Juan Martín Del Potro tiene desde hace un tiempo toda su energía concentrada en un objetivo: prepararse de la mejor manera para el partido que jugará el domingo con Novak Djokovic en Parque Roca, con el que se despedirá para siempre del tenis, ese deporte que le dio tantas alegrías, pero al que tuvo que abandonar obligado por su maldita rodilla derecha. Y mientras la cuenta regresiva hacia el adiós definitivo se va acercando a cero, el tandilense quiso «confesarse» con la gente -su gente, la que continuó acompañándolo incondicionalmente aún tras su alejamiento de las canchas- y contar la verdadera historia de la pesadilla que vive desde hace cinco años. Una historia que tenía varios capítulos desconocidos, hasta ahora.
«Siento que tengo que contarles cómo estoy porque me hace bien. Siempre tuve conexión con el público y tal vez este mensaje pueda inspirar o ayudar a otra gente. Mi vida cotidiana no es la que yo deseo», afirmó en un video que compartió en Instagram Delpo, que a los 36 años se ve demasiado cansado, abatido, rendido a su suerte.
El tandilense, ex número tres del mundo y campeón del US Open 2009, reveló detalles del calvario que comenzó aquel fatídico 19 de junio de 2019, cuando en un partido ante Denis Shapovalov sobre el césped de Queen’s se lesionó la rodilla -en la que había sufrido una fractura de rótula un año antes- y no le quedó otra que pasar por el quirófano. Después de eso, Delpo nunca más volvió a ser Delpo.
«Era un tipo muy activo, al que le gustaba mucho hacer deportes. Y ahora me invitan a jugar al fútbol y soy el que lleva el mate y se sienta afuera. O van a jugar al pádel y hago los videítos. Y para mí es terrible. Además, desde lo deportivo me quitaron la ilusión de hacer lo que siempre me gustó hacer, que es jugar al tenis. Y es muy difícil tener que caretear todo las 24 horas. Es muy complicado. Hay veces que no tengo más ganas. No soy indestructible. Soy como cualquier persona que tiene cosas buenas y cosas malas, pero muchas veces tengo que poner buena cara en determinadas situaciones y hay veces que tengo mala energía. Lo de la pierna me consume anímicamente todo. Porque no solo estoy en esa búsqueda de mejorar, sino que además padezco el día a día», relató.
«En el viaje a Tandil de cuatro horas que hago a diario, tengo que frenar a mitad de camino para pararme, estirar las piernas… Me duele muchas veces para dormir, cuando me giro de lado me despierto porque me pegan unos pinchazos muy feos. Viene siendo una pesadilla sin final», comentó. «Me levanto y tomo entre seis y ocho pastillas, un protector gástrico, un antiinflamatorio, un analgésico, una para la ansiedad… Me dicen ‘Bueno, bajá de peso’. Pero si la medicación me hace subir de peso. ‘Bueno, ahora no comas azúcar y no comas harinas’. ¿Pero qué tiene que ver eso con mi rodilla, si yo pesaba 95 kilos y me dolía subir la escalera? O que te insinúen que el problema es psicológico y vos decís ‘No puede ser’. No sé por qué estoy metido en esto. A veces no lo soporto más. Es terrible. Y no sé cuándo va a terminar».
«Una cosas son las piedras que pueden aparecer en el camino, como las lesiones, que para un atleta son lo más complicado. Pero otra cosa es el dolor emocional. Yo me sentía muy poderoso y muy fuerte para afrontar esas piedras que me aparecían y a las que siempre les ganaba. Pero al final del día me doy cuenta que no sé si lo soy tanto. Porque la rodilla me ganó«, reconoció quien antes de este problema en la pierna había salido victorioso de dos batallas duras contra sus muñecas.
Escuchar a Del Potro repasar todo lo que atravesó y aguantó en su búsqueda para volver a jugar (primero) y para mejorar su calidad de vida (después) es darse cuenta que no exagera cuando admite que la rodilla lo derrotó físicamente, pero también consumió su cabeza y su espíritu.
«Cuando me operé la primera vez, el médico me dijo ‘En tres meses vas a volver a jugar’. Esto fue en junio de 2019. Yo me había anotado en los torneos de Estocolmo, Basilea y París porque el médico me dijo ‘Anotate, que llegás bien con los tiempo para jugar’. Después de esa primera cirugía, nunca más pude ni subir una escalera sin dolor», reveló el campeón de la Copa Davis 2016.
Tras esa primera intervención en Barcelona, Delpo pasó por el quirófano otras tres veces -en enero de 2020 en Miami, en agosto de ese mismo año en Berna y en marzo de 2021 en Chicago– con la ilusión de reanudar su carrera tenística. Ninguna le dio una solución definitiva. En febrero de 2022, casi con la seguridad de que nunca volvería a ser el jugador dominante que había logrado darle pelea al Big 3 en su apogeo, aceptó una wild card para jugar el Argentina Open para cortar una inactividad de 965 días. Y tras caer en el debut ante Federico Delbonis, en un partido que terminó llorando, deslizó que ese había sido el final. Aunque no se animó a cerrar completamente la puerta. Él sabía que no iba a dejar de intentarlo, pero eligió mantener lo que siguió en privado para no meterse presión ni ilusionar a nadie.
