Todos recuerdan a Eric Moussambani. Y si no lo recuerdan acá va una pequeña reseña. En Sidney 2000 el ecuatoguineano pasó a la posteridad como «el nadador más lento de la historia» al completar su eliminatoria de los 100 metros en 1m52s72, seis segundos por encima del actual récord mundial de los ¡200 metros libres! Merece una nota aparte Moussambani -de hecho, ya las tiene-. ¿A qué viene esta disquisición? París 2024, que está por terminar en un rato, tuvo su Moussambani. Fue en el maratón femenino y la protagonista de la historia fue la butanesa Kinzang Lhamo, que llegó a la meta ¡90 minutos! después que la ganadora, la fenomenal neerlandesa Sifan Hassan, y casi una hora más tarde que la penúltima, la nepalesa Shantoshi Shrestha.
Lo mejor de todo es que Lhamo, además, estableció su mejor marca personal en los 42,192 kilómetros, en los que las dos representantes argentinas, Florencia Borelli y Daiana Ocampo, cumplieron un gran papel. Es, tal vez, el cuento de hadas más parsimonioso del olimpismo.
¿Quién es Kinzang Lhamo? Acá se intentará diseccionar un poco su vida y obra a partir de los datos que pululan -y sobre todo coinciden- en Internet. Por empezar es de Bután, un pequeño país del sur de Asia ubicado en la cordillera del Himalaya, que no tiene salida al mar y que está atrapado entre la República Popular China y la India. Es una monarquía constitucional gobernada por el rey dragón Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, con una superficie que es del doble del tamaño de Tucumán y cuya principal actividad económica proviene de la agricultura.
Llevó a París 2024 tres deportistas. El tirador con arco Lam Dorji, que quedó eliminado en los 32avos de final en la prueba individual masculina -la misma instancia a la que llegó el argentino Damián Jajarabilla. Después compitió el nadador Sangay Tenzin, de 20 años, que quedó 74° en los 100 metros libres de natación. Casualmente, la misma ¿especialidad? de Moussambani.
La delegación de este pequeño país asiático, que tiene al budismo como religión oficial, se completó con Lhamo, nacida el 15 de junio de 1998 y de 1m59 de altura. Nadie, ni ella, se hubiese imaginado que se convertiría en la sensación del último día de competencias en la capital francesa.
Fue, por empezar, la primera butanesa en competir un maratón olímpico. Y también fue la primera vez que corrió fuera de su país y sobre una superficie plana. Llegó 80° -hubo, ojo, once que no completaron la prueba- con un tiempo de 3h52m59 a fuerza de perseverancia y de los aplausos del público que la ayudaron a cruzar la meta 1h30m04 por detrás de Hassan, que voló y estableció un nuevo récord olímpico.
Otro dato: cuando la neerlandesa cruzó la línea de llegada, Lhamo se hallaba en la marca de 38 kilómetros. Es decir, necesitó más de 90 minutos para completar ese último tramo que equivale al diez por ciento de la distancia total..
La recta final de Lhamo fue un thriller. Claramente ya no le daba el cuerpo. No tenía fuerzas, pero perseverante siguió adelante como pudo. Primero detuvo su marcha a falta de dos kilómetros, luego empezó a caminar. Los fanáticos, enardecidos y contagiados por su entrega, no paraban de alentarla. En los últimos metros, cambió el ritmo y llegó a destino con un trote cansino. Se emocionó y se desplomó. Una asistente de su país fue asistirla y, entre lágrimas, dijo: “El objetivo era que lo terminara y lo hizo”. Lhamo dejó el lugar en silla de ruedas. Fue un momento estremecedor.
Lhamo forma parte del Ejército Real de Bután y, en realidad, está especializada en ultramaratones de montaña. Según su currículum fue segunda en 2022 en la Snowman Race, una competencia de cinco días a través de las montañas del Himalaya, su lugar en el mundo. Son 203 kilómetros de pura dificultad con recorridos por lugares ubicados a 5.470 metros metros sobre el nivel del mar. Ya en 2023, por citar alguno de sus méritos deportivos, se impuso en el Maratón Internacional de Bután. Todas pruebas con la altura, las cuestas y las bajadas como condimentos extra.
En una entrevista con Deutsche Welle, antes de vivir este domingo que nunca olvidará, avisaba: «Mi primer objetivo es completar el maratón y luego batir mi propio récord personal. Será mi primera participación en una competición internacional y mi primera vez en Europa». Llegaba con un antecedente de 3h26, pero en montaña. La página oficial de los Juegos Olímpicos marca las 3h52m59 como su mejor marca personal.
«Siempre ha sido uno de mis sueños competir en un escenario como este. Nunca imaginé que algún día tendría la oportunidad, pero estoy muy agradecida de que me hayan dado la oportunidad de representar a Bután», agregaba. Todavía no sabía que se pasaría a la historia como la maratonista olímpica más lenta de París 2024.