A través de los trapos que se cuelgan en el alambre o por la vía de las redes sociales, los hinchas se oponen a las Sociedades Anónimas Deportivas. Institucionalmente, los propios clubes se organizan con intención política para agitar la campaña contra los vientos privatizadores de Javier Milei. Sin embargo, por más que renieguen en las tribunas, en mayor o menor medida, todos los equipos tienen el aporte de capitales privados.
Algunos lo hacen a través de la figura del gerenciamiento, que no está admitida en las Asociaciones Civiles sin fines de lucro pero funciona y con éxito en Defensa y Justicia, sin ir más lejos, o Deportivo Riestra. Otros, intangible, tiene que ver con el dinero que ponen del propio bolsillo los dirigentes y empresarios amigos. San Lorenzo es un claro ejemplo. Marcelo Moretti tuvo que hacer una vaquita para pagar el tendal de deudas que dejó la Comisión Directiva anterior. Y como este caso, hay montones. Ni hablar las financieras que colaboran, no sólo con los sponsors; también, con el cambio de cheques que facilitan operaciones. Incluso River, gigante de la Argentina, llegó a un acuerdo con el City Group para la incorporación de Valentín Gómez.
Las SAD que impulsa el Gobierno son mala palabra para los fanáticos de la pelota. La fantasía es que llegue un jeque árabe y arrase con las divisiones inferiores. No es el plan de la Casa Rosada, que ya tiene la reglamentación que se elaboró un grupo de abogados especialistas en leyes con la supervisión de la Secretaría de Turismo y Deporte y tendrá el filtro de Federico Sturzenegger, flamante ministro de Desregulación y Transformación del Estado. La misma está aggiornada a la idiosincrasia del fútbol local, donde el lema que prima es que “el club es de los socios”.
Juan Sebastián Verón fue el primer dirigente en hablar de la necesidad de “capitales privados”, casi un blanqueo de lo que funciona puertas para adentro de los clubes. El mandamás de Estudiantes sabe que hay un techo y que para competir con River y Boca se requiere mayor caudal monetario. Talleres supo tener el impulso del Grupo Pachuca en sus inicios de la mano de quien hoy es su presidente, Andrés Fassi.
Hace una década, el club cordobés estaba en el Federal A. Hoy acaba de regresar de una gira internacional en Rusia y es un regular participante de la Copa Libertadores, ya sostenido por 75 mil socios.
Defensa y Justicia y Riestra tienen historias similares. Sus mesías son empresarios. Christian Bragarnik llegó a Florencio Varela en 2012 y el Halcón desplegó sus alas. Con jugadores y técnicos de su escudería, lo llevó a Primera División y hasta ganó dos títulos internacionales: la Copa Sudamericana y la Recopa en 2021.
“Tenemos elecciones como tienen todos los clubes, la gente puede votar, somos una asociación civil y mostramos que trabajando se puede crecer. ¿Si me molestan las cosas que se dicen? No, no me molesta, ya aprendimos a convivir con eso. Nosotros demostramos con hechos, con obras, con trabajo y con el tema deportivo que estamos a la altura de los mejores”, dijo el empresario.
Riestra está sostenido por el polémico abogado Víctor Stinfale, que llegó al club del Bajo Flores también en 2012. De la D saltó a la Liga Profesional es una meteórica carrera, muy a pesar de los sospechados arbitrajes que lo pusieron en el centro de le escena. Dueño de Speed, bebida energizante, tiene como objetivo agrandar el estadio Guillermo Laza, hoy con capacidad para 3 mil espectadores y sin iluminación artificial.
Independiente Rivadavia tiene el respaldo financiero de su presidente, Daniel Vila, dueño del Grupo América. Hace dos años, acordó un gerenciamiento con The Code Managment para las divisiones inferiores. Los problemas económicos que arrastró durante años y lo obligó a ser administrado por un fondo fiduciario se morigeraron y ascendió a Primera.
En el Ascenso, San Miguel es un club modelo. “No estamos gerenciados, nos sostenemos con nuestros socios y ninguna actividad está tercerizada”, cuenta Daniel Villarreal, su vicepresidente. Tras 16 años con intervención judicial, se levantó la quiebra en 2022. Su presidente es Federico Almada, junto a su hermano Gastón dueño del Grupo Jano’s, que factura 3 mil millones de pesos mes con sus salones de fiestas. Tiene sostén, claro. Se están construyendo dos canchas de once de césped sintético y cuatro de cinco y pronto comenzará la obra de la tribuna detrás del arco que lindero a Los Polvorines. En 2014 estaba en la D; ahora, pelea por subir a la Liga Profesional.
Agropecuario se fundó en 2011 y su club es bancado por el Rey de la Soja, Gustavo Grobocopatel, que exporta la planta oleaginosa con una recaudación de 6 mil millones de dólares por año. Muy pronto llegó a la Primera Nacional.
Si se busca en las profundidades de las distintas categorías, es posible hallar a Real Pilar, cuyo fundador y hoy presidente es César Mansilla, un empresario que gerenció Fénix y asesoró en las campañas presidenciales a Rodolfo D’Onofrio y Jorge Amor Ameal. El equipo está en la Primera C.
Más abajo, en el Promocional Amateur hay conjuntos como Camioneros (que también juega el Federal) o el SAT que están respaldados económicamente por los sindicatos.
En definitiva, el club es de los socios. Los que pagan la cuota, pero también de aquellos que aportan de manera encubierta.