«Cuando en la conferencia previa a mi partido con Federico dije que probablemente iba a ser el último, encontré un poco de paz. Porque siempre me pasaba que la gente me decía “Delpo, ¿cuándo volvés a jugar?” y yo no podía más del dolor de pierna. Al día siguiente del duelo con Fede me tomé un avión a Suiza y me volví a operar la rodilla. Fue mi quinta cirugía. La gente no lo supo, porque nunca más hice públicas mis operaciones. Dije ‘Esto lo tengo que hacer con perfil bajo, en secreto. Y si llega a funcionar, hago un anuncio de que vuelvo realmente’«, contó.
Y comenzó un relato crudo y conmovedor de todo lo que experimentó desde entonces.
«Fui a Suiza, estuve dos meses encerrado en un pueblo cerca de Basilea, me operaron, hice rehabilitación y no funcionó. A los dos meses y medio me dicen ‘Nos quedó otra cosita, te vamos a volver a operar’. Sexta cirugía. De ahí me fui a Estados Unidos, seguí rehabilitando y entre cirugía y cirugía, probaba tratamientos. Debo tener más de cien inyecciones en la pierna, en la cadera y la espalda. Me infiltraron, me sacaron, me analizaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones… Un sufrimiento diario, que lo sigo teniendo», comentó.
«Me metieron una aguja de 30 o 40 centímetros en el medio del fémur buscando bloquearme nervios, sin anestesia porque el doctor tenía que saber si me había hecho un buen bloqueo o no de acuerdo a lo que yo sentía. Entonces no me podía anestesiar. Y yo gritando, saltando en las camillas, sufriendo ese dolor, para que me dijera ‘Dale, probá, que esta funcionó’. Y yo hacía tac y me dolía. Así, una atrás de otra», continuó.
«Me operé ocho veces con médicos de todo el mundo, gastando fortunas. Cada vez que me ponía la anestesia, sentía que iba a salir bien operado y que no me iba a doler más. Y decía ‘Guau, voy a estar dando la vuelta al dique en Tandil sin dolor’. Y al cabo de dos o tres meses, era llamar al médico y decirle ‘Esto no funcionó, estoy igual que siempre’«, se lamentó Delpo.
Y afirmó: «Todo empezó en aquella primera cirugía. Y la verdad es que cada vez que lo pienso me genera muchísima emoción mala, me da mucha bronca, angustia e impotencia. Pero no lo puedo cambiar».
La esperanza (aunque mínima) de volver a las canchas, que mantuvo viva durante tanto tiempo a pesar de que su cuerpo le decía que el regreso era una utopía, ya fue reemplazada por las ganas de vivir su día a día sin dolor. «Esto no va más realmente. No tengo más ilusión de volver a jugar porque el cuerpo no me lo permite», aseguró. Pero aún tras bajar la vara, Del Potro sigue sin encontrar una solución y explicó que hoy tiene «otra pelea» con los médicos.
«Unos me dicen ‘Ponete una prótesis y dejá de joder’. Y yo muchas veces digo dale, qué me garantiza la prótesis. ‘Vas a tener calidad de vida’. Perfecto, es lo que busco. Ya no busco más correr, jugar al tenis o jugar un partido con mis amigos. Pero después viene otro y me dice ‘No, no le hagas caso porque sos muy joven para la prótesis. Esperá hasta los 50’. Y le dijo ‘Pero Flaco, desde los 31 que no corro, no puedo subir una escalera, no puedo patear una pelota, no jugué nunca más al tenis, ¿voy a estar 15 años más de mi vida así, para ver si a los 50 me ponen la prótesis y llego vivir más o menos bien a los 60?’«, contó.
«Entonces ahora me meto en esa discusión. Y es terrible también, porque es ‘Estos son los escenarios, definilo vos’. ¿Yo tengo que tomar una decisión? Si el médico sos vos. Y el que me decía tiempo atrás ‘Tenés esta lesión, hacé esto’ y estaba tan convencido eras vos. ¿Por qué ahora tengo que definirlo yo? Estoy metido en esa. Ojalá algún día se acabe, porque quiero vivir sin dolor», cerró.
Pese a que la realidad de su rodilla ya no lo deja soñar con volver a competir, Delpo le propuso un «último desafío» a su maltrecho cuerpo, para cumplir «el sueño de jugar un partido más en Argentina». Y está ilusionado con regalarle a la gente un lindo show el fin de semana, en compañía con Djokovic, su viejo amigo y rival.
«Me puse de nuevo con la dieta, vengo bajando de peso. Me puse a entrenar, quiero llegar lo mejor posible. Lo más en forma posible, pero es un show para decir adiós. Ya no hay más vuelta atrás. Y creo que el toque final se lo da Djokovic, que fue muy generoso en aceptar la invitación. Más allá de ese momento personal mío, quiero que junto a la gente le demos mucho amor a él, que se lleve el mejor recuerdo de Argentina», se entusiasmó, con un tono y un semblante un poquito más feliz. «Y al menos si por dos o tres horitas puedo tener un poco de paz en mi pierna y disfrutar algo adentro de la cancha de tenis por última vez, sería muy bonito».