La diferencia abrumadora de Argentina sobre Brasil debe entenderse desde la debacle institucional y futbolística que vive el Scratch. Las preguntas se acumulan tras la paliza en el Monumental. ¿Cuándo empezó la caída que parece no encontrar fin? ¿Hay que buscar la génesis en el 1-7 contra Alemania el Mundial 2014? ¿O hay que viajar hasta la consagración de Corea-Japón 2002? ¿Tiene su culpa la irrupción de las Sociedades Anónimas Deportivas? ¿Por qué no surgen más crack en defensa? ¿Qué pasó con los laterales brasileños, puesto en el que eran una fábrica inagotable? ¿Cuál es la razón por la que los equipos del Brasileirao recurren a tantos entrenadores extranjeros?

Las respuestas pueden ser múltiples, por supuesto. Pero la crisis de identidad de Brasil es indudable. Y es posible que el comienzo del declive más profundo haya que ubicarlo en la terrible goleada 7-1 de Alemania en el Mineirao de Belo Horizonte en la semifinal del Mundial 2014. Ese golpe marcó la ruptura del equipo con el público: nunca más los brasileños volvieron a engancharse con su Selección. Ni siquiera en los días de gloria de Neymar hubo comunión y alegría.

Luiz Felipe Scolari fue el entrenador en aquella jornada histórica frente a los alemanes. Desde entonces, pasaron 5 técnicos: Dunga (26 partidos), Tité (81), Ramón Menezes (3), Fernando Diniz y Dorival Júnior (16). Ahora, los medios brasileños ya hablan de una posible salida del DT y señalan a Carlo Ancelotti y a Jorge Jesús como los candidatos a reemplazarlo.

Para comprender el malestar de época es interesante repasar la actuación de la Selección en Mundiales desde que gritó campeón en Corea-Japón 2002 con Cafú, Roberto Carlos, Kaká, Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo. En Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 se despidió en cuartos de final, en Brasil 2014 fue semifinalista, y volvió a quedarse en cuartos de final en Rusia 2028 y Qatar 2022. Además, en ese lapso perdió la final de la Copa América 2021 contra Argentina en el Maracaná.

La crisis de identidad tiene que ver también con lo que sucede con los entrenadores. De los 20 equipos que tiene el Brasilerao, 9 son dirigidos por extranjeros: 5 de Portugal (Abel Ferreira, Pepa, Pedro Caixinha, Leonardo Jardim y Renato Paiva), 3 de Argentina (Ramón Díaz, Luis Zubeldía y Juan Pablo Vojvoda) y uno de Bolivia (Gustavo Quintero). Recién para esta temporada aflora un cambio generacional en el que Filipe Luis (Flamengo, 39 años) es el mejor proyecto.

También el debate de las SAD (en tierras cariocas SAF) puede aportar conclusiones. En agosto de 2021, Brasil promulgó la Ley de Sociedades Anónimas del Fútbol y fueron varios los clubes que se asociaron. En la actualidad, casi la mitad de los clubes de la Seria A reciben aportes externos. La final de la última Copa Libertadores entre Botafogo y Atlético Mineiro fue la primera final de la historia entre dos clubes-empresa.

Lo que ha sucedido con las SAF, a grandes rasgos, es que desembolsaron sumas irracionales de dinero para repatriar a futbolistas locales o incluso para tentar a grandes figuras mundiales dejando de lado la formación de juveniles. Eso generó un efecto dominó en los equipos no privatizados, como Corinthians, que tiene en sus filas al neerlandés Memphis Depay. Desde ahí se puede entender por qué Brasil no logra sacar un aceptable lateral desde los tiempos de Dani Alves y Marcelo. Lo mismo ocurre con los mediocampistas centrales. Porque el déficit más grande está en el sector defensivo.

Días atrás, el ex volante de San Lorenzo, Paulo Silas, alertó por la rápida salida de juveniles en su país. Palabras más, palabras menos, el ex enganche señaló que los chicos no se terminan de forman porque salen con 16, 17 y 18 años y no se pueden afianzar en Europa. Un par de temporadas después, regresan frustrados para relanzar sus carreras. Los ejemplos abundan. Por caso, días pasados se produjo el retorno a Palmeiras del delantero Vitor Roque (20), quien en 2024 fue vendido a Barcelona en 70 millones de dólares y luego pasó a préstamo sin pena ni gloria por Betis.

Claro que las tormentas adentro de la cancha tienen su correlato afuera: la CBF transita otras tempestades. Conviene recordar que a principio de 2024, el magistrado Gilmar Mendes, de la Corte Suprema de Brasil, decidió devolverle la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol a Ednaldo Rodrigues (estuvo en el Monumental), quien había sido destituido antes de la Navidad de 2023, lo que provocó la amenaza de la FIFA con desafiliar a sus selecciones y clubes de toda competencia oficial. Como en el horizonte asomaba el Preolímpico masculino de fútbol, Mendes atendió una recomendación de la Procuraduría General de la República y la Abogacía General de Brasil que le sugerían a la corte anular la decisión judicial que había despojado a Rodrigues de su cargo.

La salida de la crisis en Brasil parecía tenerla clara Dorival Júnior: emular a la Scaloneta. Para eso comenzó con una profunda renovación, citando a jugadores de equipos medianos de las ligas top de Europa. Pero los resultados lo llegaron y su continuidad ya está en duda. Mientras, todos sueñan con un regreso estelar de Neymar. ¿Se vestirá de salvador Ney o sus días de fantasía ya son cosa del pasado?



Fuente Clarin

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