La victoria de Los Pumas sobre los Springboks en tierras santiagueñas le extendió la «vida» al seleccionado argentino en la ilusión de obtener por primera vez el Rugby Championship. Es cierto que una consagración que tendría tintes históricos extraordinarios el sábado en Nelspruit -por tratarse apenas del segundo triunfo ante los sudafricanos como visitantes pero, sobre todo, porque debería llegar con el punto bonus y sin que los bicampeones del mundo consigan el bonus defensivo- sería otro mojón inolvidable para el rugby nacional pero de ninguna manera quedar arriba de las tres potencias del hemisferio Sur significaría algo más que un simple resultado. Porque, justamente, los resultados no son los que deben movilizar a un equipo que todavía es irregular y que ofrece presentaciones, hasta en un mismo partido, más propias de los saltos de un electrocardiograma que de un rendimiento lineal. Lo visto el sábado dio otra muestra de ello.
Felipe Contepomi, su staff y el plantel son conscientes de que los triunfos ayudan a fortalecer la confianza pero que ellos son sólo los puentes para armar un equipo definitivamente serio, constante, mejor al actual y con una manera de juego definida. Todos ellos saben que quedar arriba de Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia no significará que Los Pumas sean superiores a los tres. Se puede hablar de una cierta paridad actual con una versión de los Wallabies que es una de las más flojas de los últimos tiempos pero tanto los Springboks como los All Blacks hoy siguen siendo mejores y más: junto con Irlanda integran la tríada de los tres seleccionados que marcan el pulso del rugby internacional.
El del sábado fue un partido para dividir en tres partes. Más allá de que el scrum argentino fue flojo en ese arranque, que el line y el contacto funcionaron pero que era necesario mejorar las salidas y los kicks a cargar para emparejar producciones, los primeros 15 minutos se jugaron bajo las normas que dictó Sudáfrica. Scrum, patada y luego la inefable fórmula en la que los Springboks son los mejores del mundo: line y maul para llegar al try.
Sin embargo Los Pumas consiguieron neutralizar ese juego con su propio plan que pudieron plasmar en la cancha en los segundos 25 minutos de esa mitad inicial. Para ello hicieron lo contrario: con espíritu los forwards mejoraron en el contacto, maquillaron las diferencias de peso y altura (a favor de los Springboks, 20 kilos en la primera línea y ocho centímetros en la segunda y con una superior técnica individual y colectiva en su organización del fijo) y con una mayor posesión los argentinos comenzaron a mover la pelota y sacaron al adversario de su zona de confort.
Los Pumas, en ese lapso en el que consiguieron cuatro tries en apenas 21 minutos, fueron impredecibles, «divinamente» desorganizados y anárquicos. Y eso les resultó. Claro que para ello volvieron a contar con la dirección -aún con altos y bajos- de Gonzalo Bertranou y, fundamentalmente, de Tomás Albornoz, un apertura que parece haberle ganado la pulseada a Santiago Carreras (a propósito, ya había acuñado la frase alguna vez César Menotti: «El inodoro va en el baño y la heladera, en la cocina»; sin tantas vueltas…)
En la segunda mitad los Springboks volvieron a imponerse en el juego pero fueron imprecisos e ineficientes. Apenas iniciado el último capítulo habían entrado cuatro forwards frescos aunque a pesar de ese temible «bomb squad» desaprovecharon la ventaja en el scrum que, con el ingreso del experimentado y áspero Eben Etzebeth, incluso mejoró aún más.
Aún en ese trámite más cerrado -o más sudafricano, si se prefiere- los argentinos, fortalecidos con el tackle para clausurar su ingoal, pudieron liquidarlo con dos lines increíblemente perdidos en pleno campo rival cerca del cierre y no sufrir con ese penal absolutamente factible que el poco confiable Manie Libbok falló. En el momento exacto de la patada del apertura el reloj marcaba 78 minutos y 57 segundos para el final y difícilmente se hubiera dado vuelta la historia.
¿Hubiera cambiado algo si Libbok acertaba? Sólo un resultado. El concepto hubiera seguido siendo el mismo porque Los Pumas ya habían dado un paso adelante de todas maneras en la búsqueda de su identidad. Y eso es lo que realmente cuenta.