Tras ir perdiendo por dos goles, la Selección argentina Sub-23 de Javier Mascherano, que va en búsqueda de la tercera medalla dorada en la disciplina, convirtió a través de un cabezazo de Cristian Medina en la última jugada, en el minuto 15 de adicional en Saint-Étienne, pero el árbitro sueco Glenn Nyberg anuló el gol tras la revisión del VAR porque Bruno Amione, quien participó de la jugada, estaba medio pie adelantado.
Sí, se adicionaron 15 minutos… Y después de la interrupción de casi dos horas, otros tres minutos más, es decir 18 en total. El partido quedó suspendido luego de las agresiones de los hinchas marroquíes, quienes arrojaron petardos y otros elementos al césped mientras los jugadores argentinos festejaban el empate de Cristian Medina. También, algunos simpatizantes de Marruecos invadieron el campo de juego.
El partido se reanudó tras casi dos horas de suspensión y mientras los jugadores esperaban en el vestuario. Cuando volvieron al campo de juego para jugar los tres minutos que se agregaron ya no había público en las tribunas. Hicieron una pequeña entrada en calor y después se retomó el encuentro. Primero, el árbitro Glenn Nyberg observó la jugada a través del monitor y luego anuló el gol de Medina por posición adelantada de Amione. Después sí continuó el partido y tras los tres minutos extra llegó el pitazo final, con el triunfo de Marruecos por 2 a 1.
La medida, de todos modos, de adicionar 15 minutos en primera instancia fue llamativa. Y eso que ya había habido una situación similar en el Mundial de Qatar, donde se llegaron a agregar 10 minutos de descuento. Por ejemplo, en el encuentro de cuartos de final entre Argentina y Países Bajos. Por eso se habló en aquel momento de los partidos de los 100 minutos.
El motivo de esta decisión, según consultó Clarín a especialistas en el arbitraje, tiene que ver con las recomendaciones de la IFAB (la organización internacional encargada de definir las reglas en el fútbol) de hacer cumplir de modo estricto el tiempo de juego. En su momento, FIFA las tomó y ahora el Comité Olímpico Internacional también.
Desde el VAR, entones, se cronometra el tiempo perdido de juego. El quinto árbitro también toma nota en su reloj del total de tiempos muertos, ya sea por lesiones, invasiones, festejos desmedidos, protestas masivas, etcétera. Y se suman a los que se perdieron por intervenciones del VAR y a lo que el árbitro también considere que se haya demorado un saque de meta o de banda o la ejecución de un tiro libre. Así está contemplado en el protocolo arbitral.
En el partido hubo varias interrupciones. Entre ellas, invasiones al campo de juego y una constante intención de hacer tiempo de los jugadores marroquíes, ya sea a través de su arquero o de jugadores que se tiraban ante cada infracción y permanecían bastante tiempo en el suelo. Es más: de los 105 minutos de juego (antes de la suspensión) se contabilizaron 53 de tiempo neto.
Argentina había llegado al segundo gol tras un remate de Thiago Almada que desvió Munir El Kajoui y dos tiros en el travesaño, primero de Nicolás Otamendi y luego de Bruno Amione, de cabeza, antes del cabezazo de Cristian Medina. Sin embargo, el VAR lo anuló porque Amione tenía medio pie adelantado.
Mientras Argentina festejaba, se desató el caos y el encuentro se interrumpió. Si ya con los 15 minutos agregados era para un cuento de Fontanarrosa o de Osvaldo Soriano, con la suspensión de casi dos horas, la revisión de la última jugada con la tecnología, y los tres minutos finales, mucho más lo fue. Sin dudas, se trató del partido más largo del mundo.