Apenas un puñadito de preguntas fue las que respondió en conferencia de prensa Marcelo Gallardo tras la eliminación de River en Copa Libertadores. «No tengo mucho para decir», se excusó el Muñeco, visiblemente afectado por el cachetazo. Ocurrió que, casi como nunca, a un equipo suyo le costó competir y no estuvo a la altura de la circunstancia. Lejos quedó el elenco de Núñez de emparejar la serie de semifinales con un Atlético Mineiro que se mostró superior desde lo técnico y lo táctico.

«Desde que uno asume como entrenador ya es responsable: no me voy a quitar ninguna responsabilidad al respecto. Estamos golpeados, teníamos la posibilidad de que la final se jugara en nuestra casa. Es una situación no agradable porque teníamos esa ilusión como todos los hinchas, hay que asimilarlo. Aunque sé que vamos a tener que sacarnos rápidamente esta desilusión», contó Gallardo en un tono bajo.

Pasaron unas horas de la dolorosa eliminación y las culpas del traspié deben repartirse entre todos los protagonistas: cuerpo técnico, jugadores y dirigentes. Pero la lupa en esta nota se pondrá en Gallardo, en el análisis de su mini ciclo desde que retornó hasta este duro golpe. Pasaron varios partidos (16) y a algunas conclusiones se puede arribar. La primordial es que River juega mal y no encuentra el rumbo futbolístico.

Gallardo, en el inicio del partido ante Mineiro, cuando todavía existía la ilusión. (Marcelo Carroll)Gallardo, en el inicio del partido ante Mineiro, cuando todavía existía la ilusión. (Marcelo Carroll)

Hay cosas que mejoraron desde la llegada del Muñeco, conviene aclararlo. La salida de Martín Demichelis era inevitable porque el grupo ya no le respondía. Con Gallardo se cambió la energía y, además, el entrenador fue vital para reforzar el plantel con nombres de peso como Marcos Acuña y Germán Pezzella.

Pero, también corresponde decirlo, River en materia ofensiva juega peor que con Demichelis. O más exacto aún: el equipo evidencia menos herramientas que cuando estaba Micho. La palabra que utilizó Gallardo fue argumentos. Pues bien, por ahora, este River se presenta carente de argumentos a la hora de perforar a una defensa rival y por eso no pudo festejar en 180 minutos ante el Galo de Gabriel Milito.

River tuvo mucha actitud ante los brasileños y pocas ideas para herir a Atlético Mineiro. Según Marcelo Bielsa, tal vez el más estudioso de todos los entrenadores del mundo, en el fútbol existen 29 esquemas tácticos y 11 maneras de llegar al gol. Y River intentó convertir solo mediante envíos laterales y acumulando gente en el área para conectar. Los datos del duelo lo evidencian: lanzó 70 centros y ejecutó 20 córners. Más: los zagueros Rodrigo Battaglia y Junior Alonso se cansaron de despejar pelotas (20 y 11, respectivamente). Tal vez una buena alternativa hubiese sido juntar un rato a Borja y a Bareiro, dos atacantes de referencia.

Gallardo con Bareiro y Pity Martínez, antes de mandarlos a la cancha. (Marcelo Carroll)Gallardo con Bareiro y Pity Martínez, antes de mandarlos a la cancha. (Marcelo Carroll)

¿Qué le faltó a River para convertir en la noche copera? Remates desde afuera (hubo intentos pero no se incluyó desde el inicio a ningún especialista; en el segundo tiempo Claudio Echeverri y Gonzalo Martínez fueron quienes más buscaron), juego interno, desbordes profundos y centros atrás, y jugadas elaboradas en los tiros libres o córners. Así, River se resumió al empuje y a lo que comúnmente se conoce como «centros a la olla».

Más allá de que River mereció marcar un gol y ganar el partido, el justo vencedor de la serie fue el elenco de Belo Horizonte porque fue más certero en la ida en Brasil, ahí donde fallaron los jugadores argentinos y la idea de Gallardo. Tampoco estuvo rápido el Muñeco para leer el juego y cambiar la estrategia.

Los números también sirven para graficar lo irregular de los primeros partidos del nuevo ciclo de Gallardo. De los 48 puntos que tuvo en disputa, ganó 24; es decir, el 50 por ciento. Además, en 7 duelos no pudo marcar goles y en total solo convirtió 13, lo que entrega una media de 0,8 gol por encuentro.

«El gol no llegó, y cuando no llega el gol se empieza a desinflar la ilusión. Más allá de que se nos empezó a hacer cuesta arriba, el equipo insistió hasta el final, pero no tuvimos la conexión del gol. Y, cuando no la tenés, es muy difícil. Pero el esfuerzo lo hicimos», contó el Muñeco. Y aclaró: «Si algo hay que valorar es al hincha de River, el sentimiento y la pasión que mostró con un equipo que no viene jugando bien».

El final: Gallardo consuela a Colidio y a Echeverry. (Fotobaires)El final: Gallardo consuela a Colidio y a Echeverry. (Fotobaires)

No tendrá espacios para los lamentos River, que ya piensa en el duelo del sábado contra Banfield. El conjunto de Núñez necesita sumar puntos para clasificar a la próxima Copa Libertadores. Con poco tiempo y margen, intentará Gallardo, sin dudas el entrenador más preponderante de la historia de la institución, mezclar y repartir de nuevo. Debe recuperar el gol explorando los distintos caminos, pero también la ambición ofensiva, la presión asfixiante y el juego interno que siempre caracterizaron a sus equipos. Y es el propio Gallardo el mejor capacitado para lograrlo.



Fuente Clarin

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