El mito de que no hay equipos invencibles se volvió a comprobar esta tarde cuando en Dublín el Atalanta del entrenador Gian Piero Gasperini y del arquero Juan Musso acabó con el invicto de 51 partidos de Bayer Leverkusen para coronarse como campeón de la Europa League. Y estuvo bien la goleada 3-0 y es merecido también el primer título en la dilatada carrera del técnico italiano de 66 años que llegó al conjunto de Bérgamo en 2016 y que con sus ideas ofensivas y estéticas revolucionó la ciudad y también el fútbol italiano.
Es un sabio Gasperini, un estudioso del deporte. Tal vez el mejor elogio que le hicieron a su monumental trabajo salió de la boca del verborrágico José Mourinho. «Es el técnico más duro al que me he enfrentado en mi vida. En un Inter-Genoa, cambié cinco veces el esquema y él me contrarrestó igual. Fue una batalla entre perros y gatos», confesó el portugués.
Gasperini, se dijo, arribó a Bérgamo en 2016 y le cambió la cara al club: Atalanta pasó de ser un equipo que peleaba por no descender a uno que lucha por los puestos de arriba. Hay que recordar que en la temporada 2019/2020 llegó a la última fecha de la Serie A con posibilidades de ser campeón y alcanzó los cuartos de final de la UEFA Champions League. Y que cayó en tres finales de Copa Italia (2019, 2021 y 2024).
No sorprendió Gasperini al hacer lo que hizo en Irlanda porque lo que buscó ya forma parte de su ADN futbolístico: jugó mano a mano en toda la cancha y con un bloque alto para asfixiar la buena salida de pelota de Bayer Leverkusen. Así, cada futbolista de Atalanta tuvo una marca personal asignada y lo siguió por todos los sectores del campo de juego. En el campito, o en el nivel amateur, a esta táctica se la denomina “seguir al rival hasta abajo de la cama”. Algo así como 11 peruanos Luis Reyna para seguir a 11 eventuales Diego Maradona. Nada que Marcelo Bielsa no haya implementado en sus distintos equipos
A bordo de un 3-4-3, el elenco italiano se plantó en campo rival y ahogó desde lo físico. Presionó, fue agresivo, atacó en pocos segundos y abusó de las faltas sencillas (21). Al conjunto alemán le costó sortear la táctica porque además de oprimido, estuvo errático. Dos salidas en falso provocaron los dos goles del nigeriano Ademola Lookman. En la primera, Davide Zappacosta llegó al fondo y el atacante se aprovechó de una distracción de Exequiel Palacios para marcar el 1-0; en el segundo, el goleador cortó un mal pase de Adli y desde la medialuna la clavó al palo izquierdo Matej Kovar luego de dejar atrás a Xhaka con gran caño.
El Leverkusen fue una sombra de lo que fue a lo largo de la temporada porque no entendió cómo jugar el partido. O más exacto: no contempló un plan B. La manera de superar una presión individual tan alta es con salidas de precisión quirúrgica (no las tuvo) o salteando líneas con pelotas largas (jamás lo hizo).
Movió el banco Xabi Alonso para el segundo tiempo y rompió con los esquemas espejos: puso al atacante de área Victor Boniface por el zaguero Josip Stanisic para armar un 4-4-2. Con esa modificación, Atalanta dejó de presionar, bajó varios metros su punto de inicio y se plantó de contra. Porque sí: Gasperini también puede ser pragmático. Manejaron la pelota los alemanes, pero estuvieron muy erráticos. Fue malo el rendimiento de Exequiel Palacios, que fue sustituido a los 23 minutos del complemento.
A los 30 minutos, Lookman coronó su final de ensueño con un golazo para su triplete: gambeteó en el área y la clavó de zurda al ángulo izquierdo del arquero.
“Si tuviera que resumir mi filosofía en una frase sería que no creo y nunca creeré en el concepto de esperar que tu oponente cometa un error. La formación no importa, sino con cuántos jugadores atacas o defiendes. Usar una defensa de tres se consideró una herejía, pero ahora Inter, Roma, Juventus, Lazio la utilizan. Mi idea del juego es involucrar a todos y entrenamos mucho con el balón. El fútbol holandés ciertamente influyó en mi visión. Saber defender seguramente te haga invencible, pero para vencer tienes que saber atacar”, supo destacar Gasperini.
Es campeón Atalanta, entonces, que se consagró por primera vez en Europa en sus 116 años de vida y que levantó su segundo título en la historia tras la Copa Italia 1962/63. Lo logró por los goles del nigeriano Ademola Lookman y por la mano de Gian Piero Gasperini, el entrenador al que el fútbol le debía un campeonato.