La categórica victoria de Naoya Inoue, quien el lunes se repuso de una caída en el primer asalto para noquear en el sexto episodio al mexicano Luis Nery en Tokio, reavivó una discusión nunca saldada y que nunca se saldará: ¿es el japonés el mejor boxeador de la actualidad? En este momento, su nombre funciona como eje del debate; en otros, les ha tocado a otros púgiles ocupar ese lugar. Porque en un deporte que carece de criterios fácticos que permitan resolver ese interrogante, el terreno destinado a las opiniones es fértil.
Los deportes colectivos, como el fútbol, el básquetbol o el handball, cuentan con torneos ecuménicos que, con cierta frecuencia, permiten consagrar a un campeón mundial. Algunas disciplinas individuales, como el tenis o el ajedrez, tienen rankings que se confeccionan a partir de la sumatoria de puntos que permiten alcanzar un ordenamiento. Otras especialidades disponen de sus propios criterios objetivos: nadie discute que el mejor garrochista del mundo es aquel que logra superar una altura mayor al saltar o que la mejor maratonista es aquella que consigue recorrer los 42,185 kilómetros en menor tiempo. Nada de ello es posible en el boxeo.
El pugilismo, como todos los deportes de combate, organiza sus competencias por categorías de peso claramente delimitadas: en el caso de los hombres, la Asociación Mundial de Boxeo y el Consejo Mundial de Boxeo reconocen 18 divisiones y la Organización Mundial de Boxeo y la Federación Internacional de Boxeo, 17; en el caso de las mujeres, la AMB y el CMB distinguen 16; la FIB, 17; y la OMB, 18. Ello impide que, por ejemplo, un campeón supergallo sea desafiado por un retador wélter. Los 11 kilos de diferencia tornan imposible ese enfrentamiento.
A ello se suma que el boxeo no cuenta con un ranking por suma de puntos que pudiera permitir una comparación entre deportistas de distintas categorías. De hecho, los escalafones de cada categoría son confeccionados por el Comité de Campeonatos de cada organismo con un importante nivel de subjetividad. Esa misma subjetividad es la que ponen en juego los jueces en cada combate que se extiende hasta la distancia máxima pactada y cuyas decisiones a menudo generan controversias.
Todos esos factores impiden trazar un ordenamiento con algún cariz de objetividad. Ello no imposibilita que los especialistas del boxeo y también los seguidores con un piso medio de conocimiento sobre la disciplina elaboren sus rankings personales y defiendan acaloradamente sus posiciones. En ese maremágnum, existe un acuerdo casi unánimemente compartido en estos días: que los dos mejores peleadores de la actualidad son Inoue y el estadounidense Terence Crawford.
El norteamericano es el boxeador más completo de estos días, con una combinación de una depurada técnica y una gran inteligencia para resolver las encrucijadas que cada combate le presenta. El asiático es el peleador más concluyente y espectacular de estos tiempos, capaz de electrizar cualquier cuadrilátero y resolver con una asombrosa contundencia cada una de sus presentaciones. Hasta allí, cuestión de gustos. Por fuera de ello, cuando se piensa en el mejor libra por libra del mundo, suele ponerse en la balanza (con proporciones variables según el paladar del cocinero) la historia, el rendimiento en las últimas presentaciones y el nivel de oposición de los adversarios. En todo eso, Inoue y Crawford no se sacan grandes ventajas.
El estadounidense, nacido hace 36 años en Omaha (Nebraska), ganó los 40 pleitos profesionales (31 antes del límite) desde su debut en marzo de 2008. De esas 40 victorias, 18 fueron en combates por títulos mundiales, 10 contra campeones o excampeones ecuménicos y 8 contra adversarios invictos que habían efectuado al menos una decena de peleas.
Más allá de los números, Bud ha afrontado compromisos sumamente exigentes en su carrera, pero ninguno tanto como el último, que hizo que muchos especialistas lo ratificaran como el mejor boxeador del planeta: en julio pasado, noqueó en Las Vegas a Errol Spence, quien entonces era considerado unánimemente como integrante del top ten en el escalafón libra por libra, y así reunió los cuatro cinturones de la categoría wélter.
Ese triunfo convirtió a Crawford en el primer hombre en ser campeón indiscutido en dos divisiones. En agosto de 2017, también había juntado las cuatro fajas de los superligeros tras noquear al namibio Julius Indongo. Antes de ello, había sido campeón ligero de la OMB.
