Los hinchas de River están en llamas aunque el equipo fue campeón el año pasado y parece ir de paseo en la Copa Libertadores en la que un triunfo ante el modesto Táchira en Núñez posiblemente lo dejará como el mejor clasificado. No es poco porque le garantizará definir los mata mata de local. Este torneo que recién empieza lo tiene ahí arriba, con todo un mundo por jugar. ¿Por qué entonces la bronca?
La eliminación con Temperley en la Copa Argentina fue tomada como una vergüenza, la prestación ante Argentinos como una decepción enorme. ¿Entonces? ¿Dos partidos alcanzan para anunciar el Apocalipsis? Es que no son los resultados, es lo que se ve en el campo y lo que se sospecha que ocurre puertas adentro.
En tanto, el silencio oficial de los dirigentes permite interpretarse como un gran momento de duda: ¿sostienen al técnico o la mano se va soltando lentamente?
El gol de Temperley fue en el descuento y llegó desde un lateral. Temperley juega en la segunda categoría y está noveno en su grupo. A Argentinos no le hizo ni cosquillas salvo ese remate de Borja en el primer tiempo.
River no sabe a qué juega. Desde la ida del uruguayo Nicolás De la Cruz perdió identidad. Ahora que no está, se nota la influencia decisiva que tenía el uruguayo. Y se fue Enzo Pérez. Y es evidente la pérdida de liderazgo en los partidos durante los momentos calientes aunque el mendocina, ahora en Estudiantes, jugara a cuentagotas. Dejaron ir a un líder. Compraron a Rodrigo Villagra, buen futbolista. Pero no se asienta. Entra y sale. Y se pagaron un montón de millones de dólares por él. Las formaciones de Demichelis, sus cambios de sistema constantes y las modificaciones durante los partidos denotan una alarmante caída de tensión.
Si no juega Pablo Solari, que no es Garrincha pero es el único que puede ofrecer desborde, no hay profundidad por las bandas. Y entonces pasa como ante Temperley y Argentinos. El equipo junta pases en el medio con Barco y Echeverri y nunca llega la filtración clara para Miguel Borja o Facundo Colidio.
A veces parece handball y no fútbol lo que juega River. Se encierra. Y como tampoco está ajustada la recuperación en el medio, juegue quien jugare, queda expuesto a los contraataques. Tampoco tiene salida limpia desde atrás porque no hay garantía de buen pie. Hoy es fácil jugarle a River: esperarlo, crearle el embudo y atacarlo vertical. Elemental.
A todo esto, Demichelis no le encontró solución. Demichelis, que además carga la cruz de la comparación con Marcelo Gallardo y el hostigamiento sistemático de las viudas del Muñeco.
Semejante desorientación tiene evidencias claras.
- La protesta de Franco Armani a Luciano Gondou porque se la quiso picar en un mano cuando el arquero no le había dejado flancos libres, en un achique correcto.¿Qué pretendía? ¿De qué otra forma iba a definir el delantero si tampoco tenía pase atrás? Supuso canchereada Armani. Muestra de nerviosismo.
- Las declaraciones de González Pirez quejándose de la cancha chica, el césped irregular y del corte sistemático de Argentinos.
Un equipo grande debe sobreponerse a todo. Es River, González Pirez, es River.
Demichelis iba a dar libre el domingo pero a causa de la derrota ordenó entrenamiento. Sanción de padre al chico que se portó mal en la escuela. No parece ser la decisión de un estratega. La gran pregunta es si el plantel sigue confiando en el técnico y el técnico en los jugadores. Esa es la síntesis que sienten los hinchas. Y no ven solución. River está un laberinto y no encuentra salida.