«Sabíamos que algo de esto podía pasar», dijo el árbitro Nazareno Arasa mientras miraba cómo una parte de la barra de Godoy Cruz arrojaba todo tipo de objetos al campo de juego. Le apuntaron primero al arquero de San Lorenzo, Gastón Gómez. Y después a todo lo que se movía. El duelo estuvo demorado largos minutos.

Hace meses que la barra de Godoy Cruz está en conflicto interno porque una facción antigua quiere recuperar su lugar en la tribuna. En este 2024, cada vez que el Tomba juega en Mendoza el peligro está latente. Este sábado no fue la excepción.

Fue una jornada con varios focos de conflicto. Primero, fueron apedreados los micros que trasladaron al plantel de San Lorenzo al estadio Malvinas Argentinas. Se registró un herido, que sería un allegado a la dirigencias del Ciclón.

Después, en las adyacencias de la cancha, la policía local se cruzó con la barra y se escucharon varios disparos de balas de goma. Muchos de los barras intentaron además ingresar sin tickets.

El partido comenzó a la hora pautada y a los 25 minutos un grupo de no más de 50 encapuchados lograron entrar a la popular local. Lo primero que hicieron fue tirar una bomba de estruendo muy cerca del Chila Gómez. Luego, rompieron algunos inodoros de los baños y arrojaron las cerámicas. «Que se vayan todos/que no quede/ni uno solo», cantaron los de la platea.

Incluso un par de hinchas comunes que estaban en la popular intentaron calmar a los encapuchados, que tenían la clara intención de suspender el partido. Entonces se sucedieron los fuertes golpes de puño. Por esa razón, la mayoría de los simpatizantes del Tomba optaron por abandonar la cancha.

El clima no se calmó con el gol de Nelson Ulariaga para el Tomba. Los incidentes siguieron y los proyectiles no dejaron de caer en las cercanías del arco defendido por Gómez. Arasa habló con los encargados del operativo después del gol anulado a Barreiro y advirtió que no permitiría que siguieran las pedradas. No tuvo éxito. Todo siguió igual y el primer tiempo terminó con el empate de Giay mientras el guardavallas visitante no paraba de tirar pedazos de mampostería fuera de los límites del campo de juego.





Fuente Clarin

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