París 2024 es especial para Belén Casetta. Aquí disputará sus terceros Juegos Olímpicos, después de las experiencias de Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. Pero serán los primeros para ella como mamá. Catorce meses después del nacimiento de Lina, la marplatense de 29 años vino a la capital francesa con su familia y dos objetivos muy claros: lograr un ambicioso resultado deportivo y disfrutar de esta experiencia, con esa nueva perspectiva del deporte y de la vida que tiene desde la llegada de su hija. Y de paso, refutar una vez más, como ya hizo en los Panamericanos de Santiago 2023, ese mito que dice que la maternidad y el deporte de alto rendimiento no son compatibles.
«A Lina la dejé en la guardería, con el papá cerquita», dice Casetta cuando llega al encuentro con Clarín, en la Zona Internacional de la Villa Olímpica. Y ya empieza a demostrar que con ganas y voluntad, no es imposible formar una familia y seguir siendo competitiva en el más alto nivel.
«Mi marido me está acompañando acá. Así como mi abuela de 80 años me acompañó a las concentraciones en Cachi, Salta, o mi hermana o mi suegra, que fue conmigo a un viaje a España. Si no fuera por ellos, no podría estar en estos Juegos. La familia es fundamental, es clave«, reflexiona.
Belén es auténtica cuando habla. Piensa las respuestas, hace ademanes con las manos y refleja la emoción en su voz cuando comparte sus vivencia en esta nueva etapa de su vida, en la que lo más importante dejó de ser el resultado. Aunque no por eso, no irá a buscarlo en la pista.
«Son los primeros juegos con Lina y las prioridades son otras. Me encanta, lo vivo de otra forma. Estoy un poco alejada del estadio y de acá, donde están todos los atletas (NdR: no se aloja en la Villa, para no tener que dejar a la bebé). Pero tranquila y disfrutando a mi familia, que es lo que me hace bien. Estar con ellos me da paz, son como mi lugar de concentración. La verdad que venimos disfrutando todo el proceso juntas con mi hija. Pero sigo concentrada y apuntando a este domingo por la mañana«, explica quien disputará la clasificación de los 3 mil metros con obstáculos ese día a las 10:05 (05:05 de Argentina).
La marplatense es un caso raro. En octubre de 2022, ganó el oro en los Juegos Suramericanos de Asunción, embarazada de tres meses. Se alejó luego de la competencia, pero siguió entrenando. A principios de noviembre del año pasado, a cinco meses y medio de haber dado a luz, ganó el oro en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. Y ahora volverá a correr en una cita olímpica.
«Tomo dimensión de que no es normal. Muchas circunstancias se tuvieron que dar para que lograra lo de los Panamericanos. Y acá estamos, con Lina de un año y dos meses, clasificados a los Juegos. Y vamos a ver el fin de semana…», reconoce. «Es difícil. A medida que ella va creciendo se va complicando, pero me voy adaptando. Capaz que entreno menos, pero más fuerte. Y también priorizando el descanso y escuchando al cuerpo, porque hay veces que sí, físicamente estoy agotada y tampoco me da para hacer un entrenamiento fuerte y exponer al cuerpo a una lesión».
-¿Te ves como un ejemplo para otras atletas que también sueñen con ser madres?
-Sí, pero entiendo también que hay muchas futuras madres a las que le da miedo. Y están en lo cierto. Yo también, cuando decidí ser mamá, dudaba. Porque uno tiene esa ambición de decir, el año que viene está el Mundial, el otro los Juegos Olímpicos y el otro hay un Sudamericano y un Panamericano. Querés seguir compitiendo y vas postergando la maternidad. Y está también el no saber: ¿vuelvo o no? Tampoco quiero me vean y digan bueno, vas a ser madre, vas a bajar de peso, vas a estar bien… Porque no todos los cuerpos ni los embarazos son iguales y no todo funciona igual. Yo el ejemplo que puedo dar es que volví. Pero no significa que puedan volver otras madres. Que yo haya entrenado hasta el día antes de dar a luz a Lina (literalmente, así lo hizo), no quiere decir que pueda hacerlo otra atleta. O capaz hasta pueden volver mejor que yo. O antes. Pero a una atleta de alto rendimiento, que toda su vida hizo esto y entrena todos los días, claro que le da miedo formar una familia.
