No dejó de llamar la atención. El domingo brotaron aplausos en el Monumental cuando nombraron a Martín Demichelis. Hasta había una bandera con la leyenda “Gracias Micho”. Es altamente posible que entre quienes despedían al técnico cesanteado “de común acuerdo”, una fórmula poco creíble porque enmascara el despido, que es lo que ocurrió, hubiese hinchas que se cansaron de reprobar al técnico saliente en los últimos de los 20 meses de su gestión.

Pero, a rey muerto, se sabe que habrá otro puesto. Y la directiva sabía que solo Marcelo Gallardo contentaría los humores del Monumental. Gallardo, también. Y el Muñeco, ídolo absoluto, ícono inoxidable, vuelve. No le hará caso al viejo lugar común de “segundas partes no son buenas”. No teme. Es un valiente Gallardo porque pondrá en juego todo lo que obtuvo en los 8 años que dirigió a River. No cualquier técnico gana 14 títulos en ese lapso, 7 locales y 7 internacionales. Si la cantidad no se discute, la calidad puede ser sometida a examen: un solo torneo local suena a poco. Dos Libertadores es el olimpo, sobre todo la de la final de Madrid ante Boca. Las 3 Copa Argentina, 2 Supercopa y un Trofeo de Campeones son medallas incuestionables, pero de menor valor. Las tres Recopas, una Sudamericana y la exótica Suruga Bank no tienen paralelo con la fiesta del Bernabéu. Pero están allí, Gallardo las colocó en las vitrinas de Núñez.

Pudo haber una tercera Libertadores, perdida insólitamente en los tres minutos finales ante Flamengo. Pero aún la derrota habla del valor de Gallardo como técnico: hizo un equipo altamente competitivo, con momentos de alto vuelo, potenció futbolistas, promovió juveniles. El aporte es incuestionable.

Para las jóvenes generaciones de riverplatenses el Muñeco es el técnico más importante de la historia de River. También es discutible. Estos muchachos jóvenes no vivieron los 17 años de “oprobio” cuando River perdía una y otra vez el título del torneo local (dos a partir de 1967), flaqueando en los metros finales a pesar de tener equipos fantásticos. Hasta que llegó Ángel Labruna en 1975 y ya se sabe lo que pasó.

Ángel Labruna es llevado en andas por el Monumental tras obtener el título en 1975.Ángel Labruna es llevado en andas por el Monumental tras obtener el título en 1975.

Dato curioso. Si “segundas partes no son buenas”, Ángel recién tuvo éxito en su tercera gestión. Fue interino en nueve partidos de 1963. Dirigió de 1968 a 1970 y fue cuatro veces subcampeón. El entonces vergonzo mote de “gallina” nacido en la final de la Libertadores perdida ante Peñarol en 1966 murió cuando Ángel logró su primer título en 1975. Desde entonces, ser gallina es orgullosa señal identitaria.

Pasaron casi dos años de la ida de Gallardo. No se encontrará con lo mismo que dejó. Del último plantel de entre 25 y 30 jugadores más algunos juveniles que condujo quedan Armani, Paulo Díaz, González Pirez, Milton Casco, Andrés Herrera, Rodrigo Aliendro, Santiago Simón, Pablo Solari y Miguel Borja.

Ya no están Enzo Pérez, Julián Álvarez, Enzo Fernández, Nicolás De La Cruz, Esequiel Barco y Juanfer Quintero, hombres decisivos en aquel River exitoso. Apenas un puñado del total de otros 19 que ya no están en Núñez. Algunos, en aquel 2022, complementarios pero importantes: Matías Suárez, Lucas Beltrán, por ejemplo.

Gallardo no necesita estás líneas para enterarse. Sabe todo lo que ocurre en River. En el campo con lo que le deja Demichelis, en el vestuario que es una incógnita para los foráneos y sobre todo en los pasillos y las oficinas. No es un capricho que haya exigido el “manejo total” del fútbol.

Aún no está claro cuándo arranca pero será inminente y el primer salto grande tendrá que darlo en la Copa Libertadores en el mata-mata con el ahora diluido Talleres. Faltan 18 fechas de la Liga y River está a solo 5 puntos del líder Huracán. En lo doméstico sobra tiempo. En lo internacional se avanza o se dice adiós.

No habrá reproches si River no pasa a la T. Gallardo es incombustible para el hincha. Pero no es mago. Tendrá trabajo para demostrar que las segundas partes pueden ser tan buenas como la primera



Fuente Clarin

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