Con el mundo mirando hacia Arabia Saudita, a la espera de la pelea de boxeo entre Tyson Fury y Oleksandr Usyk por cuatro cinturones de los pesos pesados, una estrella hizo su ingreso sobre el horizonte: Cristiano Ronaldo.
El Bicho, local en esta zona de Medio Oriente desde su llegada a ese fútbol, suele acudir con presentismo perfecto a estas veladas organizadas y auspiciadas por los millones de las autoridades saudíes, manifestadas en la humanidad del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, dueño de todo lo que pueda ser comprado con los dólares que brinda el petróleo.
Fue Turki Al-Sheikh, uno de los ministros más poderosos del régimen saudí, quien se acercó a recibir al «rey» Cristiano cuando el portugués arribó al Kingdom Arena de Riad a bordo de su Ferrari Purasangre color azul, valuada en medio millón de dólares, motor V12 de 6,5 litros, doble embrague, caja de 8 velocidades y el primero de la marca con cuatro plazas.
El nacido hace 39 años en Funchal, Madeira, es fanático de los bólidos de altísima gama y desde su país natal estiman que posee un garage con máquinas de las mejores marcas (Cadillac, Bugatti, Lamborghini y Bentley, entre otras) y un valor total que supera los 20 millones de dólares.
Junto al ring ya había una silla esperando por el ex Real Madrid y Manchester United, en la que un cartelito con la leyenda CR7 anticipaba para quién estaba reservada. A su lado se terminó sentando el excampeón de los pesos pesados, el británico Anthony Joshua, la otra gran figura del ambiente deportivo presente en el VIP.
En zapatillas, con unos bermudas, campera y camisa, todo en tono blanco crema, el look casual de Cristiano llevaba la marca que suele vestirlo en ocasiones especiales: Gucci. Según estimaciones de la prensa británica, el outfit del luso cuesta unos 4.000 dólares.
Sin embargo, el detalle más lujoso de Cristiano en la velada de Fury vs Usyk estaba ubicada bien cerca de su puño derecho. El atacante del Al Nassr llegó al lugar luciendo un reloj Franck Muller Cintrée Curvex de 1 millón y medio de dólares, con diseño exclusivo, oro blanco y 600 diamantes incrustados, que forma parte de su colección privada que alcanzaría los 10 millones de dólares.
Ronaldo recibió la mirada de cada uno de los boxeadores que fue subiéndose al ring en la cartelera dedicada a Usyk y Fury, incluidos los dos pesados llamados a ser los protagonistas de la velada. Y el estadio se vino abajo cada vez que su rostro apareció en la pantalla gigante. Un campeón sin corona.