Diego Martínez inclinó el cuerpo levemente para atrás y agitó los brazos en el aire sin demasiada fuerza. Cruzó abrazos con sus colaboradores, felicitó a varios de los que estaban en el banco y caminó unos metros para estrecharle la mano a Martín Demichelis. Volvió a su lugar, se detuvo y la ficha le cayó: se emocionó. Fue a buscar a los suyos a la platea Ardiles y gritó. Luego partió rumbo al vestuario. Así festejó el entrenador de Boca el rutilante triunfo ante River en Córdoba y la primera reflexión que asoma es que es un buen vencedor. La segunda es mucho más potente: Martínez fue el gran ganador de Superclásico.

Foto: Fernando de la Orden / ClarínFoto: Fernando de la Orden / Clarín

El duelo contra River se presumía crucial para el técnico de 45 años. Una eliminación podría desmoronar lo que poco a poco fue construyendo desde que asumió en enero: todo quedaría cuestionado. Pero la victoria en el Kempes puede funcionar ahora como una catapulta porque Boca ganó jugando bien al fútbol, asumiendo el protagonismo y respetando al rival de toda la vida en la medida justa. Vale recordar que muchos hinchas boquenses se quejaron en los últimos años por la actitud con la que jugaba el equipo cada vez que se medía contra el elenco de Núñez. Ya el Boca de Martínez había demostrado bastante en el 1-1 de febrero en el Monumental. Aunque lo de Córdoba fue muy superior.

Lo ganó de principio a fin Boca porque los jugadores están convencidos de la idea de Martínez. Y esa es una gran virtud: en poco tiempo, el Gigoló pudo meterles su chip a los futbolistas. Boca va al frente, piensa más en el arco rival que en el propio. El DT afianzó el esquema 4-3-1-2 que por varios momentos se parece a un 4-2-2-2 porque uno de los mediocampistas se suma a la línea del enganche (comúnmente Zenón y Medina) y el otro a la del volante central (Pol y Equi Fernández). Esa superpoblación en el sector central provoca que las bandas les queden en exclusividad a los laterales, Advíncula y Blanco, determinante en lo que va del año.

También tiene buenas lecturas de los partidos Martínez y Boca puede encontrar rápidas respuestas desde el banco de suplentes o rotando alguna posición. En Córdoba, por caso, mandó a Pol Fernández a compartir la salida de la pelota con Equi para desgastar a Claudio Echeverri, el crack juvenil al que aún le falta mucho desde lo físico. Y cuando quedó en ventaja, mandó a Nicolás Figal a jugar de lateral derecho.

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“Este equipo siempre da la cara. Los muchachos se repusieron de estar en desventaja y nosotros pudimos ajustar la posición de Aliendro, que nos incomodaba y no terminábamos de encontrarle la vuelta. En una pérdida nuestra River se puso en ventaja, pero cuando el equipo ajustó pudimos doblar por ambas bandas”, explicó Martínez desde Córdoba. Y aclaró: “Teníamos dos planes: jugar rombo contra rombo o alinearnos más y que Guillermo Pol Fernández se cierre junto al Equi y eso fue lo que ajustamos”.

Como se dijo, Martínez se mostró sereno en la victoria, cuestión no menor para un conductor de un equipo tan importante como Boca. Antes del inicio, incluso, el entrenador transitó largos metros y se acercó hasta el banco de suplentes para saludar a Martín Demichelis. “A veces no soy muy consciente de las cosas y creo que es mucho mejor porque esto no para. Cuando uno camina por la calle siente esa sensación de identidad que la gente nos retribuye. Nosotros nos sentimos identificados con lo que los chicos muestran adentro de la cancha y queremos ir por más”, analizó el DT.

Martínez trabaja y los jugadores le responden; se lo percibe serio, respetuoso y con determinación. No le tembló el pulso cuando tuvo que relegar a Frank Fabra, uno de los preferidos de Juan Román Riquelme. Tampoco dudó cuando optó por Leandro Brey en lugar de Javier García para reemplazar a Sergio Romero. Más: empezó a darles rodaje a juveniles como Anselmino y Saralegui. “En lo único que nosotros creemos es en el trabajo, que es lo que nos trajo a este sueño que teníamos como cuerpo técnico. Tenemos muy claro el rumbo, pero esto lo construimos con los futbolistas y con la gente que está día a día en el club, con los dirigentes y con el hincha. No consideramos que nos tenemos que colgar ninguna medalla”, señaló el DT.

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“Martínez siempre mantuvo una forma de jugar. En Tigre y Huracán. Creíamos que era el entrenador que podíamos elegir por su forma de pensar y ver el fútbol, y por los jugadores que nosotros tenemos. Yo creo que él está disfrutando», lo elogió Riquelme, eufórico y protagonista tras la eliminación a River.

Lejos de frases grandilocuentes para ganar espacio en los medios, Martínez dejó los pies en la tierra luego de su primera alegría en el Superclásico. “Yo soy 100 por ciento del ascenso y lo llevo con orgullo. Esta eliminación a River la pongo en el tercer lugar del podio. El ascenso con Estudiantes de Buenos Aires fue algo único; el ascenso con Tigre y la campaña en Primera División, también. Y este cruce está dentro de esas tres alegrías más importantes. Ojalá que en poco tiempo me vuelvan a hacer esta pregunta”, avisó Martínez.

Volverá Boca a jugar en pocos días -el jueves ante Fortaleza en Brasil por Copa Sudamericana- y la espuma de la victoria ante River bajará. Pero no volverán para atrás todos los casilleros que avanzó Diego Martínez, al cabo, el gran ganador del Superclásico.



Fuente Clarin

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