Ayrton Senna da Silva pasó a la inmortalidad hace tres décadas, pero su legado es eterno. Si no, que lo digan los millones de fanáticos que este miércoles lo recordaron a 30 años del despiste en la curva de Tamburello, el choque contra el muro de hormigón y su posterior muerte en pleno Gran Premio de San Marino.
El 1 de mayo de 1994 es una fecha oscura para el automovilismo en general y para la Fórmula 1 en particular. Porque a Senna aún se lo extraña. Pero ahí están en varios países miles de niños llamados Ayrton en su honor.
Este miércoles fue un día de homenajes, celebración y abrazos a la memoria de uno de esos pocos pilotos que dejaron huella en los circuitos de la F1. Por sus maniobras, por su manera de conducir, por lo que lamentaba ser segundo y sobre todo por su carisma. Ese que lo llevó a ser ídolo de Brasil, país al que dejó sin batucada esa mañana trágica en la que murió en Imola.
A las 14.17 de aquel día, un Ayrton de 34 años chocó por una falla mecánica y quedó prácticamente desnucado en su Williams. Es una de las imágenes más impactantes en la historia de la Fórmula 1. El mundo presenció en vio la agonía del tricampeón. El dolor paralizó a todos. Con graves heridas en la cabeza, fue trasladado en helicóptero a un hospital en Bolonia, donde se confirmó su muerte, que muy posiblemente se produjo poco después del impacto porque restos de la suspensión delantera atravesaron su casco.
A las 14.17 de este miércoles 1° de mayo de 2024, en la zona del impacto se hizo un minuto de silencio y se colocó un ramo de flores en un acto protocolar con la presencia de Stefano Domenicali, director ejecutivo de la F1, y los cancilleres de Italia, Brasil y Austria, ya que también fue homenajeado el austríaco Roland Ratzenberger, quien había fallecido el día previo durante la clasificación en la curva Villeneuve, a los 33 años.
Por primera vez en treinta años, el Williams F16 del campeón brasileño volvió a la pista, ocupando la posición del día en que dio la última vuelta. El coche es la única copia original existente del monoplaza que quedó destruido durante el accidente en el que Senna perdió la vida.
Brasil no se vistió de luto este miércoles por su hijo pródigo, tricampeón de la F1 en 1988, 1990 y 1991, sino que su gente prefirió el recuerdo activo. La introspección con la reflexión de cómo influyó Senna en la identidad de un pueblo que le devolvía el amor que él le daba muchas veces en absoluto silencio, con millones de dólares a beneficio de los más necesitados.
En el circuito de Interlagos, en San Pablo, hubo un homenaje muy especial, porque miles de fanáticos se vistieron de corto y corrieron sobre los 4.309 metros de asfalto donde Ayrton protagonizó algunos de los momentos más sobresalientes y recordados de su trayectoria al volante. Organizadas por la familia Senna, se celebraron tres carreras de 5, 10 y 21 kilómetros, como sus tres títulos de Fórmula 1.
“Es mi ídolo. Es un día que jamás podría olvidar y por eso vine aquí a homenajearlo”, le dijo a EFE Juvenal Ferreira, de 74 años y equipado con el simbólico mono rojo y el casco con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña que llevaba Senna. Todos los aficionados coincidieron en vincularlo a adjetivos como “carismático”, “alegre”, “humilde”, “respetuoso” y “persistente”.
“Lo acompañaba con mi familia todos los domingos por la mañana. Aquella emoción, esa expectativa de verlo llegar, de levantar la bandera, la música de la victoria… Nunca desistía”, resumió Natasha Amaral, analista de sistemas de 43 años, en el autódromo. Su marido, Caio Maia, profesor de Educación Física, lo tiene tatuado en un hombro. “Necesitaba tenerlo marcado en la piel”, apuntó mientras esperaba para tomarse una foto con la escultura de 3,5 metros de alto y media tonelada de peso del busto del piloto, obra de su sobrina Lalalli Senna.
El fervor que todavía despierta el Rey de Mónaco es intergeneracional. “Incluso 30 años después, la idolatría a Senna sigue firme y es creciente. Conquista a fans que ni siquiera lo vieron correr. Su imagen siempre viene asociada a orgullo, victoria y disciplina”, explicó Ivan Martinho, profesor de marketing deportivo.
Los fanáticos de Senna visitaron su tumba en el cementerio de San Pablo, su ciudad natal, donde descansa desde 1994. En Río de Janeiro se inauguró la muestra itinerante “Yo, Ayrton Senna da Silva-30 años”, en la que los visitantes pueden escuchar la voz del piloto relatando los momentos decisivos de su vida y de su carrera utilizando inteligencia artificial. Y en la playa de Copacabana miles se tomaron selfies frente a la estatua de Senna, retratado con los brazos en alto mientras enarbola una bandera de Brasil.
“Ver las carreras en TV era una moda. Todos nos preparábamos para verlas, principalmente por Senna”, le dijo a la agencia AFP la jubilada Marilane Mattos frente a la estatua. Como tantos jóvenes brasileños, el empresario Joao Paulo Bertolini, de 30 años, nunca vio correr a Senna, aunque desde pequeño aprendió a admirarlo. “Mi padre siempre me hablaba de él. Paraba los domingos para ver las carreras. Hoy ya no sucede esto. Mi padre, mi tío, mis abuelos… todos me hablaban de Senna”, aseguró.
Más allá de sus resultados deportivos, el legado del ex piloto permanece a través del Instituto Ayrton Senna, reconocido en 2004 por la UNESCO por sus proyectos educativos destinados a los niños de los distritos más postergados. “Ayrton decía siempre que si deseas cambiar las cosas, debes empezar con la educación”, afirmó su hermana Viviane, presidenta de la entidad que afirma haber ayudado a 36 millones de estudiantes en 3 mil ciudades del país sudamericano.
Para el escritor y periodista brasileño Ernesto Rodrigues, autor de la biografía “Ayrton: el héroe revelado”, hay tres factores que explican por qué Senna sigue siendo un ídolo nacional. “Primero, porque fue y sigue siendo un piloto fuera de serie en la historia de la F1 por su coraje, la capacidad cognitiva impresionante que tenía y su profesionalismo absoluto”, declaró.
“Segundo, porque fue la primera gran personalidad mundial que murió en directo delante de millones de personas mirando la televisión en todo el mundo -agregó-. Y tercero, porque murió en una época en la que Brasil vivía problemas económicos, crisis y dramas, y tenía una autoestima muy baja como país. Ayrton entró como una persona que dio un cierto alivio y una especie de rescate de la autoestima de los brasileños”.
A 30 años de su paso a la inmortalidad, Ayrton Senna sigue más vivo que nunca.