Es cierto que a los entrenadores se les pide rápida reacción para acomodar a un equipo cuando las cosas no salen, cuando el resultado es adverso o cuando la clasificación (o la eliminación) dependen de un gol y faltan minutos para el final del partido. Y también es cierto que son muy cuestionados, sobre todo por los cambios. En Lyon, Javier Mascherano metió mano en el equipo tras caer 1-0 en el primer tiempo y después emuló una decisión de Marcelo Bielsa.

En el entretiempo, Mascherano sacó a Marco Di Cesare (estaba amonestado) y mandó a la cancha a Julio Soler. Bruno Amione se paró como central izquierdo, Nicolás Otamendi fue sobre la derecha y Soler se paró como lateral izquierdo.

Pero los minutos pasaban y el empate no llegaba. Argentina se fue quedando sin pierda y no podía quebrar la resistencia francesa. El local estaba cómodo con la ventaja y esperaba para salir de contra.

Entonces Mascherano volvió a cambiar. A los 75 minutos (media hora del segundo tiempo), el entrenador sacó a Soler y puso a Luciano Gondou, un delantero de área.

Mascherano, que debutó en la Selección Argentina antes de hacerlo en la Primera de River por decisión de Marcelo Bielsa, emuló una decisión del entrenador rosarino. En un amistoso en Ámsterdam, la Selección igualó 1-1 con Holanda (todavía no había cambiado su nomenclatura a Países Bajos) y en aquel partido el Loco puso a Andrés Guglielminpietro en lugar de Ariel Ortega y lo sacó a los 20 minutos para que ingresara Hernán Crespo.

«Siempre sale el tema y pienso que debería haberlo mandado a la concha de su madre a Bielsa, es más, si me lo cruzo creo que lo mando. Pero debería haberlo hecho hace 20 años», contó el Guly, mucho tiempo después.



Fuente Clarin

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