Los cinco años fuera de las canchas no le hicieron perder su esencia a Ricardo Caruso Lombardi. Su vuelta a los bancos de suplentes como entrenador, esta vez en Miramar Misiones de Uruguay, luego de estar inmerso en el mundo televisivo y tras recuperar su estado de salud (superó el Covid, una pancreatitis y un tumor cerebral), lo está haciendo fiel a su estilo. Su fuerte carácter y las protestas sin pelos en la lengua, mezcladas con ironía, están intactas. Así lo demostró el último fin de semana, cuando cayó 5-3 contra Danubio y disparó para todos lados.
El proyecto de salvar del descenso a Miramar Misiones ya está en marcha para Caruso: dirigió tres partidos, y a pesar de conseguir la victoria en uno solo (2-1 vs. Deportivo Maldonado), logró que desde su llegada el equipo convirtiera seis goles de los 14 que suma en total (anotó 8 en las siete primeras jornadas). ¿El problema? Que aún no logra hacer impermeable a su defensa, algo característico en sus equipos: recibió ocho goles en tres duelos.
Es por ello que Caruso no pudo ocultar su bronca luego de perder un partido cuando Miramar Misiones convirtió tres tantos. «Nunca vi una cosa así. Nunca me pasó. Me hicieron cinco goles en cinco tiros. Tres tiros mordidos. Mordieron los tiros, los pases. Vino un perro hoy», sentenció el técnico de 62 años, haciendo visible su sentido del humor ante la adversidad.
Y agregó: «¿Si Miramar Misiones tiene el sello de Caruso? Hoy el sello se fue a la mierda. Todo lo que a mí no me gusta pasó hoy. No me suelen hacer cinco goles. Son esos días raros, ojalá no nos toque seguido, si no, no voy a durar mucho en Uruguay».
Con la ironía que lo caracteriza, también aprovechó su momento en caliente para tirarle un palito a sus jugadores: «Lo que practicamos bien fue el saque del medio, cinco veces. Nuestro equipo está bien y es difícil, no es para que nos metan cinco goles».
Luego, siendo consciente de la necesidad de puntos que tiene Miramar Misiones para salir del fondo de la tabla de posiciones, continuó su análisis desde un lado más técnico. «Las cinco que llegaron (Danubio) fueron gol. Son cosas raras, pero hay que prestarle atención a eso. Son esos momentos en que no sabés qué hacer, porque hacés todo lo posible para ganarlo y metés los goles que tenés que meter, pero si te llegan y te convierten es muy difícil», aseveró.
«Yo dije que todos los partidos en Uruguay son muy cerrados, para qué hablé. Mamita querida, justo la quintina me la comí yo. Qué le voy a hacer, me lo quiero tomar con gracia porque la bronca interna no la voy a demostrar», continuó el entrenador.
Sin embargo, previo al cierre de su conferencia, Ricardo no se olvidó de quien se vistió de su verdugo en el partido: Sebastián Papelito Fernández, personaje reconocido en el fútbol argentino gracias a su paso por Banfield entre 2008 y 2010 (donde ganó el Apertura 2009), que se despachó con un hat-trick. «Un hijo de puta. En Banfield no hizo ningún gol, hoy me saludó y me embocó tres«, expresó Caruso entre risas.
Miramar Misiones se ubica en la penúltima posición (15°) de la liga uruguaya, con siete unidades conseguidas en diez partidos. Desde la llegada de Caruso Lombardi perdió dos partidos (2-1 vs. Nacional y 5-3 vs. Danubio) y ganó uno (2-1 a Deportivo Maldonado).
Fénix, con 4 puntos, es quien marcha último. Sin embargo, en los promedios, el Miramar Misiones de Caruso se encuentra en la última posición, hecho que lo estaría llevando a perder la categoría a fin de año.
Desde el club confían en Caruso para que sea protagonista de un nuevo milagro con los promedios. Se da en medio de un contexto donde se rumorea del uso de magia negra de parte de Peñarol para perjudicar a Nacional. Aunque Caruso le esquiva a esas cuestiones. «Son todas boludeces. Acá los goles no lo hizo un mago o una bruja, sino los jugadores rivales. La pelota picaba como un trompito y entraba, cada vez que iba así se movía la red. No hay bruja que valga, salvo que la bruja vuele y la saque con la escoba«, contestó.
Lo único en lo que cree el entrenador es en «el laburo», aunque admite que cuando las cosas se ponen complicadas «algunas bufandas» suelen aparecer como cábalas. «Alguna vez funcionaba y otras no, después cuando no funcionaba quemaba la bufanda y me ponía otra cosa«, confesó. Igualmente, dejó abierta la puerta a este fenómeno en caso de que lo considere necesario para conseguir lo que puede ser un nuevo milagro futbolístico.