Arrodillada y entre lágrimas, Carolina Marín se despidió este domingo de la manera más cruel posible de los Juegos Olímpicos de París 2024: tuvo que abandonar en las semifinales de bádminton, con una lesión en la rodilla derecha que reabrió la pesadilla que atravesó en 2019 y 2021. Se trata de una de las deportistas más carismáticas de España, que generó un sinfín de reacciones, incluso del tenista Carlos Alcaraz, minutos antes de empezar la final por la medalla dorada ante Novak Djokovic.

La onubense de 31 años, oro en Rio de Janeiro 2016, estaba dando un recital en el Porte de Chapelle Arena contra la china He Bing Jiao, tras ganar el primer set por 21-14. En la segunda manga, aumentó el nivel de agresividad, ahogando y dejando sin respuestas a su rival.

El resultado parecía encaminado a una victoria rápida, con 10-5 a favor de la andaluza, cuando en uno de sus frenéticos movimientos apoyó mal la rodilla derecha y cayó al suelo dolorida, consciente de la gravedad de la lesión.

«Me ha mirado y me ha dicho ‘Me he roto'», dijo afligido su entrenador, Fernando Rivas, en conferencia de prensa tras el partido.

Foto: REUTERS/Hamad I MohammedFoto: REUTERS/Hamad I Mohammed

Atendida por los servicios médicos y tras consultarlo con su entrenador, Marín decidió seguir jugando con una rodillera, pero completamente privada de su movilidad, perdió tres puntos consecutivos antes de caer al suelo entre lágrimas y acordar la retirada.

«No es justo, creo que Carolina se merecía acabar los Juegos, gane o pierda, pero disfrutándolos», añadió Rivas.

Lágrimas de amargura, de quien conoce su cuerpo y sabe que una pesadilla que parecía ya cosa del pasado, estaba de vuelta.

La primera vez que Marín tuvo que hacer frente a una lesión de gravedad fue en enero de 2019, cuando comenzó como vigente campeona olímpica, mundial y europea, con una rotura del ligamento cruzado anterior.

Foto EFE/EPA/DIVYAKANT SOLANKIFoto EFE/EPA/DIVYAKANT SOLANKI

Siete meses después, volvió a las pistas y en 2021 brilló proclamándose de nuevo campeona de Europa, una señal de optimismo de cara a los Juegos de Tokio, pero a finales de mayo de ese año, a escasos dos meses de la cita olímpica, volvió a romperse, en esa ocasión el ligamento cruzado anterior y meniscos de la rodilla izquierda.

Luego de una larga y complicada recuperación, regresó a las pistas para ganar el Campeonato Europeo de 2022, y en 2023, ya libre de dolor, defendió su título europeo, volvió a ganar torneos y fue plata en el Mundial.

El año 2024 se presentaba prometedor, con una victoria en el prestigioso torneo All England entre otros títulos, y llegó a París buscando repetir la gesta de Rio 2016.

«Ahora hay que valorar la lesión, hacer las pruebas que se hacen de costumbre, estar tranquilos y aceptar lo que hay», detalló el entrenador.

Marín, actual número 4 del mundo, es la única jugadora no asiática en haberse colgado el oro desde que el bádminton entró como deporte olímpico en Barcelona 1992, un logro que habla por sí solo de la dimensión en su deporte que tiene la jugadora andaluza. En París, se quedó a 11 puntos de entrar en una final que le habría garantizado la plata, y no podrá disputar el partido por el bronce.

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«Es muy momento durísimo para Carolina y para todo el deporte español, no solo el bádminton. Estaba a un paso de su segunda final olímpica y luchar por su segundo oro y una lesión le deja sin medalla. Al menos, el Comité Olímpico Internacional debería concederle la de bronce. Se la merece», reaccionó en X Andoni Azurmendi, presidente de la Federación Española de bádminton.

También Carlos Alcaraz, justo antes de la final de París 2024 ante el serbio Novak Djokovic, mostró su apoyo a Marín. «Todo el ánimo del mundo, Carolina Marín! Fuerza!», expresó con un corazón al lado en las redes sociales el ganador de cuatro Grand Slam desde las instalaciones de Roland Garros.

Es que Carolina Marín es patrimonio de España. Y todos los sectores de la sociedad se han volcado con su apoyo incondicional. Fue un mal día. Una jornada para el olvido. Y para la historia del deporte olímpico. Para su experiencia vital, quedan dos imágenes. Llorar de plenitud, de bienestar por el oro, como en los Juegos de Río. Y de pesar y sin consuelo con su adiós injusto y prematuro a los JJOO de París, cuando le esperaba el Olimpo.





Fuente Clarin

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