Emiliano Dibu Martínez se hizo gigante otra vez. No falló Nicolás Otamendi. Pasó la tensión de los penales. Llegó la clasificación a la semifinal de la Copa América. Los jugadores festejaban en la cancha, la gente en la tribuna y todo el cuerpo técnico argentino todavía cerca del banco de los suplentes. Y ocurrió un insólito momento mientras el técnico Lionel Scaloni levantaba una de sus manos para ir a celebrar con otro argentino.
Desde atrás, llegó corriente Marito Di Stéfano, el hombre que se encarga de la utilería de la Selección desde hace 25 años, lo agarró primero de atrás al entrenador para frenarlo, luego se le puso adelante, lo tomó con las dos manos y mientras le decía “dame un beso” le estampó un pico al lado de la comisura de los labios.
Incómodo y sorprendido a la vez, el Gringo Scaloni intentó zafar del momento y siguió su camino.
Sobre esta situación risueña Scaloni fue consultado en la conferencia de prensa: «Me vino a saludar. Marito es un amigo, un tipo entrañable, estaba muy contento. No me di cuenta dónde me dio el beso. Pasan estas cosas cuando estás alegre», dijo en entrenador, y entre un poco sonrojado y algo risueño, remató: «Pero no fue consentido».