El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio «Chiqui» Tapia, viajó hasta la provincia de San Juan, de donde es oriundo, para cumplir una nueva promesa y llevarle el trofeo de la Copa América a la Difunta Correa, venerada como una santa pagana, junto con el traje que vistió durante todo el certamen en Estados Unidos.

El dirigente repitió el mismo gesto de agradecimiento que llevó a cabo tras las conquistas del conjunto dirigido por Lionel Scaloni en la Copa América 2021, el trofeo de la Finalissima y el Mundial Qatar 2022. Incluso, Tapia también se acercó hasta la localidad de Vallecito cuando Barracas Central ascendió a la Primera B Nacional y luego de ser designado en el cargo que actualmente ocupa en la AFA. Ante este último acontecimiento, Chiqui hizo un tramo del recorrido de rodillas y allí dejó una camiseta de Argentina

Volveré siempre a San Juan, mi zona de promesas, de familia, del recuerdo latente de mi viejo. Una vez más acá, cumpliendo con la Difunta Correa, acompañado de mi hijo”, escribió Tapia en su cuenta de Instagram y en la red social X, junto con fotos que compartió desde el santuario, rodeado de hinchas que se acercaron a saludarlo.

En el mismo mensaje, el presidente de la casa madre del fútbol argentino, completó: “¡Gracias a mi querido San Juan por el cariño de siempre!”.

También se difundió un video en el que se ve el itinerario de Tapia hasta llegar con la copa a la estatua de la Difunta Correa.

Tapia no visitaba a la santa popular desde el 26 de diciembre de 2022, una semana después de que la Selección se adueñara de la Copa del Mundo, cuando se apropincuó hasta el santuario para ofrendar el trofeo. “Si no cumplís la promesa, Deolinda te la cobra”, expresó el dirigente ese día ante los medios.

En ese lugar también hay una camiseta de Lionel Messi firmada por varios integrantes del plantel de Argentina, que llegó al santuario, a modo de agradecimiento.

La leyenda de la Difunta Correa surgió cuando aquellos arrieros que encontraron a la mujer muerta en el desierto, aún amamantando a su hijo, decidieron enterrar su cuerpo debajo el árbol donde la encontraron y se llevaron al niño. De la existencia de Deolinda Correa se ha podido documentar que vivía con su hermana en un pueblo cercano. Pero uno de los mayores misterios de esta historia es qué pasó con su hijo, porque nunca hubo registro del niño.

Los supuestos milagros comenzaron con el arriero chileno Pedro Zeballos que había perdido su ganado y, al pasar cerca de la cruz y la tumba de la Difunta Correa, le pide el milagro de encontrar a sus animales. A la mañana siguiente, Zeballos encuentra pastando a su ganado y cumple su promesa de construir un santuario para Deolinda.





Fuente Clarin

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