Ya no alcanzan los adjetivos para describir lo que hace Lionel Messi desde hace 20 años dentro de una cancha de fútbol. Mientras desde Arabia Saudita llegaban las noticias sobre Cristiano Ronaldo y su hat trick en la goleada de Al Nassr 6-0 ante Al Wahda por la liga local, el capitán campeón del mundo en Qatar 2022 dibujó una actuación memorable en los Estados Unidos. Es que el crack rosarino anotó un tanto y entregó ¡cinco asistencias! para que Inter Miami le diera vuelta el partido a New York Red Bull y lo demoliera por 6-2 para mantenerse como único líder de la Conferencia Este de la MLS.
Había arrancado mejor pisado el dueño de casa. Otro intento de gol olímpico de Messi y un remate desde lejos del rosarino fueron los tibios acercamientos de su equipo. Sin embargo, la visita tenía otros planes. Y quedaron a la vista cuando el sueco Emil Forsberg habilitó con mucha clase a Wikelman Carmona. El venezolano remató cruzado y la pelota dio en el palo. Parecía que zafaba Inter, pero el rebote le quedó al belga Dante Vanzeir, que no perdonó. No parecía ser la mejor noche para Messi y compañía.
El equipo de Gerardo Martino no tenía punch. La Pulga y Luis Suárez no conectaban y su rival no sufría. Una llegada de David Ruiz -se dejó anticipar por John Tolkin tras una gran habilitación de Luis Suárez- y un cabezazo de Tomás Avilés que fue palo y afuera fueron las llegadas más claras del local en un primer tiempo que solo Vanzeir y su familia recordarán.
Pero todo cambió en el complemento. Porque se hizo historia en el Chase Stadium. Mucho tuvo que ver Matías Rojas, que entró por el apático Ruiz. Pero más tuvo que ver Messi, que protagonizó otra actuación colosal. Y van…
El paraguayo, apenas iniciado el segundo tiempo, empató el duelo con un soberbio zurdazo desde media distancia tras recibir de Messi y dejar fuera de alcance a un defensor. Enseguida, el ex Racing presionó alto a Carmona y habilitó con el quite a un inquieto Luis Suárez. El uruguayo vio a Messi entrando al área y la Pulga, de primera, no perdonó. Habían pasado tres minutos y monedas en el segundo tiempo y los del Tata Martino ya habían dado vuelta la historia.
Los neoyorquinos, que venían de propinarle una dura paliza a Inter hace un par de semanas en la Gran Manzana, intentaron reaccionar de la mano de Forsberg. Pero la suerte ya estaba echada. Porque Messi estaba intratable. Antes del cuarto de hora, dibujó una asistencia magistral para que Rojas quedara mano a mano frente a Carlos Coronel y, tras un amago, definiera con clase, pinchando la pelota por encima del metro 92 del arquero brasileño, nacionalizado paraguayo y con convocatorias a esa selección.
Un ratito después, Messi desbordó por derecha y sacó un centro bajo para que Suárez, con una pirueta, decretara el 4-1. Al toque, como si estuvieran en el Camp Nou, los viejos compadres entraron al área tirando una doble pared y Leo volvió asistir al Pistolero para el 5-1. Golazo. Y la historia no terminó allí. Porque la sociedad volvió a funcionar. De Suárez para Messi y de Messi, con toque de billar, para que el uruguayo gambeteara al arquero y marcara el 6-1.
Ya en el descuento, Forsberg, tras un penal ingenuo de Marcelo Weigandt, puso el descuento tardío para los de Nueva York. Poco importó. Lo de Messi es impresionante: sumó un tanto y cinco asistencias en una misma noche para llegar a 10 gritos y 12 pases gol en la temporada. En la carrera de goleador de la historia contra CR7 está 833 contra 890. Pero no está dicha la última palabra. Sigue siendo el amo y señor del fútbol. Y su leyenda no tiene límites.