El Día del Arquero tiene fecha en el mundo pero también en Argentina. Mientras que fronteras afuera se habla del 14 de abril, para homenajear al colombiano Miguel Angel Calero, quien murió sorpresivamente en diciembre de 2012 a los 41 años por un problema de salud, en Argentina ya se estaba instaurado el 12 de junio para celebrar la trayectoria de una leyenda: Amadeo Raúl Carrizo.

El inolvidable Amadeo nació un 12 de junio en Rufino, Santa Fe, en 1926. Como homenaje, en el año 2011, el Senado de la nación decidió hacerle un reconocimiento en vida y estableció que ese día se conmemore todos los años el Día del arquero.

Amadeo fue único en lo suyo. Debutó a los 19 años y con el paso del tiempo se convirtió en el jugador que más veces vistió la camiseta de River, con 520 apariciones durante 24 años. Allí conquistó 11 títulos. Pero la figura de Amadeo trascendió las camisetas porque revolucionó la concepción del puesto en el fútbol sudamericano.

Valiente para jugar con los pies, se posicionaba como líbero, tal como Ter Stegen -entre otros- en la actualidad, para salir jugando; también fue el primero en usar los saques de arco como opciones para iniciar un contraataque; entre muchas de las cosas que innovó, impuso la moda de utilizar guantes para atajar, por recomendación del soviético Lev «La Araña Negra» Yashin, quien además le regaló un par de los suyos, luego de bañarlo en elogios.

Amadeo Carrizo, ídolo de River y leyenda del fútbol argentino. Foto: Archivo, 1953.Amadeo Carrizo, ídolo de River y leyenda del fútbol argentino. Foto: Archivo, 1953.

Carrizo también tuvo la oportunidad de ponerse la celeste y blanca. En la Selección jugó 20 partidos, entre los que disputó el Mundial de 1958 y ganó la Copa de las Naciones de 1964, luego de vencer a Inglaterra en la final: en el título que consiguió, finalizó con la valla invicta y, en la victoria 3-0 frente a Brasil, le contuvo un penal a Gerson.

Le faltó un Mundial, se dirá. Pero las voladas del Pato Fillol, la sobriedad de Nery Pumpido y el achique del Dibu Martínez, los arqueros de las tres estrellas, son herencia directa del hombre al que César Luis Menotti definió con las palabras justas: «Antes los equipos jugaban con diez jugadores y un arquero. A partir de Carrizo, y luego Fillol y Gatti, el fútbol se juega con once jugadores, uno de los cuales puede tomar la pelota con la mano», decía el Flaco, agregando en esa rica historia al Loco.

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Amadeo Carrizo jugó durante 24 temporadas en River y también vistió la camiseta de la Selección argentina con la que disputó el Mundial de Suecia 1958.

Carrizo había marcado una época como un pionero. Desde la estética hasta la técnica del arquero. Fue el que impuso la modalidad de atajar con guantes, algo que le había aconsejado el italiano Giovanni Viola. Su nuevo estilo era salir a cortar jugadas con los pies, amortiguar una pelota con el pecho, lanzar contraataques. Hoy parece habitual en cualquier arquero, en su época era revolucionario. Pero, más allá del estilo, Carrizo aportaba personalidad y seguridad, requisitos insustituibles para un arquero. Explicaba: “Mi estilo no fue un capricho, sino que había razones para tenerla. River siempre iba al ataque y obligaba a que el arquero también jugara adelantado”. Se retiró a los 44 años de edad en Millonarios de Colombia, luego de un breve paso por esa institución.

«En esas categorías de precursor (marcando el rumbo de generaciones siguientes), ídolo (como muy pocos en la historia riverplatense) y en su increíble vigencia (¿quién imagina hoy un futbolista, aún arquero, por dos décadas en un equipo grande?) se puede sintetizar parte de la colosal campaña de Amadeo. Pero hay mucho más, y está fundamentada en su personalidad noble, querible, en aquellos dibujos que repartía como autógrafos a la multitud de admiradores, en su sencillez, en esa sabiduría -en lo suyo- extendida hasta sus últimos días. En su prestancia y en su elegancia, que hasta lo convirtió en modelo de Ante Garmaz. En un hombre que paseaba toda esa grandeza, ya pasados los novena años y le revelaba a La Nación​ que el único secreto para llegar entero a esa edad era… ‘tomar vino tinto'», escribió el periodista Luis Vinker, para recordar a Amadeo.

En 1954 le tiró una gambeta a «Pipino» Borello, de Boca, iniciando una pica especial con el rival de toda la vida, que se extendió durante varios años pero siempre con respeto.

“Los hinchas de Boca me hacían la vida imposible desde aquella gambeta. Y por la rivalidad en los clásicos, por supuesto. Pero con Borello todo terminó bien y después estuve en su partido de homenaje”, contó.

Amadeo Carrizo y D'Onofrio en el homenaje que le realizaron en abril de 2014. Foto: R ALFIERI.Amadeo Carrizo y D’Onofrio en el homenaje que le realizaron en abril de 2014. Foto: R ALFIERI.

Amadeo no tuvo ese partido -algo que lamentó- pero sí el reconocimiento de River en las últimas décadas, con una platea que lleva su nombre en el Monumental y con el nombramiento como presidente honorario, por gestión de D’Onofrio. También Rufino erigió una estatua en homenaje a uno de sus hijos ilustres. Y el nombre de Amadeo Raúl Carrizo, tantas veces vitoreado por las multitudes en las canchas, queda ligado a la más gloriosa historia del fútbol argentino.

Falleció a los 93 años de edad, en abril de ese 2020 maldito que tuvo también la muerte de Maradona, Sabella, Marzolini, Pizzuti y el Trinche Carlovich, entre otros.



Fuente Clarin

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