Gusto a despedida (o al menos, a comienzo de un adiós) tuvo el paso de Andy Murray por el Masters 1000 de Miami. El escocés, de 36 años y 62° del ranking, fue eliminado del certamen de Florida en tercera ronda, al caer en un peleado partido de casi tres horas y media ante Tomas Machac y, aunque hace menos de un mes había dicho que no hablaría más de su retiro hasta que hubiera tomado la decisión definitiva de colgar la raqueta, volvió a insinuar que esta será su última temporada. Y la confirmación de la durísima lesión que sufrió en el duelo con el checo -rotura en el ligamento talofibular anterior del tobillo izquierdo y rotura casi completa del ligamento calcaneofibular- hace pensar que el tenis despedirá en este 2024 a otro de esos Cuatro Fantásticos que marcaron una era.

Murray -que fue número uno y ganó tres Grand Slams y dos oros olímpicos en pleno apogeo de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic– parece inmerso desde hace varias temporadas en una carrera contra el tiempo y contra su propio cuerpo. En 2019 estuvo a punto de ponerle fin a su etapa de jugador por un problema en la cadera derecha que no lo dejaba ni caminar sin dolor. Pero pasó por el quirófano y regresó en buena forma, con una cadera de titanio. Volvió a ganar títulos (uno en dobles y otro en singles, ambos 250), a jugar en un gran nivel y recuperó terreno en el ranking (de estar afuera del top 800 llegó a tocar el 36° lugar), pero los problemas físicos no lo dejaron competir con continuidad ni en su mejor nivel o conseguir resultados resonantes en las citas más importantes.

En Miami, por ejemplo, cortó una racha negativa de siete meses sin ganar dos partidos consecutivos. Lo había hecho por última vez en agosto en Toronto, donde venció a Sonego y a Purcell, antes de bajarse de su cruce con Jannik Sinner por un problema en el abdominal. En la cita de Florida, debutó con un buen triunfo ante Matteo Berrettini y luego derrotó a Tomás Etcheverry. Y daba pelea ante Machac antes de torcerse el tobillo en el tercer set, con el marcador igualado 5-5. Igual, con los ligamentos rotos (aunque sin saberlo), completó el encuentro, que el checo se terminó llevando por 5-7, 7-5 y 7-6 (7-5).

Tras la derrota, y aún sin conocer la gravedad de la lesión, Murray comentó que esa había sido su último presentación en el torneo.

«Estaba pensando que es el último partido que voy a jugar acá, lo que es triste porque me encanta este certamen. Me habría gustado que durara un poco más. Miami ha sido mi hogar tenístico. Pasé acá gran parte de mi carrera. Hice gran parte de mi trabajo, entrenamiento y preparación. Me encanta la ciudad. Este torneo es muy importante para mí, así que fue un poco más emotivo dejar la cancha hoy de lo que podría ser en otros eventos», aseguró en declaraciones divulgadas por el diario inglés Mirror.

El escocés, ganador del US Open 2012 y de Wimbledon 2013 y 2016, se fue igual con buenas sensaciones en cuanto a lo tenístico.

«Fue bastante positivo, hubo algunas buenas señales en mi juego, definitivamente una mejora en los últimos torneos. No perfecto, pero teniendo en cuenta todo lo que hice para ganar partidos y para empujar Thomas, estoy orgulloso de mí mismo. Es extremadamente difícil hacer lo que estoy haciendo. Poder seguir compitiendo con estos chicos es un mérito para mí mismo y para el trabajo que he hecho y el esfuerzo que he puesto para mantenerme en esta posición», reflexionó.

Sin embargo, se despidió con una frase que hizo pensar que ese retiro del que no quiere hablar mucho -y sobre el que le suelen preguntar en cada conferencia desde hace años- podría hacerse realidad este año.

«Ahora estoy deseando que llegue el final, dar lo mejor de mí en los próximos meses y poder irme a casa con mi familia», confesó el campeón olímpico de Londres 2012 y Río 2016.

Cuando esas palabras todavía estaban dando vuelta en el aire, Murray contó en sus redes sociales cuán dura era la lesión que había sufrido en Miami.

«Ayer, hacia el final de mi partido, sufrí una ruptura completa de mi ATFL y casi rotura total de mi CFL. Veré a un especialista en tobillos cuando regrese a casa para determinar los próximos pasos. No hace falta decir que este es un golpe difícil de recibir y estaré fuera por un largo período», escribió en su cuenta de Instagram.

Cerró con un mensaje lleno de esperanza y un toque de humor: «Volveré con una cadera y sin ligamentos en el tobillo cuando sea el momento adecuado». Pero ni siquiera con esa afirmación logró disipar la sensación de que -muy probablemente- esta lesión terminará adelantando el final. Sobre todo porque él mismo había avisado hace un mes, después de perder en octavos de Dubai, que no se imaginaba jugando más allá del verano europeo (¿habrá estado proyectando un adiós en Wimbledon o en los Juegos Olímpicos de París?).

Con una larga recuperación por delante, quizás el tenis haya visto los últimos golpes de uno de los jugadores más batalladores de los últimos años. Y quizás Murray, como ya ocurrió con Federer, terminará despidiéndose lejos de la competencia.

El suizo, uno de los mejores de todos los tiempos, nunca pudo rehabilitar del todo la rodilla derecha, que había empezado a molestarlo a principios de 2020, y le bajó el telón a su carrera en la Laver Cup 2022, jugando un dobles inolvidable con Nadal y con Murray y Djokovic también como compañeros de equipo.

Roger abrió el camino, que parecen cerca de seguir al menos dos de esos cuatro jugadores extraordinarios. Rafa, de 37 años y quien está luchando con diferentes lesiones desde hace un par de temporadas, insinuó varias veces (sin confirmarlo nunca) que el 2024 será su último año en el circuito. Y ahora Andy, cansado de los dolores físicos, también comenzó a coquetear seriamente con la idea de «jubilarse».

El escocés tiene aún magia en su raqueta, pasión por el tenis y espíritu de lucha (y experiencia en esto de renacer de las cenizas), pero el durísimo golpe que recibió en Miami, que lo mantendrá alejado de las canchas durante un buen tiempo, podría haber sentenciado su destino. ¿Será realmente el final para él?



Fuente Clarin

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