Un campeonato mundial, título nacionales y regionales, decenas de combates profesionales, miles de kilómetros recorridos y más de medio siglo de historia vinculada al boxeo son parte esencial de la familia Chaves. El representante más joven de este linaje conoce al dedillo estos antecedentes, los absorbió desde la infancia, pero no los carga como una mochila de plomo. “Me lo tomo con tranquilidad. Quiero hacer mi historia y dejar el apellido bien arriba”, asegura Alan Abel Chaves, quien el sábado afrontará el reto más desafiante de su corta carrera profesional: enfrentará al sudafricano Xolisani Ndongeni en una pelea que se desarrollará en el estadio de la Federación Argentina de Box y que podrá verse a través de TyC Sports desde las 22.
Quien comenzó a nutrir las raíces de este árbol genealógico a fines de la década de 1960 fue Rudecindo Chaves, el primer púgil profesional de la familia, quien combatió varias veces en el Luna Park, enfrentó al doble retador mundialista Manuel González, fue sparring de Víctor Emilio Galíndez y también trabajó con Carlos Monzón. Ya retirado, montó en la década de 1980 un gimnasio en el estacionamiento de su casa del barrio Santa Brígida de San Miguel, en el noroeste del conurbano bonaerense, donde formó a quienes seguirían sus pasos.
Tres de los seis hijos de Rudecindo optaron por el boxeo. Ismael Armando llegó a ser campeón argentino superligero y perdió una eliminatoria al título del Consejo Mundial de Boxeo con el ruso Kostya Tszyu en 1997 en Australia. Ariel Gabriel fue monarca nacional wélter, venció dos veces al santafesino Carlos Baldomir (quien una década después sería campeón mundial) y fue rival de Sergio Maravilla Martínez y del ucraniano Serhiy Dzinziruk, luego titular superwélter de la Organización Mundial de Boxeo. Carlos Abel fue un superpluma que combatió como rentado durante casi 10 años y totalizó 23 victorias y 9 derrotas.
La tercera generación de esta dinastía, la de los nietos de Rudecindo, contó con otros seis profesionales de los guantes. El que alcanzó mayor renombre fue Diego La Joya Chaves, quien fue campeón interino wélter de la Asociación Mundial de Boxeo entre 2012 y 2013, y, a los 38 años, todavía sigue peleando. Entre los primos de Diego que compartieron o aún comparten esta actividad, el joven Alan, de 23 años e hijo de Carlos Abel, es quien hoy atrae la mayor atención de una familia cuya cotidianidad gira alrededor de este deporte.
“El boxeo está presente todos los días y todo el tiempo. A veces tratamos de salir un poco de esto para distraer la cabeza, pero es algo que está presente desde hace años y que seguirá estando. Tenemos una muy linda relación y trabajamos todos juntos para mi carrera”, cuenta Alan, cuyo entrenador principal es Ismael, su tío y padrino, y cuyo manoplero es su primo Axel. “Diego también ayuda, igual que mi viejo, que me acompaña a entrenarme”, añade. El equipo se completa con Darío Gebel, su preparador físico, y Santiago Arriva, su nutricionista.
El zurdo sanmiguelino integró el seleccionado argentino (compitió en los Juegos Suramericanos de la Juventud Santiago de Chile 2017 junto a su primo Taiel) y debutó en el pugilismo de paga en febrero de 2021, cuando batió por nocaut técnico en el primer asalto a Diego Cabrera en Pérez (Santa Fe). Esa fue la primera de sus 16 victorias consecutivas (14 antes del límite) en poco más de tres años. En noviembre de 2022 superó al venezolano Keine Montenegro en el microestadio de Argentinos Juniors y así obtuvo el título mundial juvenil ligero de la OMB, que ya defendió cuatro veces.
El 17° desafío profesional para Veneno –apodo que le puso su primo Axel cuando todavía era amateur- será, a priori, el más complicado. El sudafricano Ndongeni tiene 34 años y casi tres lustros de experiencia sobre el cuadrilátero. Fue campeón mundial ligero de la Organización Internacional de Boxeo, una entidad de segundo orden en el universo del pugilismo, y tiene un récord de 32 victorias (19 por la vía rápida) y 5 derrotas.
De su foja de servicios, destacan más algunas caídas que sus triunfos. En enero de 2019, cuando todavía estaba invicto luego de 25 presentaciones, enfrentó al estadounidense Devin Haney en Shreveport (Luisiana): cayó por puntos ante el hombre que ocho meses después ganaría su primer título mundial y que hoy es uno de los mejores libra por libra del planeta. Ya en el rol de probador de púgiles en ascenso, se midió con los imbatidos estadounidenses Ernesto Mercado, Arnold Barboza y Raymond Muratalla: los tres lo vencieron, aunque solo Barboza consiguió noquearlo.
Chaves estudió al detalle a su rival durante las últimas semanas y cree tener la fórmula para doblegarlo. “Él suele salir muy movedizo en los primeros tres rounds y nunca deja de tirar. Pero a veces no ve los rectos, hay muchas manos que no llega a esquivar. Y cuando le pegan, se queda plantado en el lugar. Además, prácticamente ninguno de sus rivales lo trabajó al cuerpo y eso permitió que él tuviera aire para tirar 10 o 12 rounds. El trabajo al cuerpo es mi arma más fuerte, así que voy a ir sobre eso”, explica.
Si bien Chaves ya se presentó cuatro veces en el Luna Park (la última fue el 30 de marzo, cuando noqueó al venezolano Raúl Morillo), la velada del sábado en la FAB será la primera que tendrá su nombre en la cabeza del cartel. “Esta es mi primera pelea de fondo y esa es una gran motivación. Hay mucha gente que va a ir a verme y mucha que me va a acompañar por televisión. Estoy recibiendo un montón de mensajes de aliento de personas que me siguen y eso me motiva muchísimo”, celebra.
– ¿Y después del sábado? ¿Qué proyectás a mediano plazo?
-Hasta fines del año pasado, estaba loco por ir a pelear afuera con cualquiera. Pero pensándolo un poco, me di cuenta de que este es recién mi tercer año como profesional. Es una carrera corta y que me la están llevando muy bien. Que ahora me hayan puesto un rival con experiencia para probarme es algo muy positivo. Ahí voy a saber si a corto o mediano plazo estaré para ir a pelear afuera o si tengo que hacer otras pruebas en Argentina para estar realmente listo.
Su aspiración, como la de cualquier hombre o mujer que se calza un par de guantes, es combatir por un título mundial. En su caso, en una categoría que en estos días cuenta con campeones de primer nivel: los estadounidenses Gervonta Davis (AMB) y Shakur Stevenson (CMB), y los ucranianos Vasiliy Lomachenko (FIB) y Denys Berinchyk (OMB). Veneno procura acercarse a ese objetivo con paciencia, compromiso y el respaldo de una familia de boxeadores. De todos modos, tiene claro que no se gana ni se pierde una pelea con el apellido, ni siquiera con uno tan pesado como el suyo: “No hay ventajas ni desventajas en llamarse Chaves. Hay que trabajar, subir al ring y ganar. No queda otra”.