Es probable que Diego Armando Maradona sea el personaje más inabarcable de la historia moderna. Una duda surge ahora que las series de las plataformas de streaming están de moda: ¿cuántas se podrían rodar con Diego como protagonista estelar? De una y otra manera se podría trabajar sobre Diego y el fútbol, Diego y los Cebollitas, Diego y la familia, Diego y Napoli, Diego y la Selección, Diego y los excesos, Diego y la pobreza, Diego y la riqueza, Diego y la farándula, Diego y la política y tantas más. La lista podría ser casi infinita, por lo que convendría poner en duda si el campeón del mundo en México 1986 vivió simplemente 60 años. ¿O acaso en un año de la vida de Maradona pasan las mismas cosas que en 365 días de un argentino promedio?
Y como la vida de Maradona fue tan abundante, existen facetas menos exploradas. Una de ellas es su relación con los detectives privados. Antonino Restino fue el primero en seguirlo a sol y a sombra durante sus días en Napoli. Fueron 18 meses a partir de enero 1988. De esa marca personal quedó un registro: Restino presentó hace unos años el libro “La espía de Dios”, en donde cuenta sus días como sabueso del Diez.
Un poco menos conocida es la investigación que encargó Sevilla en 1993 para demostrar que Maradona incumplía con sus labores contractuales. Durante 60 días, un grupo de entre 6 y 8 detectives siguieron a Diego para registrar su falta de profesionalismo. La intención del club de Andalucía era acreditar esa falencia para ahorrarse algo más de un millón de dólares.
“La casa de Diego, que se la alquilaba Juan Antonio Ruiz Román, conocido acá como Espartaco, era una feria. La gente iba y venía a cualquier hora; se montaban fiestas interminables”, le dice a Clarín Charlie Molina, el más activo de los detectives que acompañaron a Maradona en Sevilla. Y aclara, desde Cadiz: “Aquellos seguimientos sirvieron para demostrar que llevaba una vida impropia de un deportista; nuestro trabajo consistía en acreditar eso”.
Charlie Molina, a punto de cumplir 60 años, aún sigue ejerciendo de detective privado. En el rubro comenzó casi de casualidad en 1989 y desde entonces no ha parado. “Lo mío era el rock and roll, tenía un par de bandas reconocidas en la zona. Por un amigo empecé a ayudar como auxiliar en uno de los despachos de la ciudad. Mi conocimiento de la noche me sirvió para meterme en la actividad. Para cuando me llegó lo del trabajo de Maradona, yo ya era un tipo despierto”, avisa Charlie.
Fueron caóticos los días de Maradona en Sevilla, donde anotó 7 goles en 29 partidos. Hubo amor entre el argentino y los sevillanos en los primeros meses, desde el debut oficial ante Athletic, 3 de octubre de 1992. Pero el cariño fue transformándose en bronca a partir de febrero de 1993. Y dos amistosos de Argentina fueron el detonante de la guerra entre Diego y el club. Sucedió que el presidente del conjunto andaluz, Luis Cuevas, le dio permiso a Diego para viajar a Argentina y jugar un amistoso contra Brasil en cancha de River, el 18 de febrero. Eso sí: tanto Maradona como Diego Pablo Simeone debían regresar un viernes para jugar el domingo 21 contra Logroñés por la liga local. Sin embargo, los futbolistas llegaron apenas unas horas antes del juego. Bastante más: al culminar el duelo (derrota 2-0) en suelo español, retornaron a Buenos Aires para disputar la Copa Artemio Franchi en Mar del Plata contra Dinamarca, el 24 de febrero.
Ese ir y venir sin permisos de Maradona terminó por romper las relaciones. Diego retornó furioso a España y se producirían sus peores días: engordó 15 kilos y faltó en reiteradas oportunidades a los entrenamientos. Jugó tan solo 7 de los últimos 17 partidos de liga doméstica. Y Sevilla no pudo clasificarse a las competiciones internacionales, que era el objetivo de mínima.
