Agustín García Basso tiene la Copa Sudamericana en sus brazos. Charla largo rato con los colegas de la televisión en la zona mixta del estadio La Nueva Olla y enseguida aparecen varios jugadores que saltan, cantan, tiran agua… Baltasar Luis Rodríguez porta el cheque de 6 millones de dólares que la Conmebol le otorga al campeón, mientras Johan Carbonero le arrebata el trofeo al marcador central. “No hay problema, está en buenas manos”, se ríe el hombre de Racing mientras continúa su charla con los medios.

“Daba mucho por esta copa, porque es una que le faltaba a la institución y está bueno desbloquear eso. Es el objetivo que nos pusimos ni bien comenzó el año, un título internacional, sabíamos lo que peleábamos y viendo los jugadores que teníamos, sabíamos que podía pasar, la ilusión fue creciendo y aquí estamos y el título está”, asegura sin ocultar su alegría.

También tiene palabras de elogio y agradecimiento hacia el entrenador Gustavo Costas: “Sin dudas, él vivió todo acá en Racing, vivió desde los momentos más lindos y más feos, siempre estuvo su amor por el club. Escuchás por ahí alguno cantando, aparece y es Gustavo, te transmite esa felicidad, es alegre, el amor de su vida es Racing, da todo por Racing, lo que no tiene y por eso da tanta alegría que hayamos levantando este título para que él quede en la historia. Creo que merece muchas cosas, que la gente ya le ha dado, pero esto es un salto de calidad”.

Llega el mano a mano con Clarín y la pregunta lo sorprende. No todos saben que su segundo apellido forma parte de la gran historia del fútbol argentino. Su abuelo, Oscar Basso, fue campeón con San Lorenzo y, además, era el presidente de Futbolistas Argentinos Agremiados cuando se decretó una de las huelgas más importantes de profesionales de la historia, que duró cinco meses, entre noviembre de 1948 y marzo de 1949. Bajo su mandato se firmó un nuevo régimen entre la AFA y los jugadores, que incluyó la gran mayoría de las reivindicaciones pedidas por los futbolistas.

El defensor zurdo nacido en Vedia, provincia de Buenos Aires, hace 32 años cambia el chip y responde: “Lo conocí, pero de chico, al año, año y medio, le agarró Alzheimer y no tuve la oportunidad de hablar con él. La verdad, me hubiese encantando que me transmita un montón sus vivencias, pero bueno, está siempre en el recuerdo. La gente que sabe de fútbol me lo recuerda, así que está bueno, me pone feliz y estoy siempre agradecido a la familia, a cada uno de los integrantes del árbol genealógico que me llevó estar acá, a tener cosas de cada uno y disfrutar de ellos”.

Basso abuelo, marcador central, fue campeón con San Lorenzo del torneo de 1946; Agustín García Basso, nieto, también es marcador central y ahora es campeón con otro grande del país, Racing. Pero también logró otro título, según él, en la misma semana. Y tiene que ver con la familia: «A mí me pasó que mi mujer quedó embarazada y lo único que mirábamos era la fecha de la final, porque nos habían dado fecha para el 24 y al final mi hijo nació el 19. Así que esta semana tuve dos títulos, no me puedo quejar, vino con un pan bajo el brazo”.

García Basso la peleó muchísimo, tanto como su abuelo Oscar, quien empezó en Tigre, pasó por River sin muchas chances y recién se destacó en San Lorenzo. Agustín hizo inferiores en Boca, club con el que debutó en Primera en 2013 como lateral izquierdo y con Carlos Bianchi como entrenador. Pero se fue enseguida, primero a préstamos a Douglas Haig, luego Sportivo Belgrano de San Francisco de Córdoba, Ramón Santamarina de Tandil, Agropecuario de Carlos Casares, Estudiantes (BA), Quilmes (allí empezó a jugar de marcador central), Deportivo Cuenca e Independiente del Valle. En algún momento pensó en dejar el fútbol pero siguió peleando.

Agustín García Basso con el trofeo de la Copa Sudamericana que ganó con Racing.Agustín García Basso con el trofeo de la Copa Sudamericana que ganó con Racing.

“Me costó muchísimo -le dice a Clarín y sigue- Cada club me ha dado la oportunidad de crecer, soy un agradecido a la vida y al fútbol. Este amor que uno siente de chico cuando ve la pelota como aquel primer juguete y no la puede soltar nunca más y poder vivir de esto, que es lo que uno ama hacer, es algo muy lindo”.

Y se fue feliz por la vida, esta semana, le dio dos títulos, el de campeón y el de padre. Sin olvidar al abuelo, que fue crack y dejó huella en el fútbol argentino.



Fuente Clarin

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