno (Cap, Varacka, Rodríguez). Se había tocado fondo.
El 21 de junio de 1974, David Bracuto, presidente de Huracán y vice de la AFA normalizada le ofreció el cargo de entrenador de la Selección a Menotti, campeón el año anterior con el Globo. El Flaco puso exigencias: formar un cuerpo técnico y un plantel estables que trabajaran durante la semana, la obligación de organizar amistosos y giras para enfrentar a rivales de alta categoría, la obligatoriedad de los clubes de ceder a sus futbolistas. La AFA aceptó. De esas exigencias se beneficiaron todos los DT que vinieron después, de Bilardo a Scaloni.
El 12 de octubre de 1974, debutó la Selección de Menotti con un 1-1 ante España en el Monumental. La semilla estaba plantada. Luego vino el juego. Hasta Qatar 2022.