Un fantasma recorre el tapiz cada vez que Gervonta Davis lo pisa. Una energía magnética irradia del ring. Una fascinación hipnótica embelesa a quienes rodean ese cuadrilátero de 40 metros cuadrados. Nadie quiere parpadear por temor a perderse el momento cumbre. Esa experiencia sensorial que aguijonea a tantos fanáticos del pugilismo se repetirá este sábado, cuando el campeón ligero de la Asociación Mundial de Boxeo exponga su corona ante Frank Martin en el combate estelar del 100º evento de este deporte que se realizará en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas y en el que habrá al menos un combate mundialista en la cartelera (en este caso, serán cuatro). La velada podrá verse a través de ESPN 2 desde las 21.
Probablemente Davis no sea el mejor boxeador libra por libra de la actualidad, pese a que él se autodefinió así esta semana (colocó detrás en su ranking al mexicano Saúl Canelo Álvarez, el estadounidense David Benavídez y el japonés Naoya Inoue, en ese orden). Tampoco es el púgil con el más depurado bagaje técnico ni el propietario de las mejores herramientas defensivas. En cambio, es uno de los peleadores más excitantes de estos tiempos.
El hijo pródigo de la áspera Baltimore cuenta con un don que en este negocio paga bien: el nocaut. En una carrera impecable hasta ahora, 27 de sus 29 victorias fueron por la vía rápida. Su espectacularidad sobre el ring y su llamativo carisma (algo reservado, pero seductor) lo convirtieron en un hombre que llena estadios allí adonde va y vende decenas de miles de abonos de pago por evento (PPV) para cada una de sus presentaciones.
Sus críticos alegan que su trayectoria ha sido demasiado cuidada y que no ha enfrentado a los mejores de las categorías en las que militó (también fue campeón superpluma y superligero). Como contraargumento vale mencionar que de sus últimos siete rivales, seis habían sido, eran entonces o serían luego campeones mundiales: el cubano Yuriorkis Gamboa, los mexicanos Leo Santa Cruz e Isaac Cruz, los estadounidenses Mario Barrios y Rolando Romero, y el dominicano Héctor Luis García. Entre ellos tenían, al momento de enfrentar a Davis, un récord combinado de 145 victorias, 4 derrotas y 2 empates. Todos fueron noqueados, excepto el Pitbull Cruz.
El único de los últimos siete adversarios de Tank que no revistó como monarca ecuménico (más allá de un efímero interinato) fue el disoluto Ryan García, quien hace menos de dos meses noqueó a Devin Haney, campeón superligero del Consejo Mundial de Boxeo y considerado uno de los mejores del planeta. García claudicó ante Davis en el séptimo episodio de un pleito que reunió a 20.842 espectadores en el T-Mobile Arena de Las Vegas (que dejaron en las boleterías 22,8 millones de dólares) y generó ventas de 1,2 millón de paquetes de PPV. Ambas cifras fueron las más altas de 2023 en eventos de boxeo.
Aquel combate se celebró el 22 de abril del año pasado. Desde entonces, transcurrieron 420 días en los cuales el zurdo, que hace tiempo dejó de ser el protegido de Floyd Mayweather (de hecho, hoy son enemigos declarados), no volvió a trepar a un ensogado. Ese período no fue solo de vacaciones y entrenamiento: debió pasar 44 días en un centro de detención de su ciudad natal por haber incumplido los términos del arresto domiciliario que se le habían fijado por un incidente vial.
El 5 de noviembre de 2020, Davis, a bordo de un Lamborghini Urus, pasó un semáforo en rojo, chocó contra un Toyota Solara en el cruce de los bulevares Martin Luther King Jr. y Washington, en el centro de Baltimore, y luego se estrelló contra la reja de un minimercado. Cuatro ocupantes del Toyota (entre ellos, una mujer embarazada) resultaron heridos, pero el boxeador no los asistió, sino que abandonó inmediatamente el lugar.
En febrero de 2023, Tank se declaró culpable y fue sentenciado a una pena de tres años de prisión en suspenso y 90 días de arresto domiciliario, además de 200 horas de servicio comunitario. El arresto domiciliario debía cumplirlo en la casa de su entrenador, Calvin Ford, pero a los pocos días abandonó la vivienda y se instaló primero en un hotel y luego en un altillo ubicado en un complejo residencial de Locust Point, en el sur de Baltimore. Al detectar el inclumplimiento, Althea Handy, la jueza que lo había sentenciado, le revocó el beneficio y lo obligó a completar los 90 días de arresto en un centro de detención.
Aquel no fue el primer contacto con el sistema judicial estadounidense del campeón mundial ligero, quien también se había visto involucrado en situaciones de agresión callejera y de violencia machista contra Andretta Smothers, su expareja y madre de su hija mayor, Gervanni. Si bien ninguno de esos hechos llegó a juicio, todos han generado obstáculos en su carrera deportiva y le han valido múltiples cuestionamientos.
Ajeno a este ruido, Davis, de 29 años, se mostró risueño, jocoso y más locuaz que de costumbre desde que llegó el martes a Las Vegas, donde muchos ya especulan con un duelo de unificación antes de fin de año con el ucraniano Vasiliy Lomachenko, campeón de la Federación Internacional de Boxeo, o con el estadounidense Shakur Stevenson, monarca del Consejo Mundial de Boxeo. Para ello, el púgil de Baltimore deberá superar primero el reto que este sábado le presentará Martin.
El retador también tiene 29 años, nació en Detroit, está radicado en Indianápolis y realiza sus campamentos en Dallas con el prestigioso entrenador Derrick James. Durante la adolescencia practicó lucha y el fútbol americano, y recién comenzó a boxear a los 17 años, cuando estaba terminando sus estudios secundarios. Tras una carrera como aficionado en la que logró el prestigioso certamen Golden Gloves en 2016, debutó como profesional en octubre de 2017 y desde entonces enlazó 18 victorias (12 antes del límite). Las más resonantes fueron las dos últimas: contra el dominicano Michel Rivera y frente al armenio Artem Harutyunyan, ganador de una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 representando a Alemania.
The Ghost, que también es zurdo y ocupa el segundo puesto en el ranking ligero de la AMB, fue compañero de entrenamiento de Gervonta en 2020 en el gimnasio de Floyd Mayweather. Con ese conocimiento a cuestas, el aspirante se ilusiona con dar el batacazo el sábado. Sin embargo, Davis desconfía de la sed de triunfo de su rival. “No le interesa ganar, solo le preocupa que no lo noquee”, conjeturó. Por supuesto, pronosticó que Martin no llegará a escuchar la última campanada y que él podrá experimentar nuevamente la orgásmica sensación del nocaut. “Se siente asombroso. Es mejor que el sexo”, aseguró el miércoles.