Solo hay que escuchar los sonidos del final para entender la coyuntura. Los hinchas xeneizes aplauden y es un merecido reconocimiento al juego. Sin embargo, más felices están los torcedores brasileños en la tercera bandeja de La Bombonera, que gritan eufóricos por un empate fuera de contexto. Boca jugó un gran partido, pero no tuvo contundencia. Y en la última jugada, con exceso de confianza, fue a buscar un córner demasiado lanzado. La réplica de Fortaleza fue letal. Marinho, que cambió todo, habilitó a Moisés, Sergio Romero quedó en el camino y el venezolano Kervin Andrade le rompió el arco. Y dejó en puntos suspensivos su clasificación a la próxima instancia.
El escenario es complejo. Fortaleza tiene dos puntos más que Boca y en la última fecha será local ante el débil Sportivo Trinidense. Aquí mismo, el equipo de Diego Martínez recibirá a Nacional de Potosí. Si no llega a los octavos, algo que parece haber quedado a pedir de los brasileños de acuerdo al resultado de anoche, tendrá que afrontar un replay con alguno de los terceros de la Libertadores. También puede quedarse afuera si sorprenden los bolivianos.
Por su volumen de juego, por la dinámica de sus volantes, especialmente Kevin Zenón, y por el despliegue de sus laterales, Boca jugó muy bien. Dominó esos cuarenta y cinco minutos iniciales, pero no logró vencer a Joao Ricardo, sólido arquero de Fortaleza, que descolgó cada centro con facilidad y tapó dos pelotas muy difíciles.
Resultó interesante el trabajo de Pol Fernández en la salida, delante de los zagueros y detrás de Equi Fernández. Tuvo mayor protagonismo en la recuperación y al jugar más retrasado, dejó el armado en su joven socio. Luis Advíncula se proyectó por la derecha, esta vez mucho más que Lautaro Blanco. Miguel Merentiel y Edinson Cavani no se estacionaron en el área; por el contrario, participaron del circuito de juego en ese 4-1-3-2 que pergeñó Diego Martínez. Y generó dificultades en la última línea brasileña.
Fortaleza llegó hasta la Bombonera consciente de que el empate era un gran negocio, pero no decidió meterse atrás; Boca se lo llevó puesto, lo encerró, y casi no tuvo oportunidad para salir de contragolpe con el tándem de argentinos, Tomás Pochettino, Imanol Machuca y Juan Martín Lucero. A tal punto, que Sergio Romero no tuvo que intervenir en la etapa preliminar.
Boca, en cambio, llegó varias veces. Zenón lo tuvo abajo del arco, después de una recuperación de Pol y un centro atrás de Merentiel. Tapó Joao Ricardo. Después, el propio correntino sacudió de media distancia y el arquero no dio rebote. Más tarde, Cristian Lema metió un martillazo a partir de un tiro de esquina de Zenón y la pelota pegó en la cabeza de Benjamín Kuscevic.
También, hubo una jugada polémica, un penal de Kuscevic sobre Edinson Cavani que Jesús Valenzuela dejó pasar. El chileno arremetió contra el tobillo del uruguayo, a quien le rompió su media. El VAR convalidó la decisión del juez venezolano y la gente se crispó. No obstante, la situación más clara fue un bombazo de Merentiel que Joao Ricardo manoteó por encima del travesaño.
Boca salió a jugar con la misma sintonía ofensiva, y un cambio obligado por la lesión de Nicolás Figal, en el segundo tiempo. Y Cavani avisó que merodeaba el gol con un cabezazo apenas alto. Fue a partir de un centro de Blanco, cada vez más incisivo.
Enseguida, hubo un córner de Cristian Medina que Lema cabeceó al travesaño. Entonces, Zenón –el mejor- hizo una genialidad, un taco con caño incluido que desactivó las marcas y dejó a Blanco con campo abierto para avanzar y meter el centro atrás para la definición de Cavani. Le costó a Boca, pero encontró el gol que buscó con vehemencia.
Juan Pablo Vojvoda reaccionó con cambios. Entraron Marinho, Matheus Rosetto y Moisés, desarmó el 4-4-2 y soltó a Pochettino, que estaba encorsetado contra la raya, desperdiciado en su función creativa y desgastado por bloquear el andarivel de Advíncula sin éxito. El rafaelino cometió muchas infracciones y se salvó de la amonestación por el flojo desempeño de Valenzuela.
Boca no aflojó el ritmo. Ágil, rápido y con precisión, por momentos se hizo insostenible para Fortaleza. Zenón, Blanco y Advíncula eran aviones. Equi Fernández hilvanaba cada jugada. Cavani mostraba toda su lucidez a un toque. Sin embargo, Marinho estuvo muy cerca del empate y Romero respondió como arquero de equipo grande, tapando como el Loco Gatti o Navarro Montoya, la atajada de Dios.
No buscó cerrar el partido Boca. Fue por más, muy a pesar de su linaje copero en los tiempos de Carlos Bianchi. Y en el último suspiro, Fortaleza le pegó un golpe demoledor y lo puso frente a una dura realidad: ya no depende de sí mismo.