El combate que consagró a un campeón indiscutido de los pesados por primera vez en la era de los cuatro cinturones y que permitió que los contendientes se repartieran (de forma bastante inequitativa) casi 150 millones de dólares tendrá un segundo capítulo antes de fin de año: el británico Tyson Fury buscará desquitarse el 21 de diciembre en Riad ante el monarca ucraniano Oleksandr Usyk, quien lo batió hace dos semanas en la capital saudí y por ello esta vez se quedará con la porción más suculenta de la torta.
La confirmación de la revancha corrió por cuenta de Turki Alalshikh, presidente de la Autoridad General de Entretenimiento (GEA) saudí, quien comunicó a través de su cuenta de Twitter la fecha del pleito, que coincidirá con la realización de la Riyadh Season, un combo de eventos culturales, deportivos y gastronómicos que la monarquía realiza desde 2019 en su capital. “El mundo volverá a ver otra pelea histórica. Nuestro compromiso con los fanáticos del boxeo continúa. Esperemos que lo disfruten”, propuso el funcionario.
El contrato que los manejadores de ambos púgiles habían firmado antes de la contienda del 18 de mayo, que Usyk ganó por puntos en fallo dividido, contemplaba una revancha obligatoria sin importar el resultado del primer enfrentamiento. Pese a que después de su primera derrota como profesional Fury había sembrado alguna duda respecto a su futuro, el viernes pasado activó esa cláusula de revancha.
Si bien la fecha que se había preestablecido para el desquite era el 12 de octubre, la dureza de la primera pelea llevó a que ambos equipos evaluaran razonable postergarlo 10 semanas. Usyk sufrió un corte en la ceja derecha, por el que recibió cuatro puntos de sutura, y terminó el pleito con una marcada hinchazón alrededor de ambos ojos. Fury también finalizó la contienda con el rostro tumefacto y recibió un durísimo castigo en el noveno asalto que lo llevó a la lona y lo puso al borde del nocaut.
Los siete meses que separarán ambas peleas permitirán al ucraniano y al inglés disfrutar un buen período de descanso después de haber soportado extensos campamentos de entrenamiento. Ello se debió a que el enfrentamiento estaba inicialmente pautado para el 17 de febrero y debió postergarse tres meses como consecuencia de un corte que Fury sufrió en el párpado derecho durante una sesión de sparring.
“Empecé el campamento en septiembre de 2023 y trabajé durante nueve meses. Me perdí los cumpleaños de mis tres hijos y también el nacimiento de mi cuarta hija. Me perdí todas mis vacaciones familiares por entrenarme. Mi atención se centró solo en esta pelea. Ahora estoy feliz y quiero volver a casa, ir a mi iglesia y rezar”, contó Usyk después de triunfar, conservar sus cinturones de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y la Organización Mundial de Boxeo (OMB), y arrebatarle al inglés la faja del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Además del derecho a un gratificante descanso en familia, el triunfo otorgó a Usyk la posibilidad de quedarse con una fracción más jugosa de dinero que se repartirá en la revancha. Para la primera pelea, pese a ser un duelo de unificación entre dos campeones, había tenido que ceder mucho en la mesa de negociación para poder alcanzar un acuerdo.
Según el diario inglés The Sun, Fury percibió aproximadamente 85 millones de libras (108,2 millones de dólares) por la primera pelea, mientras que Usyk recibió 30 millones de libras (38,2 millones de dólares). Esta vez, desde su trono de monarca indiscutido, el ucraniano se quedará con el 60% del dinero que se depositará sobre la mesa (se estima que serán unos 190 millones de dólares), mientras que el británico deberá conformarse con el 40%.
Lo que todavía no está claro es si los cuatro títulos de los pesados estarán nuevamente en disputa, puesto que la FIB podría despojar a Usyk de un momento a otro, ajustándose a sus exigencias reglamentarias, debido a que el ucraniano ha postergado muy largamente su defensa obligatoria ante el croata Filip Hrgovic.
El invicto balcánico, quien ganó sus 17 peleas profesionales (14 antes del límite), es el número uno del ranking del organismo desde agosto de 2022, tras su triunfo por puntos ante el chino Zhilei Zhang. En su condición de retador obligatorio, Hrgovic ha esperado pacientemente su oportunidad y, mientras tanto, ha noqueado a los australianos Demsey McKean y Mark De Mori.
El croata aceptó postergar su chance a fin de permitir que Usyk y Fury combatieran por el campeonato indiscutido, aunque su equipo impuso como condición que el ganador de la pelea dejara vacante el título de la FIB para que pudiera ponerse en juego en el pleito que Hrgovic protagonizará este sábado ante el británico Daniel Dubois en Riad.
Sin embargo, los manejadores de Usyk solicitaron la semana pasada a la FIB una excepción que le permita conservar el cinturón y tenerlo disponible en la revancha con Fury. “Cualquier campeón reinante puede pedir una excepción a cualquier regla de la FIB”, sostuvo Daryl Peoples, presidente de ese organismo, sin soltar prenda respecto a la decisión final, que en estas horas se está discutiendo en Riad. Parece difícil que la resolución se conozca antes del combate entre Hrgovic y Dubois.
Los dos caminos posibles son el despojo de Usyk o la propuesta de un interinato. En cualquiera de los dos casos, si la decisión se anuncia después de este fin de semana, el título (regular o interino) se pondrá en disputa el 20 o 21 de septiembre en Wembley, donde Anthony Joshua se medirá con el vencedor de Hrgovic-Dubois.