-Encontraste tu mejor versión como deportista después de ser mamá. ¿Por qué?
-Por la cabeza. Estoy más tranquila y me tomo las cosas con más calma. Capaz antes me ponía muy nerviosa, muy ansiosa y me maquinaba mucho con la carrera. Hoy estoy tranquila.
-¿Cuán importante fue el convencimiento de que podías llegar a estos Juegos para estar acá?
-Mi objetivo era clasificar. Estuve cortando clavos hasta último momento para entrar por ranking, porque aunque estaba para hacer la marca mínima de 9m23, son muchas las cosas que tengo que acomodar ahora para un viaje de competencia, planificamos mal y no se dio; estamos aprendiendo eso también. Pero si no entraba, iba a continuar entrenando. Me lo iba a tomar con calma, no me iba a frustrar o venirme abajo. Yo ahora soy un pilar para mi gorda y no puedo ni permitirme un momento de presión, de bajoneo. No me lo puedo permitir porque también tengo que ser ejemplo de no bajar los brazos, aunque ella todavía no entienda nada.
-Es una actitud muy distinta a la que tuviste en Río o en Tokio…
-Totalmente diferente a la que que hubiera tenido antes. Lina me cambió completamente.
-Te escuché varias veces diciendo que el alto rendimiento no es salud. ¿Por qué volver y seguir en esto?
-Porque es una adicción. Sobre todo a la competencia. Por eso también es muy difícil retirarse. No es salud en el sentido de que llevás el cuerpo al límite y a una lesión y después el post que es convivir con esa lesión. Yo ahora que estoy con Lina, si me lesiono no pasa nada, lo disfruto porque estoy con ella, le busco la vuelta en otras cosas. Pero la persona que solamente se dedica al deporte. ¿Qué hace? Solo compite y se dedica a esto. Entonces si se lesiona, ¿cómo no va a tener depresión? Ese es el tema.
-Con esa nueva manera de vivir la competencia, ¿te planteaste un objetivo alto para París?
-Vine a clasificar para la final y a hacer récord sudamericano. Bien alto, bien exigente. Después, se da o no se da… Más allá del resultado, yo voy a dejar todo y a disfrutar los Juegos Olímpicos. Porque para nosotros, que corremos y hacemos un deporte de lanzamiento, tiene que ser el día, la hora, cómo me levanté hoy, se tiene que dar la carrera… Suena el disparo y es ahí donde nuestro cuerpo, nuestra cabeza, nuestras piernas, nuestros pies, nuestro corazón tienen que funcionar. Tiene que estar todo bien organizado para ese disparo.
-¿Cuál es el secreto para lograr canalizar todo el trabajo que hacés durante el ciclo olímpico en esos nueve minutos y segundos que dura tu competencia?
-Actitud. Hay que tener actitud. Decí lo que querés lograr, enfócate en ir para adelante, exteriorizalo… No importa la opinión de la gente de afuera. Tampoco te tienen que influenciar los famosos haters, los comentarios negativos. Sos vos, estás disfrutando vos. Está tu familia disfrutando y es el momento. Hay que darlo todo, se dé o no se dé el resultado, te puede ir bien o mal. Hay que disfrutarlo. Unos Juegos Olímpicos son una vez cada cuatro años. Y si no tuviste un buen día, no importa. Hay que continuar entrenando y será en los próximos.
-¿Habrá próximos Juegos para Belén? ¿Vas a apuntar a Los Ángeles?
-Obvio. Sigo apuntando. Después, que se dé o no se dé, veremos. Voy a continuar haciéndolo hasta donde me dé el cuerpo y mientras continúe disfrutando. Porque cuando ya no lo disfrutás, tenés que dar un paso atrás y tomarte un descanso. Me ha pasado. Desde Tokio, no la estaba pasando bien y di un retroceso y volví, pero con el objetivo de disfrutar. Y hasta el día de hoy lo estoy haciendo.