El Bercy Arena será escenario este domingo 28 de julio de uno de los regresos más esperados de la historia del olimpismo moderno. En ese icónico estadio, que cada año recibe la acción del Masters 1000 de París de tenis, Simone Biles volverá a competir en unos Juegos Olímpicos, tras tocar fondo en la cita de Tokio hace tres años, cuando aquejada por los «twisties» eligió no competir en la final de la prueba por equipos (y en otras individuales) para cuidar su salud mental.

Recuperada y fortalecida mentalmente, la mejor gimnasta de todos los tiempos disputará junto a sus compañeras del equipo estadounidenses las series clasificatorias -debutará en la subdivisión 2, desde las 6.40 de Argentina-, en las que buscará hacer historia una vez más. Porque intentará añadir otro elemento a la lista de habilidades que llevan su nombre en el Código de Puntos de este deporte, esta vez en barras asimétricas.

Biles ya hizo alarde de todo su talento el viernes, cuando en los primeros entrenamientos realizó con éxito esa nueva habilidad, que sería la sexta bautizada en su honor. Y dejó a varios con la boca abierta. ¿De qué se trata? Un círculo al frente alrededor de la barra baja antes de convertir el parado de manos en una pirueta de 540 grados.

Las barras asimétricas son consideradas la prueba más débil de la estadounidense. Apenas una de sus 37 medallas olímpicas y mundiales las consiguió en ese aparato. Y en los otros tres ya tiene «trucos» con su nombre. Dos en suelo, uno en barra fija y otro par en salto, incluido el Yurchenko Double Pike (o, desde octubre de 2023, cuando lo patentó, el Biles II), que también ejecutó de manera impecable durante las prácticas de los últimos días.

Las barras asimétricas son la prueba más débil de Simone Biles.
Foto XiihuaLas barras asimétricas son la prueba más débil de Simone Biles.
Foto Xiihua

Con una mentalidad diferente, que ahora le permite competir sin «sentir el peso del mundo en sus hombros», como había dicho en Tokio, a Simone se la vio disfrutar. No cuando le tocaba ensayar esas rutinas con las que este domingo deleitará a miles en vivo y a millones por televisión. Pero sí en los momentos libres, en los que se sacó fotos y se relajó, sobre todo con su amiga Jordan Chiles.

Fue una postal bastante diferente a la que había mostrado en la capital japonesa en 2021, cuando los «twisties«, un bloqueo mental temporal por el que los gimnastas pierden la noción de dónde están en el aire, se habían transformado en un enorme problema que le sacaban más seños fruncidos que risas.

Con los ojos del mundo encima y la enorme presión por lo que se esperaba de ella, «apenas» pudo colgarse un bronce en viga (más la plata que le regalaron sus compañeras, en esa final en la que ella no compitió). Su mayor logro en esa cita fue atraer la atención global hacia los desafíos de salud mental que enfrentan los atletas de elite.

Al volver de Japón, se alejó del deporte un tiempo. Se enfocó en su faceta de empresaria -incursionó en sociedades con diferentes marcas-, su familia y en su vida persona. En 2023, se casó con el jugador de la NFL Jonathan Owens y, con otra visión de la vida y del deporte, se animó a soñar con unos Juegos Olímpicos más. ¿Por qué? Porque sentía que todavía le quedaba algo adentro para darle a la gimnasia.

Simone Biles, en un entrenamiento en viga.
Foto XinhuaSimone Biles, en un entrenamiento en viga.
Foto Xinhua

«Nadie me obliga a hacerlo. Me levanto todos los días y elijo trabajar en el gimnasio y rendir sólo para recordarme a mí misma que todavía puedo hacerlo… ese es mi porqué», afirmó hace unas semanas, tras los selectivos estadounidenses en los que aseguró su lugar en París.

¿Tiene con qué subirse otra vez a lo alto del podio? Ya el año pasado demostró que sí, cuando en el Mundial de Amberes se transformó en la gimnasta más condecorada de la historia con 37 medallas entre Mundiales (23 oros, 4 platas y 3 bronces) y Juegos Olímpicos (4 oros -por equipos, all around, salto y suelo-, una plata y dos bronces en viga), dejando muy atrás los 33 que sumó en esas dos grandes citas el bielorruso Vitaly Scherbo durante su carrera.

Y en sus primeros días en París, con 27 años -madura, pero no una «anciana», como bromeó recordando cuando llamaba abuela a su ex compañera Aly Raisman, que tenía 22 años-, dejó claro que entre la experiencia y su talento innato y extraordinario, es una amenaza para cualquiera.

Simone Biles está de vuelta. Potenciada y lista para brillar en los Juegos franceses, como en sus mejores tiempos.



Fuente Clarin

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