“Bienaventurados los que están en el fondo del pozo porque de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando”. La letra del catalán Joan Manuel Serrat sirve para relacionar al presente de este Vélez. Estuvo en el fondo del pozo. Al borde del trasfondo. Y ahora está a un paso de ser campeón.
En el camino de agosto de 2022 a abril de 2024, hay semifinales de Libertadores, cambio de técnico, malos resultados, agresiones de la barra a los jugadores, custodia policial en la entrada del club ante el hostigamiento de la gente a la comisión directiva, cambio de entrenadores, pelea por no descender hasta el última fecha, cambio de dirigencia, nuevo técnico, un 0-5 con River que pareció lapidario, la acusación a cuatro jugadores por supuesto abuso sexual y rescisión de contrato a todos, triunfos sobre la hora, clasificación angustiante y victorias épicas en inferioridad numérica.
Veinte meses en los que la gente de Vélez pasó de la euforia a la preocupación, a la desazón, a la incredulidad y nuevamente a la euforia. Para explicar este presente, hay que remontarse a agosto de 2022 cuando eliminó a Talleres de los cuartos de final de la Libertadores. El técnico era el uruguayo Alexander Medina y mientras el equipo se hundía en la tabla de posiciones, avanzaba a nivel internacional. Ese contraste de sensaciones terminó tras perder categóricamente con el Flamengo (0-4 y 1-2). Un baño de realidad.
La continuidad de Medina, que tuvo uno de los peores porcentajes de puntos en la historia del club, se hizo insostenible en el arranque de 2023. Llegó Ricardo Gareca, el último técnico multicampeón y además hincha del club, como salvador pero apenas duró 12 partidos, en los que sólo ganó uno. En esa secuencia de resultados adversos, en cada partido en el José Amalfitani, las broncas contra la dirigencia encabezada por Sergio Rapisarda se multiplicaban, como la custodia.
Luego llegaron las amenazas a los jugadores por parte de la barra del club. La de mayor trascendencia, ya con el Gallego Sebastián Méndez como técnico, luego de perder 1-0 con Huracán por la última fecha del Torneo de la Liga 2023. Los barras se aparecieron en la Villa Olímpica y apretaron mal al menos a cuatro jugadores.
Lo contó el pibe Gianluca Prestianni, la joya del club, unos días después: “Me pegaron dos veces en la cara”, afirmó, y agregó: “A un compañero le dijeron que le iban a pegar dos tiros en las piernas”. Prestianni avisó que se quería ir del club. Igual, ya estaba casi vendido. En enero pasado cumplió 18 años y en febrero se fue al Benfica, club que pagó 8 millones de euros por el 85 % del pase.
Escalofriante testimonio de Gianluca Prestianni, uno de los futbolistas de Vélez amenazados y golpeados por la barra. Repudiable. pic.twitter.com/iCP4J2XLfK
— Diario Olé (@DiarioOle) July 31, 2023
En noviembre de 2023 el club ardía. El 13 hubo elecciones y ganó la dupla Fabián Berlanga-Augusto Costa, opositora al oficialismo. Y el sábado 24 se jugó la última fecha de la Copa de la LIga. Vélez necesitaba ganarle a Colón para evitar ir a un desempate. Ganó 3-1 y el Amalfitani fue una fiesta. Un desahogo después de un año de sufrimiento. A partir de ahí, las incertidumbres.
El técnico Méndez, que tomó el cargo en un momento muy difícil, se ganó el reconocimiento a continuar lo que empezó. Pero luego de varias reuniones, se anunció su renuncia al cargo. Ricardo Alvarez asumió el 14 de diciembre como Director Deportivo y el 23, tras la negativa de Gabriel Milito, se confirmó la llegada de Gustavo Quinteros como nuevo entrenador.
No tuvo un buen comienzo el ciclo de Quinteros: empate ante Barracas Central, derrota ante Independiente (0-1) y goleada frente a River (0-5) en el Monumental. “Es un resultado que a mí como entrenador me da vergüenza. No esperaba nunca una actuación, en el primer tiempo, de tanta fragilidad en la marca, dejar tan libres a los rivales en el área”, dijo en la conferencia de prensa posterior, y agregó: “Debemos cambiar la actitud, es un plantel que ante la primera adversidad se cae mucho anímicamente. Le cuesta revertir situaciones adversas, es un tema anímico que hay que resolver”.
Y lo empezó a resolver, con triunfos agónicos: 2-1 a Riestra, 2-1 a Sportivo Las Parejas por la Copa Argentina, 1-0 a Huracán y 1-0 a Central con gol de Abiel Osorio, tres días después de un 0-0 con Atlético Tucumán. Entonces, un mazazo inesperado. La denuncia por supuesto abuso sexual de una periodista tucumana a cuatro jugadores: Sebastián Sosa, Brian Cufré, José Florentín y el propio Osorio. Todos fueron separados del plantel y luego les rescindieron sus contratos. “La medida fue adoptada luego de una investigación interna, mediante un sumario administrativo, que determinó que los referidos jugadores incurrieron en inconductas laborales graves, lo que fundamenta la rescisión con causa de sus vínculos contractuales”, rezaba el comunicado del club.
Tras el maremoto, la reconstrucción. El milagro de la clasificación en la última fecha y las dos llaves con 11-contra 10. En el mes en el que se cumplieron 80 años de actuación ininterrumpida en Primera, en el aniversario de los “30 años de gloria”, los títulos de la Libertadores e Intercontinental de 1994, Vélez logró estabilizar el barco, que no es poco. Y ahora tiene el primer puerto a la vista.