A apenas tres días para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos París 2024 -y a dos de que se ponga en marcha la competencia, con el arranque de los torneos de rugby y fútbol masculino-, la capital francesa ya está vestida de celeste y rosado, los colores oficiales de los Juegos. Aunque el clima y el fervor de la fiesta más importante del deporte mundial aún no copó el aire de la Ciudad de la Luz, donde -salvo en algunos sectores- la vida sigue como siempre.
Recorrer los puntos más emblemáticos de la sede es toparse con indicios de que no falta nada para que el reloj de la cuenta regresiva llegue a cero. El Arco del Triunfo, decorado con los agitos de los Paralímpicos (que se disputarán del 28 de agosto al 8 de septiembre), le da una marca inmejorable para unas de las tantas tiendas de souvenirs de los Juegos. En los Campos Elíseos, los banners con el logo de los Juegos se mezclan con los carteles publicitarios de las marcas más exclusivas y ostentosas de la moda. La Torre Eiffel custodia, desde su cara adornada con los cinco anillos, el escenario para el espectáculo final de la ceremonia inaugural, que se celebrará en el Trocadero, cruzando el Sena -este lunes, la música de unos de los ensayos se hacía eco en el aire-. Y desde la otra, vigila el imponente estadio construido para el beach volley, en el que ya comenzaron las práctica de algunos equipos. Y los subtes (acá conocidos como Metro), los trenes y los colectivos también están ploteados con imágenes de atletas y leyendas de los Juegos.
Esa fiebre olímpica, sin embargo, no llegó a la gente. Ni a los franceses ni a los extranjeros. Los dueños de casa, muchos muy descontentos con el impacto de la cita en su día a día -hay doce estaciones del Metro cerradas por temas de seguridad-, no parecen contagiados por el espíritu del evento que hace cien años revolucionó por primera vez París y en los barrios más residenciales apenas de cuando en cuando asoma algún cartel publicitario que invita a disfrutar de los Juegos. Y los visitantes de otros países, salvo los que llegaron con la idea de ver en acción a algunas de las estrellas del deporte mundial, parecen haber optado por otro destino para las vacaciones veraniegas europeas.
La poca concurrencia a la zona de la Torre es claro ejemplo de ello. En un año normal, para subir a lo más alto hace falta hacer una larga cola y la espera suele superar las tres horas. Por estos días, basta con comprar el ticket y aguardar unos diez minutos para que alguno de los ascensores llegue desde la cima. Claro que el gran operativo de seguridad desplegado, que impide el acceso por el Paseo Jacques Chirac, a la orilla del río, y las calles aledañas, también disuade a muchos visitantes a abandonar la misión de llegar al pie del imponente monumento
En los alrededores de la zona en la que se celebrará la ceremonia, en la que las delegaciones desfilarán en barco por el Sena, hay muchas áreas valladas en las que el acceso está muy restringido y eso generaba un caos de turistas desconcertados.
En una de las más cercanas a la estación Bir Hakeim de la línea 6 de subte, de las más cercanas a la Torre, un par de policías controlaban que solo pasaran el vallado las personas con credencial o con el código QR que se podía obtener al rellenar un permiso especial en una página del gobierno de la ciudad. Mientras, trataban de explicarle a un grupo de personas -la mayoría que no hablaba francés, entre ellos cuatro argentinos- todas las vueltas que había que dar para desembarcar cerca del lugar deseado.
La misma postal se repetía en diferentes esquinas de la ciudad, en los que muchos transeúntes y varios en vehículos «rebotaban» en sus intentos de ingresar a las áreas dentro del perímetro de seguridad.
Tampoco se veía por París mucha gente con remeras identificatorias de los países, como sí solían ocurrir durante la Copa América en Estados Unidos y la la Eurocopa en Alemania. Argentinos, por ejemplo, muy pocos. Apenas tres camisetas celestes y blancas de la Scaloneta y uno, cordobés por el acento, con el clásico mate en mano. Sí había muchos integrantes de delegaciones y periodistas, identificados fácilmente por la credencial al cuello.
Donde sí se viven ya a pleno los Juegos es en la Villa Olímpica, ubicada en Saint-Denis, que será el hogar de los atletas durante los 19 días de competencia. Ya hay unos nueve mil deportistas -y 14.500 personas, contando además miembros de los staffs- viviendo (y disfrutando) de los departamentos del complejo, entre ellos, los Gladiadores del handball, los Leones y las Leonas de hockey sobre césped.
Este lunes recibieron la visita del presidente francés Emmanuel Macron y el alemán Thomas Bach, líder del COI. Y en medio de la euforia por el inminente inicio de la competencia, el primer mandatario francés aseguró: «Estamos listos y estaremos listos durante todos los Juegos».