Nacho Fernández y Marcos Rojo, dos de los referentes que tienen River y Boca en sus respectivos planteles, ingresaron pasadas las dos menos cuarto de la tarde a la sala de prensa del predio «Lionel Andrés Messi» que la Asociación del Fútbol Argentino tiene en Ezeiza. Luego, tras poco más de quince minutos de una distendida conferencia, aparecieron en escena Claudio Chiqui Tapia, presidente de la AFA, Juan Román Riquelme, pope del Xeneize, Ignacio Villarroel, vicepresidente segundo del Millonario, y Agustín Calleri, ex tenista y presidente de la agencia Córdoba Deportes.
Previo al partido de cuartos de final de la Copa de la Liga que se va a disputar el domingo a las 15:30 en Córdoba, todos ellos celebraron que se vuelva a jugar un Superclásico con ambas parcialidades y se unieron al mensaje de «rivales, no enemigos» que baja al público la Liga Profesional de Fútbol. “Volver a jugar con las dos hinchadas es algo muy lindo. Ojalá sea en paz. Nos merecemos eso”, dijo Nacho, a quien Martín Demichelis imagina como titular en el estadio Mario Alberto Kempes.
«Es muy lindo jugar un clásico. Para mí es de los mejores del mundo. Tenemos que estar orgullosos de formar parte de eso. Las últimas veces que jugamos, tanto en el Monumental como en la Bombonera, siempre se siente a la gente. De local tenemos 85 mil personas que nos alientan y es un plus para nosotros. Ahora es mitad para cada uno. Ojalá podamos darles una alegría, pero dije y repito que ojalá sea en paz y pueda disfrutarlo la familia», añadió.
No se juega un River-Boca (o Boca-River) en la Argentina con hinchas de los dos equipos desde el 14 de marzo de 2018, cuando los dirigidos por Marcelo Gallardo se quedaron con la Supercopa Argentina tras vencer 2-0 en Mendoza a los de Guillermo Barros Schelotto. Y, más cerca en el tiempo, la recordada final de la Copa Libertadores disputada aquel mismo año en Madrid.
«El Superclásico es el más grande del mundo porque siempre fue la gente de River y de Boca. Hace mucho que no pasa y eso significa que algo mal hicimos», dijo Riquelme, quien ofreció una interesante reflexión. «Es un partido de fútbol. Se disfruta y se vive de una manera especial, la gente se ilusiona, pero tenemos que entender que al final es un partido de fútbol. Es deporte, nada más que deporte. Es competir, competir y competir. ¿Tenemos la ilusión de ganar? Claro que si. ¿Hacer un gran partido? Claro que si. Pero más importante para mi es que la gente vaya y disfrute», añadió el ídolo xeneize.
Será la undécima vez que se enfrenten en Córdoba con un balance favorable a los de la Banda Roja: seis victorias, dos empates -uno de los cuales quedó inconcluso porque insólitamente el público no devolvió las pelotas que fueron a parar a la tribuna- y dos derrotas. Todos esos encuentros fueron amistosos, en su mayoría correspondientes a los extintos torneos de verano.
«Ganará uno y el lunes cargará al otro, como pasó toda la vida. Es lo normal. Antes se jugaba en el verano en Mendoza, en Córdoba, en Mar del Plata y era una maravilla, así que entre todos tenemos que intentar lograr lo mismo. Ojalá que todos ayudemos para tener el clásico con las dos hinchadas, sea en la Bombonera o en la cancha de River, y que podamos disfrutar como me ha tocado a mi cuando fui jugador de fútbol», dijo Román al respecto.
«Somos rivales, no enemigos», reforzó el mensaje Chiqui Tapia. «Este es el partido más emocionante de toda Sudamérica. Quiero agradecerles a los jugadores que nos dan la posibilidad de engrandecer el mejor futbol del mundo», añadió. E hizo un pedido: «Colaboremos todos para tener un fútbol mejor».
«Es el clásico más lindo de todos. Esperemos que todos lo vivan con alegría, los que van a la cancha y los que no”, se sumó Villarroel, dirigente del Millo.
Ya se cumplió una década sin hinchas visitantes en el fútbol argentino. Fue el 11 de junio de 2013 que la AFA tomó esa drástica decisión como respuesta a la muerte del hincha de Lanús Javier Gérez, quien falleció tras recibir una bala de goma por parte de un efectivo de la Policía Bonaerense durante el partido ante Estudiantes por el Torneo Final, y diferentes acontecimientos recientes invitan a pensar que difícilmente esa restricción pueda revertirse en el corto plazo.
Por ejemplo, los incidentes registrados en la cancha de Rosario Central en el duelo frente a Peñarol por la fase de grupos de la Copa Libertadores o el botellazo que recibió Fernando Brandán en el choque entre Chacarita y Tigre que debió ser suspendido por los 32vos. de final de la Copa Argentina. Nada cambió.
La intención de volver a ver los Superclásicos con las dos hinchadas, de ver un fútbol argentino con el calor de ambas parcialidades en las tribunas, está. Por el momento, al menos por el momento, parece un deseo lejano a la realidad.