Real Madrid y la Champions League mantienen desde hace años una relación de amor total. Los de Madrid se encienden cada vez que juegan en el máximo torneo a nivel clubes del mundo. Por eso pueden resistir un asedio de Manchester City en Inglaterra y llegar hasta los penales para festejar el pasaje a las semifinales eliminando al campeón reinante. El duelo fue 1-1 y sufrió el Merengue, especialmente en la segunda parte. Pero aguantó en el tiempo suplementario y en los penales fue más efectivo. Contó con un héroe inesperado, el arquero ucraniano Andriy Lunin, tercero en la línea de sucesión y reemplazante de los lesionados Thibaut Courtois y Kepa Arrizabalaga.
En la etapa inicial, lo simple se impuso a lo complejo porque Real Madrid se defendió cerca del arquero Lunin y salió rápido de contragolpe, con Vinicius otra vez como referencia de área, la idea novedosa de Carlo Ancelotti para la serie. Y esa cuestión, replegarse y salir rápido, suele ser menos complejo que elaborar juego desde la tenencia hasta encontrar un espacio y perforar.
Pero ojo: defender y salir de contra también es un arte. Cualquiera lo puede hacer, pero hacerlo bien es otra cosa. Y ahí la diferencia la marcan las individualidades. Porque Ancelotti no le puede enseñar a Jude Bellingham a bajar la pelota como lo hizo el inglés en el gol de Rodrygo tras un desborde por derecha de Vinicius.
Ser simple también funciona como mérito en el caso de Ancelotti, a quien con liviandad algunos lo tildan como un mero gestor de grupos. «Ustedes no saben lo difícil que es ser un buen gestor de grupos. Los atributos de un buen entrenador no son solo la cuestión táctica. Está la táctica, el estar delante de los periodistas, la gestión con los jugadores, los buenos momentos, ser estable tú mismo. Son millones los factores que te hacen ser un buen entrenador, pero jamás podría considerar a Carlo un mal entrenador tácticamente. Recordemos cuando puso a Pirlo de mediocentro en el Milán. O cómo adaptó a Bellingham a jugar en el Real Madrid», lo definió Pep Guardiola en la previa.
Real Madrid se plantó con un 4-4-1-1, con Rodrygo por la izquierda del mediocampo y Bellingham como enlace. La idea fue defender y salir rápido por banda izquierda. Pero la novedad fue que le gol llegó tras un desborde desde la derecha y la culminación de Rodrygo por la izquierda.
El complejo City atacó con un 3-2-4-1 y defendió con un 4-4-2, con Foden y Grealish persiguiendo a los laterales rivales. Y los dirigidos por Guardiola tienen a la paciencia como una de sus tantas virtudes. Mientras en redes sociales los argentinos se desesperaban por ver a Julián Álvarez, al entrenador catalán el 0-1 no lo inmutó: apenas realizó un cambio en los 90 minutos, Doku por Grealish.
Fue buena la entrada del extremo belga, no por sus buenas acciones, sino por su insistencia. De un desborde del ingresado y luego de un mal cierre de Rudiger, Kevin De Bruyne igualó en uno, resultado con el que culminó el tiempo regular. Hay que decir que lo del elenco de Madrid fue pobre en el complemento porque solamente se defendió.
Nada pasó en el tiempo suplementario: el City lució cansado y Real Madrid aguantó el empate para llegar a los penales. Un dato no menor: Guardiola metió a Julián Álvarez por el desaparecido Haaland.
En la definición fue más efectivo Real Madrid: convirtieron Bellingham, Lucas Vázquez, Nacho y Rudiger; erró Modric. Julián Álvarez, Foden y Ederson acertaron para los locales, pero Lunin le atajó a Bernardo Silva y a Mateo Kovacic.
Ganó el Real Madrid, jugando más parecido al Atlético de Madrid del Cholo Simeone que a lo que marca su historia, aunque con la mística de siempre. Manchester City tuvo el 67 por ciento de la posesión, pateó 33 veces al arco (8 el Real) y contó con 18 córners (apenas uno el rival). Pero el que festejó fue Real Madrid. Como casi siempre que juegan en la Champions League.