Antes de la aparición de Michael Phelps en la escena olímpica, en décadas anteriores Mark Spitz se había consagrado como un monarca de la natación, sobre todo por lo hecho en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972. ¿Cómo está hoy?
En esos Juegos fue ganador de siete oros olímpicos, marca que solamente pudo quebrar Phelps 36 años después. Hay una diferencia entre ambos: Spitz compitió solamente en dos citas olímpicas, México 1968 y Múnich 1972, ya que después de los Juegos de Alemania se retiró de la actividad, cuando sólo tenía 22 años. Phelps, en cambio, participó de cinco Juegos.
Mark Andrew Spitz nació en Modesto, California. La familia de su padre es de origen húngaro y la de su madre, rusa. A los dos años, se mudó a Hawaii; a los seis, a Sacramento; y a los 14, a Santa Clara, donde terminó por forjarse como nadador de alto rendimiento.
A los 18, con una altísima expectativa sobre sus hombros, obtuvo “sólo” dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de México, ambas en pruebas de relevos. Tuvo un rendimiento inferior a sus propias predicciones: había anunciado que podía ganar seis medallas de oro, y por ello la “magra” cosecha desató críticas en los medios de comunicación.
Su reacción fue inscribirse en la Universidad de Indiana, bajo el mando de quien también fue el entrenador nacional, Doc Counsilman, que cuatro años después lo llevó a una de las actuaciones más descomunales en la historia del deporte. A los 42 años, intentó regresar en las pruebas olímpicas de Barcelona 1992, pero no logró clasificarse.
Así está hoy Mark Spitz, el nadador más grande de los Juegos Olímpicos hasta la llegada de Michael Phelps
Tras su paso por las piscinas, incursionó en el mundo de los negocios y la actuación. En la actualidad es un filántropo y empresario activo. A sus 73 años, Spitz reside en Los Ángeles con su esposa Suzy Weiner y sus dos hijos. Sigue activo en el mundo del deporte como comentarista. En 1977 creó la Fundación Mark Spitz para promover la natación y la educación entre los jóvenes.
También tuvo éxito en el ámbito empresarial, con inversiones en bienes raíces y una línea de ropa deportiva. En 2010, fue incluido en el Salón de la Fama de la Natación Internacional.
Spitz, con sus brazos largos, las piernas dobladas en escuadra y un estilo que según los especialistas lo hacía «resbalar» en el agua, pulverizó a sus competidores, como el alemán Lamper, quien había inventado algo que hoy es común: pelarse todo el cuerpo para tener menor resistencia al agua. A partir de sus hazañas, creó su propio negocio.
Al volver de Múnich, donde logró escapar de las matanzas del grupo terrorista Septiembre Negro (Spitz es judío), fue al programa de Bob Hope (el mismo donde hizo su primera aparición, de pequeño, Tiger Woods) para empezar a incursionar como actor (hizo de odontólogo, la carrera que había elegido y que nunca terminó en la Universidad de Santa Clara). Hizo propaganda de mallas, de hojas de afeitar y pasó a representar a la empresa Adidas.
Consiguió varios contratos de patrocinio con empresas. Ganó unos 7 millones de dólares en un periodo de dos años. «Un millón de dólares en 1972 equivaldría a más de 10 millones de dólares hoy en día», dijo Spitz años atrás. «Me fue muy bien», confesó.
«Diría que fui un pionero. No había nadie que hubiera ido a los Juegos Olímpicos antes de que yo que aprovechara la oportunidad de la misma manera. Depende del momento, depende de la suerte, depende de la economía y, sobre todo, depende de la apariencia. Quiero decir, nunca he visto una revista de feos. Así es nuestra sociedad. No digo que esté bien. Son sólo los hechos», declaró en su momento.