Además, en ese tiempo, Maradona tuvo una recordada pelea con Carlos Salvador Bilardo, el entrenador de Sevilla. Ocurrió el 13 de junio durante el partido ante Burgos en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. El Narigón decidió sacarlo a los 7 minutos del complemento y el Diez abandonó el campo de juego a puro insulto. “Lo vamos a resolver como hombres”, dijo Diego, que se fue del estadio antes de que termine el encuentro. Después, no entrenaría durante la semana posterior y faltaría al último juego del campeonato frente a Sporting de Gijón.
En ese contexto es que irrumpen los detectives con el fin de no pagar una parte del millonario contrato de Maradona. Lo primero que hizo el presidente Cuevas fue contactar a Perfecto Cuesta González, el más famosos de los detectives de Sevilla. “Para seguir a Maradona se necesitan varias personas”, explicó Perfecto, que rápido asoció a la agencia Walker’s, que era dirigida por Fernando Osto Jiménez y en la que Charlie Molina era el mejor de los trabajadores.
«Maradona iba en un Porsche Carrera 2 y yo tenía una Kasawaki Zephir 750, por lo que podía seguirlo. En esa época, la circunvalación no tenía semáforos y Diego podía acelerar hasta 190 kilómetros por hora. Volaba”, cuenta Charlie. Y sigue: “Montábamos guardias en su casa en Simón Verde, que tenía solo una salida, y los seguíamos por las noches, en los hoteles, en las discotecas y en los prostíbulos; también logramos infiltrar a algunas chicas”.
-¿Alguna vez quedaron cara a cara?
-Nunca. Una vez se frenó en el medio de la Avenida de la Palmera y sa bajó de su Porsche corriendo con su representante, Marcos Franchi, para agarrarme y darme duro. Me pude escapar con la moto y me escondí en el kiosco de una conocida. Maradona era buena gente, pero estaba perdido: no supo dominar la droga. Además, los de su alrededor se aprovechaban demasiado de él.
-¿Qué te generaba Maradona? ¿Era un ídolo para vos?
-Yo soy fanático del Betis y mi Dios no es ni Maradona ni Messi: es Julio Cardeñosa. Entonces, lo de Diego lo tomé como un trabajo más. Ahora acá estamos flipando un poco con Giovani Lo Celso.
Luego de dos meses de seguimiento, el detective Perfecto Cuesta González le entregó a los dirigentes de Sevilla un informe con más de 100 páginas, videos y fotos. El expediente, que aún estaría en la caja fuerte de un banco, fue utilizado en el juicio para que Sevilla no abone parte del contrato de Maradona. Finalmente, Diego rompió el vínculo y el club español se ahorró varios miles de dólares. La deuda era de 1.125.000 dólares a la empresa holandesa Septor Holding B.V, la encargada de gestionar la imagen de Diego en España.
“Hicimos un buen trabajo, aunque Diego no era un tío que se cuidara mucho”, aclara Charlie Molina, el sabueso que tiene una historia peculiar: de día trabaja de detective e intenta ocultar su rostro lo más posible, mientras que de noche es una estrella de rock and roll bajo el alter ego de Super Tony Luz, un cantante histriónico y lleno de energía. Un dato revelador: fue la voz y el compositor principal de la banda The Vagos, que tuvo gran éxito en la década de 1990 y con el que grabó dos discos, el más conocido titulado: “No soy gay pero me cabe el AVE”.
“Me encanta el rock argentino, Litto Nebbia, Pescado Rabioso, Los Gatos. Allá son buenos de verdad. En YouTube hay varios videos de mis bandas, la más conocida es The Vagos, donde hacíamos cosas locas como pintarnos y disfrazarnos. Ahora estoy tocando con Roper Casino, hacemos soul blanco y en directo triunfamos”, asegura el detective rockero.
La vida de Charlie Molina siguió tras el seguimiento a Maradona y con el tiempo pudo montar su propio estudio, Medel. Continúa trabajando con la misma pasión y tocando rock and roll por las noches. “Las contrataciones en el estudio han bajado bastante porque los cuernos ya no constituyen delito: no sirve como prueba para separaciones o temas de cuotas alimentarias. Ahora mismo me estoy yendo a un bar donde debo que demostrar que la camarera se roba algunas cosas. Después, tengo que seguir a un albañil que dice no trabajar por problemas en las piernas y no le pasa dinero a su ex mujer”, cierra Charlie, el detective que siguió a Maradona en sus alocados días en Sevilla.