El estadounidense ya no es el monarca indiscutido wélter, ya que en noviembre del año pasado la FIB le quitó su reconocimiento por no haber enfrentado a su retador obligatorio y entonces campeón interino del organismo, su compatriota Jaron Ennis, quien fue elevado a la condición de campeón regular. De todos modos, Crawford ya no militará en las 147 libras, sino que procurará un cetro en otra categoría (sería la cuarta en su foja de servicios): el 3 de agosto retará en Los Ángeles al uzbeco Israil Madrimov, titular superwélter de la AMB.
Inoue, quien nació hace 31 años en Zama, fue más precoz que Crawford en algunos logros: ganó su primer título mundial con apenas 20 años y en su sexta salida profesional (noqueó al filipino Jerson Mancio para apropiarse de la faja minimosca del CMB), mientras que el norteamericano obtuvo su primera corona con 26 años y en su 23° pleito pago. Además, el Monstruo logró su segundo campeonato, el supermosca de la OMB, solo 12 meses después del primero, despachando en menos de dos rounds de acción al chubutense Omar Narváez.
El nipón, ganador de sus 27 contiendas rentadas (24 por la vía rápida), fue el segundo hombre en coronarse rey indiscutido en dos categoría: lo consiguió el 26 de diciembre de 2023 (150 días después de que lo hiciera Crawford), cuando noqueó el filipino Marlon Tapales y se quedó con todos los cinturones de los supergallos, que todavía atesora. Antes había barrido la división gallo.
De las 27 peleas que protagonizó el asiático, 22 fueron por títulos mundiales y en todas terminó con el brazo en alto. Y no solo eso: solo dos hombres, el mexicano David Carmona, en mayo de 2016, y el filipino Nonito Donaire, en noviembre de 2019, completaron las 12 vueltas ante un rival que noqueó a 13 campeones o excampeones mundiales.
Quienes procuran encontrar alguna mancha en el currículum del japonés alegan que no ha enfrentado a rivales que integraran la elite libra por libra, como hizo Crawford con Spence. Si bien eso es cierto, no han faltado en su recorrido adversarios de gran nivel como el legendario Donaire, a quien enfrentó dos veces, aunque en tiempos en que el filipino ya no estaba en la cresta de la ola.
Cuando Inoue decidió ascender a la división supergallo, hizo su primera prueba en julio de año pasado ante quien indudablemente era el mejor de esa categoría, el invicto estadounidense Stephen Fulton, y lo noqueó en ocho vueltas. Y el lunes rindió una prueba de carácter ante el durísimo Luis Nery, uno de los pegadores más potentes de las categorías chicas, quien también terminó noqueado después de haber derribado al Monstruo por primera vez en su carrera.
Si bien Inoue tiene tiempo, físico y capacidad para buscar un título en una quinta categoría, todavía no planea ascender a la división pluma. Su plan para lo que resta de 2024 incluye otras dos contiendas, que seguramente serán frente al australiano Sam Goodman (número uno en los rankings de la FIB y de la OMB) en septiembre y ante el uzbeco Murodjon Akhmadaliev (primero en el escalafón de la AMB) en diciembre. Luego sí saltaría a las 126 libras.
La discusión alrededor de la supremacía absoluta en el universo del boxeo se reavivó el lunes, tras el triunfo de Inoue ante Nery. Entre las personas que expusieron sus puntos de vista, con más o menos argumentos y con más o menos visibilidad, estuvo Turki Alalshikh, presidente de la Autoridad General de Entretenimiento de Arabia Saudita y nuevo hombre fuerte de este deporte a partir de la colosal inyección de dinero que está realizando para organizar algunas de las peleas más atractivas de estos tiempos.
“Inoue es un gran boxeador, pero Crawford es el número uno libra por libra. No sé cómo funciona la clasificación ni si hay un criterio claro, pero parece que hay opiniones personales e inexactitudes de por medio. Creo que el boxeo necesita una entidad que evalúe con transparencia y credibilidad. ¡Pronto apoyaré un proyecto al respecto!”, sostuvo el funcionario del reino, histórico aliado de Estados Unidos en Medio Oriente.
Alalshikh no es un observador neutral en este juego: será el organizador de la velada en la que Crawford enfrentará a Madrimov en Los Ángeles y ya avisó que aspira a fraguar un choque entre el estadounidense y Saúl Canelo Álvarez en diciembre de este año o en enero de 2025. De todos modos, el jerarca saudí también pretende acercar a sus intereses a Inoue: quiere que enfrente a Goodman en Londres en una velada que tendría como atractivo principal la presentación del británico Anthony Joshua ante el vencedor del pleito que el 1 de junio protagonizarán su compatriota Daniel Dubois y el croata Filip Hrgović.