Donald Trump, expresidente de los Estados Unidos y candidato republicano para las próximas elecciones, fue víctima de un atentado durante un acto de campaña en Pensilvania. A dos mil kilómetros de distancia, en Miami, en una burbuja ajena a todo lo vinculado a la política local, la Selección Argentina cumple su último entrenamiento antes de la final de la Copa América contra Colombia.

En los accesos de las instalaciones de la Universidad Internacional de Florida (FIU), donde se emplazan las canchas de soccer donde practica la Scaloneta, una muchedumbre que sueña con ver de cerca a Messi y companía tampoco se entera del episodio que pudo costarle la vida a Trump y dejó en estado de shock a todos los estamentos de la sociedad estadounidense.

Si en estas semanas se tenía la sensación que el resto de los Estados Unidos no estaba tan enterado de la Copa América, ahora quedó claro que la comunidad latina y los fanáticos del fútbol están más pendientes del partido entre Argentina y Colombia que de lo que pueda pasar en la disputa que divide a los adeptos entre el líder republicano y el actual presidente, Joe Biden.

En la práctica dirigida por Scaloni, Di María hablaba con Messi, Lo Celso corría a la par de Otamendi y De Paul recibía cargadas por su nuevo look «platinado» cuando los teléfonos celulares de los periodistas (y fotógrafos) presentes en el entrenamiento empezaban a recibir las imágenes de Trump ensangrentado. Sorpresa, conmoción y adrenalina, más propia del oficio que de la tensión.

A diferencia de lo que muestran las películas, el personal de seguridad presente en la FIU pareció no tomar nota de lo ocurrido y se mantuvo, con rictus profesional, más preocupada por evitar que algún cholulo se infiltre y tenga contacto con la Selección antes que con lo que pueda pasar con la democracia de su país.

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Conmoción en un acto de campaña de Donald Trump: cayó al suelo ensangrentado en medio de detonaciones.

Un rato después, en el interior de un restaurante de dueño argentino, de Trump sólo se hablaba la televisión. Los comensales, casi todos argentinos, parecían estar más pendientes del precio del dólar en Argentina o de la posibilidad de conseguir alguna entrada en la reventa.

Mientras tanto, entre los enviados a cubrir la Copa América comenzaron a sobrevolar las preguntas, todavía sin respuestas: ¿la Conmebol tendrá algún tipo de reacción tras lo ocurrido con Trump? ¿Puede cambiar en algo el operativo de seguridad para el partido del domingo en el Hard Rock Stadium? ¿La final de la Copa América corre algún tipo de riesgo?

A la misma hora, en otro rincón de Miami, más precisamente en el «fan fest» donde se llevaba a cabo el banderazo para alentar a la Selección Argentina, tampoco se hablaba de Trump. Con camiseta número 10 y cinta de capitán, el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, se divertía jugando un partido con estrellas senior.



Fuente Clarin

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